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Charles Oppenheim: un largo camino hacia la ópera

Por: Redacción CENTRAL 30 junio 2016 • 2 minutos de lectura

En su momento fue un referente de la industria editorial mexicana. Un día decidió cambiar de giro y dedicarse de lleno a hacer lo que siempre le había apasionado: cantar

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Foto: Moisés Echartea

Por: José Manuel Valiñas

Charles Oppenheim
recuerda perfectamente la noche del 2003 en que, lanzándose a la aventura, accedió a cantar un papel de La Traviata de Verdi en el Lunario. Era una presentación informal, algo que hacía como un juego; no sabía que, entre el público, estaba nada menos que el tenor Ramón Vargas, quien al final pidió hablar con él.

Recuerda, también con precisión, sus palabras: “Deberías dedicarte a esto. Tu voz está muy sana, proyectas muy bien”. “Sí, cómo no, a mis tiernos 47 años”, contestó el amateur. Quien estaba frente a él tenía incluso menos, 43, y ya había triunfado en todos los teatros operísticos del mundo. Lo que le respondió se le quedó grabado: “A nuestra edad, los tenores empezamos a declinar, pero los bajos comienzan a despuntar, así que si cuidas esa voz nuevecita que tienes, puedes tener una carrera como cantante”.

Aquella noche cambió su vida. No sólo le había hablado Ramón Vargas, sino que empezaba una nueva era para él. Después de ser director editorial de la revista Expansión y de empresas como Mundo Ejecutivo y Video Visa Publicaciones, inició su propia revista, Bonvivant, pero ésta ya había cumplido su ciclo. Sin mayores compromisos dio un vuelco a su carrera. Era un riesgo enorme, pero su corazón latía hacia lo que siempre había amado: la música.

COSECHA TARDÍA

Charlie,
como lo conocen sus amigos, se define como un late bloomer, o producto de una “cosecha tardía”, como le llaman en inglés a los artistas que comienzan tarde su carrera. Estudió del 92 al 2003 con maestros particulares de canto operístico, pero nunca estuvo en un conservatorio musical.

De hecho, había pasado por una peripecia musical con su voz, puesto que uno de sus maestros insistía en que él era barítono, siendo que en realidad era bajo. El haber cambiado de tesitura le abrió infinidad de posibilidades.

Se considera un “cantante de clóset”: “Me encantaba organizar conciertos para grupos de amigos. Ponía unas sillas, un atril y mis partituras; invitaba a un pianista, ¡y a cantar!”.

Desde pequeño le habían interesado los discos de ópera que tenía en casa, y algunos los ponía tantas veces que llegó a memorizar las arias, a pesar de que no hablaba italiano.

Luego de la charla que tuvo con Ramón Vargas decidió hacer un primer papel en una ópera, en el 2003, y de ahí lo empezaron a llamar a diferentes teatros en el interior de la República.

Uno de los momentos culminantes de su vida fue su debut en Bellas Artes con un papel de La Traviata, y a partir de ahí ha interpretado infinidad de papeles, tanto en ese recinto como en diversos teatros en todo México. Algunos de ellos son el papel de Sarastro, de La flauta mágica, de Mozart, el sacristán de Tosca, de Puccini; y don Pasquale, de Donizetti.

PERSEGUIR UN SUEÑO

Fanático del bel canto, cuando lo invitaron a ser editor de la única revista especializada en ópera en México, Pro Ópera, no dudó. Ahí conoció a todos los cantantes nacionales y, años más tarde, les diría que ellos eran los culpables de su cambio de vida.

Hoy Charles es editor, pero sólo de medio tiempo. Su principal actividad es la ópera, arte en el cual ya se ha consagrado. Como bajo tiene mucha actividad, pues hay pocos que den bien ese registro. Vive entre invitaciones a participar en teatros de todo el país y Bellas Artes.

SÍGUELO
Tw: @choppenheim
FB: CHARLES H. OPPENHEIM

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