Los juicios de Salem son quizás uno de los episodios más conocidos en el mundo sobre la hechicería y la condena de mujeres inocentes bajo el pretexto de ser brujas, donde el castigo generalmente era la horca o la hoguera.
Elizabeht Johnson Jr. la última mujer exonerada en Salem
La historia de Elizabeth Johnson Jr., no es nada diferente a las mujeres que fueron enjuiciadas en Salem en el siglo XVII. Ella fue sentenciada a la horca en 1693 junto a otros 20 miembros de su familia que también fueron acusadas de ser brujas, aunque a diferencia de otras, Johnson logró escapar de morir cuando su sentencia fue pospuesta gracias al gobernador de Massachusetts, por lo que la mujer pudo vivir hasta sus 77 años, es decir, murió hasta 1747.
A pesar de que Elizabeth escapó de la tortura y una condena, lo cierto es que nunca dejaron de considerarla una bruja, en parte porque no tuvo descendencia que peleara porque el veredicto fuera cambiado. Y es que, en aquel entonces, múltiples mujeres decidieron confesar ser brujas o haber practicado brujería porque sólo así podrían tener la oportunidad de vivir.
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Por otro lado, que Johnson fuera la última mujer en ser exonerada del cargo de brujería quizá se trató de una cuestión de mala suerte o, quizás, de una mala gestión gubernamental, ya que Johnson no fue incluida en las exoneraciones de estas mujeres –a diferencia de su propia madre que sí fue exonerada.
Los detalles de la vida de Elizabeth Johnson Jr. son escasos que no está claro por qué formó parte de los juicios, pero se cree que algunos factores eran que estaba soltera, no tuvo hijos o que quizá sufría una enfermedad mental.
No obstante, a pesar de que Elizabeth no tuvo descendencia que luchara porque se corrigiera el curso de la historia, una maestra de secundaria, Carrie LaPierre, y un grupo de estudiantes comenzaron una ardua campaña para conseguir que por fin la última bruja de Salem fuera exonerada.
Esta lucha comenzó como un proyecto de la clase de civismo, en el que los estudiantes no sólo aprendieron de historia, sino de los procesos detrás de la Ley. En ese sentido, junto a la maestra LaPierre y los estudiantes, la senadora Diana DiZoglio se unió a la causa para primero conseguir que en el presupuesto estatal se incluyera un apartado para la exoneración de la mujer.
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¿Por qué exonerar a una mujer siglos después?
Detrás de los esfuerzos por exonerar a las mujeres que fueron culpadas de brujería está simplemente la intención de hacerles justicia.
En aquel entonces, ser acusada de brujería no sólo implicaba una posible tortura o la muerte, también estas mujeres (y sus familias) eran víctimas del ostracismo, además de que sus reputaciones eran arruinadas por el resto de sus vidas. En el caso de las mujeres que sí encontraron la muerte tras los juicios –19 personas fueron colgadas, 5 murieron en custodia y un hombre fue torturado y dado muerte bajo el peso de piedras–, sus familias se enfrentaron a un futuro sin ellas, a veces de la pérdida de sus posesiones o propiedades, y sin que justicia se haya hecho.
De esa forma, familiares y descendientes comenzaron a buscar esa justicia y compensaciones, y aquellas mujeres sin familiares en esa lucha, tendrían que depender de simples extraños como este grupo de secundaria.
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