Por: Nury Novelo
“En donde quiera que esté y a donde quiera que voy, siento una atracción especial por cosas insignificantes que encuentro por el mundo”. Con esta frase, Adelia comienza a describirse a sí misma. Para la artista, cualquier tipo de material orgánico es perfecto para la creación de nuevos diseños, construcciones plásticas, pinturas y ensamblaje. Las personas que la conocen saben que el mejor regalo que pueden hacerle son todo tipo de piedras, espinas, raíces, conchas, huesos y objetos de diferentes tamaños y formas.
Desde muy pequeña descubrió la gran facilidad que tenía para crear. En su tiempo libre tomó clases de pintura, dibujo, textil y grabado. Finalmente, estudió la carrera de Diseño Gráfico y al terminarla confirmó que su verdadera pasión eran las artes plásticas.
Adelia nos abrió las puertas de su taller en la Ciudad de México, o mejor dicho, de su refugio, como ella lo llama. Un lugar lleno de detalles, de armonía y con una vibra inexplicable. Cada espacio está perfectamente acondicionado, tiene todo lo necesario para poder trabajar y completar sus creaciones. El acomodo estratégico de los materiales y mesas de trabajo le permite aprovechar la luz natural y tener a la vista todas las herramientas con las que cuenta.
“Me podría pasar por lo menos ocho horas al día trabajando en este lugar”, continúa Adelia. “Es perfecto, me da mucha paz y armonía, me hace sentir en un estado de meditación constante. Sin duda, lo más padre de mi trabajo es poder compartirlo”.
Ser artista no es tarea fácil ya que implica tiempo y dedicación. Tras platicar con Adelia Sayeg, nos queda más que claro que el arte es un don, una conexión con otra realidad, con otra dimensión. La clave radica en dejarse llevar y expresar tu interior.
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