Felipe, la sombra de la reina

Por: Brisa Granados

Aunque ha sido parte de la realeza por más de 60 años no ha causado el mismo impacto que su esposa, la reina Isabel II, quien hace notar su presencia a kilómetros. Los paparazzi del corazón no lo asedian día y noche como a su hijo Carlos, sus nietos Guillermo y Enrique, y hasta sus bisnietos, los pequeños George y Charlotte de Cambridge. Ha mantenido un perfil bajo y es el rey del humor negro. Se dice que su casamiento con la reina fue por conveniencia. Ha confesado que desde que Isabel se convirtió en reina él se siente como ameba.

Carencias y tragedias

El príncipe Felipe nació en la isla de Corfú, en Grecia, el 10 de junio de 1921. Fue el menor de cinco hermanas. Su padre Andrés, era hijo del rey Jorge I de Grecia y de la duquesa Olga de Rusia. Su madre era Alicia, Princesa de Battenberg, sorda de nacimiento.

Poco después del nacimiento de Felipe estalló un golpe de estado en Grecia que acabó con la monarquía. Su padre fue arrestado, acusado de traición y estuvo a punto de ser ejecutado. Andrés era familiar lejano de Jorge VI (monarca de Reino Unido y padre de Isabel). Con su apoyo Felipe y su familia fueron rescatados por un buque de guerra británico: los evacuaron de Grecia hacia Reino Unido escondidos en cajas de naranjas.

Felipe llegó a Inglaterra con un año de edad; poco después su familia se mudó a París, y como no tenían dinero, vivieron de la caridad de sus familiares nobles.

Era un niño solitario y sus padres nunca mostraron mucho interés en él. No pasaban las vacaciones juntos: preferían encargarlo con algún familiar. Cuando Felipe tenía ocho años, Alicia, su madre, fue diagnosticada con esquizofrenia e internada en un hospital psiquiátrico. Su papá comenzó a vivir varias aventuras al lado de otras mujeres, y sus cuatro hermanas se casaron. Así, Felipe quedó prácticamente huérfano, lo que lo convirtió en un niño apático y retraído. Vivió de casa en casa, con un familiar y otro, y recurría a su ingenio para sobrevivir.

Siendo adolescente, Felipe vivió en una pensión en Salem, Alemania. Se sentía feliz de estar cerca de sus cuatro hermanas, pero le enfurecía que ellas, al estar casadas con nobles alemanes, convivieran directamente con Hitler y sus simpatizantes. Entonces Felipe decidió mudarse a Inglaterra de nuevo, donde entró a estudiar a Gordonstoun, un internado de régimen militarizado. Dicha experiencia reafirmó su carácter duro y competitivo.

En 1937, su hermana Cecilia murió junto a sus dos hijos en un accidente de avión. Y su tío Jorge de Grecia, y única figura paterna, también murió de cáncer. El nuevo tutor fue su tío Louis Mountbatten (oficial de la marina de Reino Unido), un hombre desenfadado e irreverente, amigo de Charles Chaplin y que dio un giro radical a la vida y costumbres de Felipe: lo convenció de alistarse en la marina real.

Persiguiendo a la reina

Se dice que Louis Mountbatten armó todo un plan para que su sobrino se casara con la futura reina de Inglaterra, y así asegurar su posición dentro de la dinastía reinante y el porvenir de Felipe.

Isabel y Felipe habían coincidido varias ocasiones desde niños en diferentes eventos, al fin y al cabo eran primos lejanos, pero el encuentro crucial fue en 1939, cuando Isabel visitó Dartmouth, junto a sus padres y su hermana Margarita. Mientras recorría la escuela se encontró a aquel cadete, caballeroso, rubio y con enormes ojos azules. Ella tenía 13 años y él 18. A su salida del colegio el yate real zarpó y Felipe siguió a Isabel y su familia en un bote, y el rey Jorge VI preguntó: “¿Quién es ese joven cretino que nos sigue?”. Felipe no paraba de saludar y hacerles reverencias. Isabel asegura que se enamoró ese día y que nunca hubo otro hombre en su vida, aunque su esposo dice que ese encuentro no fue para tanto. ¿Le creemos?

La pareja se frecuentó un par de ocasiones más, pero al estallar la Segunda Guerra Mundial Felipe prestó servicio en la marina e Isabel le escribía continuamente. Felipe se mostraba valiente y sereno en las crisis, y a los 21 años se convirtió en uno de los tenientes primeros más jóvenes de la marina.

Al volver la paz en 1945, el príncipe comenzó a visitar regularmente el Palacio de Buckingham. Isabel tenía varios pretendientes, pero estaba enamorada de él. Fue una relación complicada, pues aunque Felipe había servido heroicamente en la guerra, no tenía la nacionalidad británica, algo inaceptable para el pretendiente de la futura reina de Inglaterra, y por si fuera poco tampoco tenía apellido. La familia real no estaba nada feliz con él. La Reina Madre (Isabel Bowes-Lyon) prefería que su hija se casara con un aristócrata de su entorno, un duque, un conde o un marqués. Los antecedentes familiares de Felipe tampoco le ayudaban: su padre era considerado un vividor y su madre una loca. Pero Felipe demostró que realmente estaba interesado en Isabel, así que renunció a su título nobiliario de Grecia y Dinamarca, se convirtió de la ortodoxia griega al anglicanismo, pidió la nacionalidad británica y adquirió el apellido de su tutor: Mountbatten.

