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Los primeros 100 días de gobierno de Joe Biden: pandemia, migración y Trump

Por: Lucy Bravo 27 abril 2021 • 4 minutos de lectura

Entre la lucha contra la pandemia, una nueva perspectiva en el tema migratorio y el recuerdo de Trump: en el primer punto de reflexión del gobierno, podemos ver las prioridades del nuevo presidente, pero sobre todo, una notable diferencia con las políticas y la manera de hacer las cosas de administración pasada, cuya sombra todavía se siente en la Casa Blanca y el país entero.

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Joe biden y kamala harris al fondo
Foto: Brendan Smialowski / AFP

El presidente Joe Biden está por cumplir sus primeros 100 días de gobierno en Estados Unidos (EUA) y, al igual que sucedió con sus predecesores, se trata del primer hito de lo que será su legado. Después de todo, estamos hablando del hombre que sacó a Donald Trump de la Casa Blanca y heredó un país en plena pandemia, ¿pero sus logros serán suficientes para evitar que el péndulo electoral vuelva a voltear a ver a alguien como Trump?

Para empezar, debemos preguntarnos: ¿por qué 100 días? No hay nada en la ley estadounidense que estipule que se debe cumplir con ese plazo, pero, históricamente, tanto los presidentes como el Congreso y los medios de comunicación han tomado los primeros 100 días de una administración como un punto de referencia del progreso del gobierno en turno. Y esto a su vez puede abrir una pequeña ventana hacia las siguientes prioridades del inquilino de la Casa Blanca, así como sus principales contratiempos.

Manejo de la pandemia y economía, sus mayores aciertos

En el caso específico del demócrata, los primeros 100 días eran de vital importancia al haberse autoimpuesto una de las más ambiciosas metas para los tiempos que corren: primero, prometió aplicar 100 millones de vacunas contra covid-19; después, una vez superado ese objetivo, lo elevó a 200 millones. Algo que también logró, apenas la semana pasada. A su vez, obtuvo el paquete de ayuda económica más grande de la historia con un presupuesto de 1.9 billones de dólares.

El 52 por ciento de los adultos dice que aprueba el trabajo que está haciendo Biden, en comparación con el 42 por ciento que lo desaprueba. En este punto de su presidencia, hace cuatro años, la calificación de Trump era casi la inversa

No es fortuito que las categorías en las que Biden llega mejor evaluado son el manejo de la pandemia y la economía, con 64 y 53 por ciento respectivamente. En contraparte, 54 por ciento de los estadounidenses no aprueba sus políticas migratorias. Y ese podría ser su talón de Aquiles. Aunque en general, el 52 por ciento de los adultos dice que aprueba el trabajo que está haciendo Biden, en comparación con el 42 por ciento que lo desaprueba. En este punto de su presidencia, hace cuatro años, la calificación de Trump era casi la inversa, con una aprobación del 42 por ciento y una desaprobación del 53 por ciento.

Ciertamente ha habido mucha discusión sobre si realmente EUA puede “volver a la normalidad” después de Trump. Y a esto hay que sumarle una interrogante más sobre las consecuencias a largo plazo del asalto al Capitolio del pasado 6 de enero cuando se acabe por completo la luna de miel del demócrata y la animosidad partidista se apodere nuevamente de la escena política. Es decir, Trump puede estar fuera de la Casa Blanca, pero el trumpismo no se ha ido a ningún lado.

El tema migratorio, la bomba de tiempo de Biden

No es ningún secreto que uno de los mayores detonantes del voto republicano es el tema migratorio y en el caso específico de la administración pasada, era hasta su leitmotiv. De repente llegó Biden, quien se estrenó en el cargo con una serie de acciones ejecutivas que pusieron un punto final a las políticas migratorias de Trump. De hecho, el demócrata ha revocado más acciones de una administración anterior en los primeros 100 días que cualquier otro presidente en la historia.

En contraste, ha firmado muy pocas leyes, siete para ser precisos. Esta es una cifra baja en comparación con el número de leyes aprobadas en presidencias pasadas. Para este punto, Barack Obama había firmado 14 leyes, George W. Bush, 8, y Bill Clinton, 22. Esto puede tener varias explicaciones; la más evidente recae en la composición del Congreso estadounidense. Y es que, a pesar de contar con una estrecha mayoría en ambas Cámaras, simplemente los votos no le alcanzan para concretar su agenda de gobierno.

El impasse en materia migratoria es sin duda su mayor bomba de tiempo, ya que, por un lado, el flujo migratorio sigue creciendo a ritmos no vistos desde 2001, junto con el escrutinio republicano; y por el otro, su compromiso de aprobar una reforma migratoria parece escapársele de las manos. Prometió regularizar a 11 millones de indocumentados, pero el tema sigue empantanado en el Senado. Sin embargo, sí levantó el veto de viajes a algunos países musulmanes, revivió los programas que brindan protección a más de un millón de personas –entre ellas, los jóvenes llegados en la infancia conocidos como dreamers– y puso fin a la inhumana política de separación de familias y expulsión de menores migrantes.

El antes y el después de Donald Trump

En materia de política exterior, la reapertura de EUA al mundo tras cuatro años de aislacionismo ha sido marcada por una clara apuesta por el multilateralismo. Para empezar, el gobierno actual impuso nuevas sanciones a Rusia por su injerencia electoral en 2016 en un claro mensaje de tolerancia cero hacia Vladimir Putin. A su vez, la retirada definitiva de las tropas estadounidenses de Afganistán y el diálogo para reanimar el pacto nuclear con Irán –que EUA abandonó en 2018– son un claro parteaguas en la política de Oriente Medio.

Uno de los temas más trascendentales para el demócrata es el cambio climático. Biden reingresó al Acuerdo de París desde el día uno de su mandato y, en la reciente cumbre climática internacional, ha buscado recuperar el liderazgo que Trump dejó por los suelos con un ambicioso plan de reducción de emisiones que convertiría a EUA en un país de emisiones neutras para 2050.

Son muchos los temas que han marcado los primeros días del gobierno de Biden, pero quizás el más evidente de todos es la ausencia de polémicas y exabruptos desde el despacho oval.

Esto es algo que, sin duda, establece un antes y después de Trump, aunque sabemos que es una era que no termina de esfumarse del todo. Y eso debería quitarle el sueño a más de uno en Washington.

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