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Luis Álvarez: a ciegas en el Everest

Por: Redacción CENTRAL 01 agosto 2016 • 3 minutos de lectura

Subir el monte Everest es una hazaña que no repetiría... el desgaste que sufrió fue mayúsculo: A 8,300 metros de altura perdió la vista (que recuperó 48 horas después) y en dos meses bajó 14 kilos.

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Fotos: Cortesía

Por: Bianca Pescador

En abril pasado, Luis Álvarez viajó a Katmandú. La meta: conquistar el Everest, la cumbre más alta del mundo. “Me han preguntado si valió la pena y casi casi te podría decir que no”, confiesa desde su oficina, a donde fuimos a entrevistarlo apenas 24 horas después de su llegada a México. “Puse mi vida en peligro y mis seres queridos estaban preocupadísimos por mi ceguera; como salió en Facebook, todo el mundo se enteró… No era mi intención preocupar a nadie, pero así fue”.

“SE ME CERRARON LOS OJOS”


Después de haber logrado la cumbre, Luis llegó a una tienda de campaña donde el objetivo era descansar un rato pero, al entrar, los ojos se le cerraron. Intentó abrírselos con las manos, pero fue inútil. No los volvería a abrir hasta 48 horas después, cuando la doctora Patricia Arizmendi le pusiera unas gotas. “Creí que era por congelamiento de retinas, pero luego me dijeron que más bien se me habían quemado por la radiación”, explica el alpinista.

“Era un dolor espantoso. Me quité la máscara de oxígeno y aunque teóricamente a 8,300 metros no puedes respirar, me valió gorro; el oxígeno me quemaba los ojos. Me la pasé hincado rezando de 6 de la tarde a 6 de la mañana. Ese momento ha sido el más fuerte de mi vida”, expresa.

Debido al tremendo ardor, Álvarez optó por enrollarse un pañuelo sobre los ojos, pues incluso la luz del sol a través de los lentes y los párpados le molestaba. “Cuando íbamos a bajar fue muy angustiante; sabía que había precipicios por todos lados. Les pedía a mis compañeros, les suplicaba que me pusieran la cuerda en la mano para poderme agarrar de algo. Entendí que los invidentes viven en otra dimensión”.

Empezar de nuevo ok

¿Quiénes fueron los héroes que bajaron a Luis de la montaña? Pablo Zelaya, Jorge Salazar y Jorge Hermosillo.

“Ese acto demuestra su calidad humana. El decir ‘yo no voy a cumbre por salvar a un amigo’ es verdaderamente admirable”.

Confiesa que su motivación para sobrevivir fueron su hijo José Manuel, de 21 años, y su exesposa Ceci. “La familia es el motor que te trae de regreso. Pensaba en Ceci que siempre me decía: ‘Si vas y te mueres, ¡te mato!’”

En cuanto a si alguna vez pensó que podría perder la vista para siempre, afirma que no. “En esos momentos no importaba si me quedaba ciego o no, lo primero era salvar mi vida”.

¿En qué momento sintió alivio? “Cuando llegué al campamento C1. Ahí ya había pasado la crisis… Mis compañeros me dieron agua, me abrazaron y me solté a llorar. Sólo pensaba: ‘Estoy vivo, gracias’. ¡Y eso que todavía faltaban muchas horas para bajar al campamento base! Pero fue ahí cuando me sentí a salvo y me permití ser vulnerable”, recuerda emocionado.

CUMBRE PARA MÉXICO


Con nada en el estómago más que un chocolate y un litro de agua, Luis ascendió junto a su sherpa, Jimbu, hasta tocar el techo del mundo. “Nos pegaron mucho las tormentas durante la subida; a veces la nieve nos llegaba arriba de las rodillas. Pero en la madrugada el tiempo se tranquilizó, se despejó.

“Llegamos a la cumbre a las 8:45 a.m. La cámara funcionó bien, pero llegué muy golpeado, muy, muy cansado, y lo peor es que sabía que me quedaban entre 10 y 14 horas para bajar”. ¿Por qué lo hizo? “Tenía que ‘ponerle la palomita’ al Grand Slam (lista de Bass). No tenía la menor idea del monstruo con el que me iba a enfrentar ni el grado de dificultad que iba a tener”.

Una vez abajo, los alpinistas son ampliamente cuestionados antes de entregarles el certificado y anotarlos entre los conquistadores de la cumbre. “Hay todo un sistema de corroboración. La foto es importante, pero no es lo principal, ¡porque existe Photoshop! Se guían más bien por las historias –a quién viste, quién iba subiendo, quién venía bajando–, y necesitas testigos. En mi caso, mi sherpa me avaló”.


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