Por: Nat Rivera
Los seres humanos creamos un personaje de nosotros mismos cuando narramos nuestra historia. En Las cartas a Theo, Van Gogh muestra el Vincent que quería ser para su hermano, como contó para El País el sobrino biznieto del pintor, Willem van Gogh: “Ambos se necesitaban mentalmente, algo de lo que no suele hablarse. Era una sujeción mutua. Theo pensaba que Vincent era grande […] Vincent, por su parte, volcaba en sus escritos su alma. Se alimentaban uno a otro, y cuando llegó el suicidio, murieron casi al mismo tiempo”.
Vincent no estaba en desventaja con Theo, porque éste lo mantenía, pues sus cartas eran tan valiosas para el hermano como el dinero que él enviaba para que Van Gogh se dedicara únicamente a ser pintor; preocupación que expresó el artista en múltiples ocasiones en especial en la carta 133: “Involuntariamente me he convertido, para la familia en una especie de personaje imposible y sospechoso; en alguien, se mire como se mire, que no inspira confianza. ¿A quién, o en qué, podría yo ser útil de algún modo? […] pero me sentiría muy contento si de alguna forma tú pudieses ver en mí algo más que un holgazán”.
De esta relación epistolar, conocemos la manera en que el temperamento de Vincent le permitía reaccionar ante las adversidades de la vida; de ahí conocemos que sintió amor por cuatro mujeres a lo largo de su vida, ¿pero a quién le ofreció su oreja como prenda de amor? ¿De verdad Vincent consideró que arrancarse un órgano y mandarlo a su amada era la mejor manera de conquistar a una chica? ¿Si fue cierto, le funcionó? ¿A afilar navajas?
El que esté libre de intensidad…
1. Eugenie Loyer: con apenas 20 años, Vincent viajó a Londres para trabajar. Ahí fue donde conoció el trabajo de artistas que admiraría toda su vida, como Millet o Delacroix; leyó a Dickens y Shakespeare. También se enamoró de Eugenie, la hija de su patrona, quien lo rechazó. Los biógrafos del artista dicen que nunca pudo superar este rechazo amoroso y que su personalidad cambió desde ese momento; se volcó al arte y la lectura para perder contacto con la realidad: “¡Cuántas bellezas nos ofrece el arte! A condición de retener lo que se ha visto, no se está nunca vacío, ni verdaderamente solitario, jamás solo”.
2. Cornelia (Kee) Adriana Vos-Stricker: se trataba de una prima suya, viuda y con hijo; este amor lo enemistó con su padre porque ya en ese entonces no se veía bien enamorarse de la familia. Kee lo rechazó categóricamente al decirle “nunca en la vida”, pero Vincent le escribió a Theo: “Quisiera decirte que me he enamorado de K (Kee). Pero, cuando se lo confesé, ella me dijo que […] nunca en la vida podría corresponder a mis sentimientos. Tuve entonces que resolver un dilema terrible: ¿debía resignarme a considerar la cosa como terminada, conservar la esperanza, no renunciar? He elegido la última eventualidad… estoy decidido a amarla hasta que ella termine por amarme… Si alguna vez te enamoras y tienes que oír un ‘nunca en la vida’, ¡no te resignes!” (Carta 153). Desgraciadamente esta táctica no le funcionó, K ni siquiera quería hablar con él, por lo que Van Gogh acudió a su casa y pidió verla el tiempo que pudiera mantener la mano sobre el fuego, lo que sí le resultó, aunque sólo para ser bateado nuevamente.
3. Clasina M. Hoornik (Sien): en ese tiempo (a sus 32 años), Van Gogh ya utilizaba modelos para sus composiciones y la elegida para The great lady fue Sien, una prostituta, sin casa, embarazada y alcohólica a quien Vincent creyó que podía ayudar: “Esta mujer no se aparta de mi lado, como una paloma domesticada. En cuanto a mí, sólo puedo casarme una vez, ¿y qué mejor ocasión que hacerlo con ella, pues es la única manera de continuar ayudándola, o la miseria la volverá arrojar en el camino que lleva al precipicio? Ella no tiene dinero pero me ayuda a ganarlo por medio de mi trabajo ” (Carta 192). “Cuando vengas a verme no me encontrarás abatido ni melancólico” (Carta 212). Lo que desconocía Van Gogh es que, aproximadamente un año después, Sien preferiría el alcohol y la relación entre ambos se tornaría invivible, al grado que Theo tendría que viajar para sacar a su hermano de esa casa. Así que juntarse por carencias tampoco le resultó bien a Vincent, quien, en este momento, aún tenía las orejas intactas.
4. Margot Begemann: al parecer esta muchachita amó tanto a Vincent que cuando le negaron el permiso para casarse con él porque “era muy vieja para ciertas cosas”, intentó suicidarse. Van Gogh habla poco de ella a Theo y sólo se refiere a ella como la “señorita x”. Así que no, tampoco por ella se arrancaría la oreja.
¿Y entonces la oreja?
Existen dos versiones más o menos oficiales sobre la oreja perdida. Una de ellas involucra a Paul Gauguin y su visita de nueve semanas a Van Gogh. A lo largo de esos días los pintores tuvieron “algunas” diferencias. Según dicen, todo comenzó cuando el invitado mostró a Vincent el cuadro Van Gogh pintando girasoles. Al verlo, éste respondió: “Soy yo realmente, pero enloquecido”. Entonces, con navaja en mano, se abalanzó contra Gauguin y, en los forcejeos, Vincent perdió la oreja. Y bueno, como uno no puede andar por la vida navajeando a los amigos porque la policía desearía investigar, ambos acordaron declarar que Van Gogh se había infligido la herida; de otro modo, Gauguin hubiera sido detenido. Algunos dicen que en realidad Van Gogh se autolesionó con la finalidad de chantajear a Gauguin para que no se fuera, y que no pretendía cortarse la oreja sino que apuntaba a la yugular, pero le falló el tino.
¡Un momento! ¿Y la prostituta de la historia? Pues ya sin oreja, de camino al médico, Vincent decidió pasar por la cantina y enseñarle la oreja a Rachel, una sexoservidora del lugar. ¿Herido y en la cantina? Pues claro, cualquiera sabe que el alcohol anestesia un poco el cuerpo, así que, sin duda, ésta es la versión más creíble. Lo extraño es que si lo acordaron, Van Gogh haya escrito a su hermano al salir del hospital: “Hablemos ahora de nuestro amigo Gauguin. ¿Lo he asustado? ¿Por qué no da señales de vida”.
En fin, la versión aburrida cuenta que Vincent estaba enamorado de Rachel y le había prometido pintarla pero, en lugar de cumplir su promesa, creyó más útil como método de conquista enviar una oreja en un sobre. De cualquier manera, la seducción no resultó fructífera.
La vida de Vincent, como la de todos aquellos que penetran en el imaginario colectivo, fascina y, a veces, resulta complicado encontrar los límites entre fantasía y realidad. Las cartas a Theo nos describen a un Van Gogh apasionado por la belleza de los colores del mundo y sus formas, y que nos hace preguntarnos “¿Por qué no estoy tan loco como tú?”.
Luego de terminar Trigal con cuervos, Van Gogh decidió terminar con su vida el 27 de julio de 1890 pero como se disparó en el abdomen, agonizó durante dos días más y finalmente murió el 29 de julio. Theo falleció seis meses después.
Si no has leído la edición de marzo de Revista Central, recuerda que también tenemos app para iPad .