En 1946 Felipe e Isabel se rebelaron y anunciaron su noviazgo. Después de mucho insistir Isabel consiguió que sus padres apoyaran la relación, y que Jorge VI le concediera a su novio el título distinguido de Felipe, duque de Edimburgo. Un año después Felipe, de 25 años, le propuso matrimonio a la princesa de 20. En 1947 Felipe consiguió casarse con la mujer más codiciada del planeta, pero sus problemas apenas empezaban… Felipe nunca estuvo feliz de asistir a los eventos públicos, mucho menos de ser cuestionado, y ni qué decir de las fotos.

Después de su casamiento, logró regresar a la marina: se comportaba exigente, inflexible y hasta cruel, un líder duro y autoritario. Tuvo un crecimiento vertiginoso en la marina hasta convertirse en primer lord del Almirantazgo. Isabel y Felipe vivieron durante una temporada en la República de Malta, mientras él estaba a cargo de un buque de guerra. Alejados de la presión mediática, Isabel podría conducir su auto o ir de compras como cualquiera. Al año de casados Felipe e Isabel concibieron a su primogénito Carlos de Gales, dos años más tarde llegó su segunda hija, Ana y Felipe fue ascendido a capitán. Se dice que ésa fue la época más feliz del matrimonio.

Y llegó la corona…

El 6 de febrero de 1952 Jorge VI (padre de Isabel) fue encontrado muerto, fulminado por un ataque al corazón. Isabel sólo tenía 26 años y tuvo que asumir la Corona del Reino Unido. Su relación con Felipe jamás volvería a ser la misma: desde su primera aparición pública, la pareja fue obligada a cumplir con el protocolo y él fue obligado a caminar varios pasos detrás de ella. Algo inconcebible para un hombre de aquella época.

Durante el funeral de Jorge VI, Felipe no sólo se despedía de él, sino de la vida que llevaba hasta el momento: adiós marina, adiós carrera, adiós libertad, las responsabilidades de su mujer como reina estaban incluso sobre su matrimonio. Cinco años atrás Isabel había prometido a Felipe amarlo, honrarlo y obedecerlo, pero durante su coronación era Felipe quien daba juramento: “Yo Felipe, duque de Edimburgo, me convierto en tu vasallo en cuerpo, alma y devoción terrenal, y la fe y la verdad me unirán a ti, en la vida y la muerte, contra viento y marea, por la gracia de Dios”.

Felipe renunció a muchas cosas, pero nunca pudo aceptar que sus hijos no llevarían su apellido, Mountbatten, por designio de la reina madre y del primer ministro Winston Churchill. En aquella época Felipe dijo: “¿Qué soy yo? Soy una ameba, soy el único hombre del país que no puede dar su apellido a sus hijos”.

Además todas las propuestas de Felipe para modernizar o mejorar la monarquía fueron rechazadas. Para Isabel también era una situación difícil: lidiaba con todo tipo de responsabilidades y con las frustraciones de su marido.

Siempre han corrido rumores de que Felipe se escapaba del palacio para ir de fiesta con sus amigos, nunca se ha medido mucho en sus declaraciones y disfrutaba hacer enojar a la corte, actitudes que provocaban constantes fricciones en su matrimonio. Después de tantos desacuerdos Felipe tomó el yate real y emprendió un viaje alrededor del mundo junto a cinco de sus amigos cercanos: estuvo lejos de la reina durante seis meses. A su regreso Isabel quiso arreglar sus diferencias y le concedió el titulo de príncipe del Reino Unido, para que sus hijos pudieran apellidarse Mountbatten Windsor. La relación entre la pareja mejoró y tuvieron dos hijos más, Andrés y Eduardo.

Entrados los años 60, Felipe fundó el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y fue su presidente en Reino Unido durante 20 años. También creó un nuevo sistema educativo, el Premio Duque de Edimburgo, que se ha expandido por todo el mundo.

Papá alejado

Felipe jamás se ha caracterizado por ser muy amoroso, posiblemente por el poco afecto mostrado por su padre, el príncipe Andrés, hacia él. Su relación con su primogénito, Carlos, siempre ha sido complicada: Felipe fue muy duro con él desde niño y Carlos siempre le guardó resentimiento. Todo lo contrario sucedió con Ana, amante de los deportes, igual que él, la hija que siempre soñó.

Con sus nietos Guillermo y Enrique fue un poco más amoroso, sobre todo cuando murió su madre, la princesa Diana. Él los convenció de que acompañaran el féretro, les dijo que si no, algún día se arrepentirían de no hacerlo, y ellos aceptaron con la condición de que él estuviera a su lado en todo momento y así lo hizo.

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