Por: Ricardo B. Salinas
El legado de este personaje es sin duda uno de los temas más relevantes y olvidados de la historia de México. Su vida nos habla de un hombre que construyó su destino y cuyos aciertos y errores nos marcan hasta nuestros días.
La Historia Oficial, la que simplifica, polariza e incluso caricaturiza el origen de México dividiéndonos entre “conquistadores” y “conquistados”, víctimas y victimarios, no sólo deja a un lado los logros de nuestros antepasados sino que genera una visión que nos fragmenta y nos degrada.
Llegada al nuevo mundo
A los 19 años, con espíritu emprendedor y aventurero, el joven Cortés llegó a América en 1504. Vivió algún tiempo en lo que hoy son Haití y Cuba, en donde a pesar de lograr puestos públicos importantes y ser una figura respetada, sentía una gran indignación ante situaciones de explotación y crueldad hacia los indígenas.
Este terrible maltrato se tradujo en el exterminio y, ante la desesperación, el suicidio de la población local.En su búsqueda de opciones para desarrollar una nueva nación mestiza, con valores que trascendieran a la Edad Media y aprovechando la oportunidad que le presentó Diego Velázquez, gobernador de Cuba, para realizar una expedición hacia México, Cortés vendió sus bienes, obtuvo préstamos y en 1519 partió a Yucatán.
¿Cómo un hombre con tan escasos recursos militares podría conquistar a un vasto imperio de más de 6 millones de habitantes, con enormes cualidades guerreras? Su liderazgo, olfato político, capacidad para detectar oportunidades, tomar decisiones y actuar rápidamente de acuerdo con las circunstancias, así como la situación insostenible para los pueblos bajo la dominación azteca, serían cruciales en esta empresa formidable.
De Yucatán viajó por el Golfo de México hasta el Río Grijalva, donde se encontró con pueblos mayas que, como signo de paz, después de un duro recibimiento, regalaron a los españoles veinte jóvenes esclavas.Una de ellas, de gran belleza e inteligencia, fue Malintzin, quien sería intérprete, consejera, cómplice y compañera de vida de Cortés y con quien tendría un hijo, ejemplo de su voluntad de desarrollar una sociedad mestiza.
Poco tiempo después de la llegada de Cortés a lo que hoy es México, una delegación azteca se presentó y trajo consigo regalos suntuosos, que maravillaron a los españoles —el gran Tlatoani mexica ya sabía de la llegada de los españoles a las Antillas desde hacía más de dos décadas, gracias a una extensa y eficiente red de inteligencia.
Cortés, maravillado con los regalos, pidió a los representantes aztecas un encuentro con Moctezuma Xocoyotzin, solicitud que fue terminantemente rechazada.
Providencialmente para los españoles, unos días más tarde recibieron la visita de los totonacas, un pueblo cansado de la dominación mexica. Aconsejado por Malintzin, Cortés sagazmente sugirió una alianza a este pueblo asentado en el Golfo de México –donde otros exploradores españoles buscaban simultáneamente un paso hacia la India, sin imaginar la existencia de una cultura tan vasta como la nahua.
El Imperio Azteca generaba una terrible situación a los pueblos dominados: violaban y esclavizaban a sus mujeres, se robaban a sus niños para ser sacrificados y les cobraban tributos altísimos.
Por ello, Cortés vio una gran oportunidad para fortalecer su posición frente a Moctezuma y, como prueba de su determinación de quedarse en México y evitar la tentación de su tropa de regresar a Cuba, quemó sus barcos y se dirigió a buscar al gran Emperador.
Si te perdiste la edición de noviembre, puedes leer sobre la caída de México-Tenochtitlan en nuestra app para iPad , texto basado en el libro Cortés, la biografía más reveladora de Christian Duverger.