La cloroquina sintética, conocida como Plaquenil, Axemal, Dolquine, Ilinol o Quensyl, fue descubierta por científicos alemanes en 1934. Aunque en un principio funcionó como fármaco antipalúdico, antimalaria y contra diversas enfermedades autoinmunes (lupus eritematoso y artritis reumatoide), hoy promete combatir al covid-19.
La hidroxicloroquina es la versión menos tóxica de la cloroquina. Al igual que con otros medicamentos, no se ha podido determinar su eficacia contra el nuevo coronavirus, por lo que virólogos y expertos en enfermedades infecciosas advierten que los resultados son prematuros.
La Agencia de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) no ha aprobado la hidroxicloroquina como tratamiento contra el covid-19, aunque expertos en Nueva York mencionan que al mezclarlo con sulfato de zinc es altamente eficaz.
La Grossman School of Medicine de la Universidad de Nueva York realizó una prueba en 900 pacientes con covid-19, a quienes suministró hidroxicloroquina con sulfato de zinc y azitromicina; la mitad de ellos reaccionaron favorablemente y descubrieron que este tratamiento tuvo mejores resultados.
De esta muestra, 50 por ciento de pacientes fue dado de alta; el 44 por ciento mostró menor probabilidad de morir y, aunque no se redujo el tiempo de hospitalización (en promedio de 6 días), solo 5 de ellos requirieron un respirador.
Es reconfortante saber que en Siria y en Suiza, diversos laboratorios están fabricando los comprimidos con el fin de hacerlos llegar a los pacientes y que estos se recuperen.
No está de más recordar que lo mejor es no contagiarse, pues ya hay gobiernos arrepentidos como Suiza, que por no haber realizado la cuarentena, en tan solo 15 días registró casi cinco mil muertes.