Cuando se habla de México y su participación durante la Segunda Guerra Mundial, no podemos dejar de lado al Coronel y piloto Antonio Cárdenas Rodríguez y el Escuadrón 201.
Aunque México tenía una posición neutral ante el conflicto, se vio obligado a participar después de que Alemania atacara algunas embarcaciones con petróleo que se dirigían a Estados Unidos.
Debido a esta razón, México, con el presidente Manuel Ávila Camacho, decidió unirse contra las potencias del Eje (Alemania, Japón e Italia) y terminar con las atrocidades que realizaban contra el pueblo judío.
“El compromiso moral de coadyuvar al triunfo común contra las dictaduras nazi fascistas”, señaló el entonces presidente Manual Ávila Camacho.
Sin embargo, algo que muy poco se menciona es que en México existió un campo de concentración, o mejor dicho, de detención para aprisionar a los “espías nazis” provenientes de Alemania, Japón e Italia.
De acuerdo con la BBC , en Perote, Veracruz, se ubicó un campo de detención alemán, italiano y japonés donde se encarcelaban a los espías nazis.
Este campo de detención fue creado bajo una órden de Estados Unidos para poder vigilar a personas provenientes de este país que podrían filtrar información del país a las potencias del Eje.
El campo de detención operó desde 1942 y se mantenía a las personas privadas de su libertad bajo los cargos de violar las leyes mexicanas.
Se calcula que en estos campos se detuvieron a unos 500 ciudadanos provenientes de Japón, Italia y Alemania; donde los prisioneros fueron proveídos de servicios médicos, aulas de enseñanza e incluso actividades deportivas.
En 1945, el centro de detención en Perote dejó de funcionar y se dice que los prisioneros fueron puestos en libertad.
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El campo de concentración de japoneses en México
Perote no fue el único centro de detención en México, se dice que al centro del país existió un campo de concentración japonés.
Según apunta el diario El País , después de la batalla de Pearl Harbor en 1941, Estados Unidos no quería que ninguna persona japonesa estuviera cerca de su territorio, eso incluía a la frontera con México.
Se dice que Estados Unidos pidió al presidente Manuel Ávila Camacho que todos los japoneses que vivían en el norte del país y en la frontera con EE.UU. fueran trasladados y recluidos en el centro de México, es decir Cuernavaca, Puebla y Ciudad de México.
Otra opción es que los japoneses fueron entregados al país vecino. Sin embargo, la opción que dio México fue retirarlos del norte del país y enviarlos a zonas como la Hacienda de Temixco.
Según Sergio Hernández, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), citado por El País; en los campos de detención mexicanos, los japoneses no eran totalmente prisioneros, podían moverse del campo a la ciudad mediante permisos, trabajar y construir hogares.
Sin embargo, la persecución de japoneses en México y de mexicanos con rasgos asiáticos fue tal que muchos perdieron sus costumbres, nombres e idioma japonés. Incluso, mantuvieron en secreto su orígen para no tener problemas.
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