Si me fuera a subir al tren del mame en el que normalmente viajan muchas empresas en el Día Internacional de la Mujer, para este Día Internacional del Hombre, prepararía un arcón que ni en el Buen Fin habrían encontrado.
Para festejar a nuestros hombres pondría en esta canasta: una maquinita de toques que mediría la intensidad en hombría, entre más aguanten, más hombres son, porque todo mundo sabe que los hombres no lloran. Aguanta poco wataje, es una nena; aguanta el nivel máximo, macho pecho peludo y calado. Regalaría también una alcancía de cochinito, para que vayan ahorrando porque su deber es ser el sostén económico de su casa, pobre de aquel que pierda el trabajo en la década de sus cincuenta, o que tenga una esposa que gane más (la sociedad no ha decidido qué puede ser peor), su misión en la vida será cuestionada. No pueden faltar unos guantes de box, todo macho que se respete debe saber pelear y estar listo en cualquier momento para ponerse a los golpes, especialmente si alguien ofende a su pareja, lo mal mira en un restaurante o lo rebasa en la calle. Solía decirse que el hombre era feo, fuerte y formal, pero los hábitos de consumo han cambiado, lo de feo no funciona bien en Instagram, así que le agregaremos algunas cremas para el rostro (no más que las que usa su pareja), navaja para afeitar, gel de pelo, desodorante, eso sí, todas vendrán en un masculinísimo empaque negro, no vaya a ser que algo de esto le resulte demasiado afeminado. Como oferta única, el manual de “cómo ver a todas las mujeres con deseo”, porque es bien sabido que los hombres no pueden tener amigas. Y también una caja de pastillita azules, porque no le hace que esté estresado, tenga problemas en el trabajo, o simplemente no tenga ganas, el hombre tiene que estar siempre listo para desempeñarse como el gran animal sexual que es. Y por último, una cinta métrica, para darle rienda suelta a ese impulso de medirlo todo y compararlo entre pares.
Solía decirse que el hombre era feo, fuerte y formal, pero los hábitos de consumo han cambiado...
Desde el feminismo se habla constantemente de cómo el sistema nos mantiene como ciudadanas de segunda: cobramos menos, trabajamos más, dedicamos más tiempo al hogar y labores de cuidado y una larga lista de etcéteras que seguramente quien lea esto ya ha escuchado. Sin embargo, hablamos poco de cómo ese sistema también coloca a los hombres en una posición que, si bien resulta en privilegios, también les priva de una vida plena. Por ejemplo, la construcción de que el hombre debe de ser violento no solamente obliga a muchos a un comportamiento con el que no se sienten cómodos, genera un daño inmenso a toda la sociedad. No es casualidad que la mayoría de los feminicidios los cometan hombres, y la mayoría de los homicidios también los cometan hombres.
En datos publicados por el INEGI sobre las principales causas de muerte en el país entre enero y agosto del 2021, se encuentra lo siguiente: El homicidio está entre las primeras 10 causas de muerte entre hombres. En las mujeres, son por enfermedades y accidentes, la muerte por homicidio no figura ni dentro de las primeras 10. La particularidad con la violencia que vive el país es sin duda un factor, pero también lo es nuestra construcción de masculinidad.
Los hombres que se relacionan más con las construcciones de lo masculino tienen índices más altos en los indicadores de depresión y pensamientos suicidas.
Hablemos de cosas lindas, hablemos de la familia. Los hombres tienen garantizada por ley una pequeñísima licencia de paternidad, que pocas veces toman. Bajo el concepto de que son los responsables del sostén económico de su familia, son privados de la convivencia necesaria en los primeros meses de vida de sus bebés. Es por esto, que los movimientos en pro de la equidad, buscan licencias de paternidad obligatorias y extendidas, de hecho, eso garantiza que más mujeres puedan acceder a mejores puestos, porque dejan de ser vistas como ‘las que se van a ir porque se van a embarazar’. “Lo que piensan los hombres jóvenes acerca de la masculinidad tiene un fuerte nexo con los problemas de salud mental.” Dice el reporte. Los hombres que se relacionan más con las construcciones de lo masculino tienen índices más altos en los indicadores de depresión y pensamientos suicidas.
El Día Internacional del Hombre debe ser esa oportunidad para repensar cosas importantísimas como el valor del autocuidado, cuestionar cuánto de lo que entendemos hombres y mujeres como masculinidad son realmente estereotipos tóxicos, cómo podemos construir hombres más libres, mas plenos, y más felices. Es momento para cuestionarnos cómo haremos sociedades menos violentas, a partir de preguntarnos con toda honestidad ¿qué es ser hombre? Y tú, ¿tienes un feliz Día del Hombre?
*Periodista y conductora en Noticias MVS, Pisa y corre TV y Uno Noticias. Cofundadora y columnista de
@opinion_51
Web:
pamcerdeira.com
Twitter:
@PamCerdeira
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