Cada semana podemos ver notas en redes, noticias y otras publicaciones que nos dan cuentas poco afortunadas sobre nuestras niñas, algunas de ellas más dotadas de un análisis adultocéntrico en el cual, como decreto cumplido, se engloba la frase #ConLasNiñasNo como sujetas sólo pasivas del ejercicio de sus derechos. Siempre me arrebata la idea de “con ellas sí y sus derechos”.
Parte fundamental de reconocerles como activas en el ejercicio y protección de sus derechos, es lograr que las infantes los conozcan y desde pequeñas comiencen a tener noción de estos, de lo que son en el sentido más amplio de su interés superior y cómo repercuten en su vida.
En esta ocasión quiero referir y dedicar este texto a las niñas y a cómo les construimos muchas expectativas al momento de ir creciendo: ¿Cómo se verá de grande? ¿Cabello largo o corto? ¿Aretes o sin aretes? ¿Usará un tatuaje? ¿Su expresión de género seguirá los estereotipos del “ser niña”? ¿Cómo le hablamos sobre los roles y las familias?
Para ello, es necesario resaltar que nuestras niñas nacen con derechos inherentes que en esa primera etapa debemos proteger en el sentido más amplio. En esto, el Estado tiene una responsabilidad fundamental en su garantía y socialmente para defender y garantizar una infancia feliz y permitir el desarrollo de una adolescencia y adultez digna.
Consentimiento y derecho de decisión
¿Pero cuáles son estos derechos de los que tanto hablamos? Comencemos con el consentimiento y el derecho de decisión, sencillo e incluso dado por bueno. El consentimiento nos permite decidir cuándo algo nos gusta o no nos gusta; saber decir NO a tiempo nos ayuda a prevenir cualquier abuso en la infancia de las pequeñas.
Se debe aprender a diferenciar entre lo que otorga comodidad y felicidad en contraste con lo que las haga sentir incómodas o experimentar emociones negativas; en ese momento debe decirse NO y reconocer el valor de decisión que tengan desde niñas, sin poner en duda o hacer burlas o comentarios hirientes por ejercer su derecho a decidir, siendo sus sentimientos importantes y válidos, desde qué ropa quiere usar, hasta evitar algún abuso físico, creyendo siempre en la palabra de la menor y haciéndole saber que su círculo familiar es un espacio seguro en el que podrá expresarse sin sentirse juzgada, asustada o invalidada, por ejemplo: “No me toque, no me gusta, le diré a mi mamá y ella me creerá”.
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El poder del consentimiento inicia desde que ellas deciden qué es lo que quieren y qué es lo que no quieren y entienden que tienen derecho a negarse, sin repercusiones en ellas, abrazando este poder e inculcándoles que alcen la voz en cualquier situación de incomodidad e inconformidad.
La importancia de enseñarles a decir NO cada vez que algo las haga sentir incómodas, de ayudarlas a decidir por ellas mismas y saber que pueden acudir con su madre o familia en situaciones desagradables, ayudará a que crezcan seguras de sí mismas.
Si bien esto parece algo sencillo y casi automático para nuestras futuras infancias, la importancia de enseñarles a decir NO cada vez que algo las haga sentir incómodas, de ayudarlas a decidir por ellas mismas y saber que pueden acudir con su madre o familia en situaciones desagradables, ayudará a que crezcan seguras de sí mismas, firmes en sus decisiones y teniendo la confianza para hablar con su red de apoyo sin recurrir a esconder cosas o callarlas por temor, al contrario: permitir que se expresen realzará el poder de nuestras niñas, quienes deben crecer con una mentalidad abierta y firmes para el futuro.
La importancia de defender los derechos de las niñas
Es sorprendente cómo, en la búsqueda de derechos para las niñas, nos encontramos con derechos para los NIÑOS, sin considerar demasiado la diferencia entre nacer niño o niña.
Esto es importante mencionarlo ya que las niñas son más propensas a sufrir una doble discriminación, por el hecho de ser infante y por su género, siendo más complicado de explicar la importancia de conocer el consentimiento, evitando así violaciones a sus derechos humanos como niña y como mujer.
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En los datos siguientes podemos observar las diferencias entre niños y niñas:
• Antes de la edad de 5 años, las niñas tienen 3 veces más de posibilidades de sufrir malnutrición que los niños.
• En los países en desarrollo, una de cada tres niñas no finaliza la educación primaria, sobre todo porque dedican 8 veces más de tiempo que los niños a tareas domésticas.
• Cada día, 25,000 niñas son víctimas de matrimonios forzados, hecho que las obliga a abandonar la escuela. El embarazo es la primera causa de mortalidad entre las chicas entre 15 y 19 años.
• El 50% de las agresiones sexuales de todo el mundo involucran a chicas menores de 16 años.
• Además de esto, hay que considerar la preferencia que se tiene en el mundo por tener un hijo en lugar de una hija, algo que sucede en China y en la India.
• En temas de educación, 96 millones de chicas entre 15 y 24 años son analfabetas comparando contra 57 millones de chicos. ¿La razón?: Actualmente existen muchos sitios en donde la educación a la menor no es un tema prioritario, regresando a este pensamiento machista que lleva a la doble discriminación, sin considerar otros factores que nos llevarían a la tercera o cuarta discriminación, como pertenecer a grupos minoritarios, ser de escasos recursos, etc.
· La mutilación genital femenina es otra violación de los derechos de las niñas. Cada año, alrededor de 3 millones de niñas y adolescentes sufren esta práctica, que en ocasiones puede llevarlas a padecer problemas de salud irreversibles o incluso a sufrir infecciones mortales.
· Niñas de todo el mundo son víctimas de matrimonios precoces, embarazos, trata infantil y violencia sexual. De hecho, el 50% de las agresiones sexuales del mundo las sufren las niñas menores de 16 años.
La diferencia entre nacer niña o niño es clara, razón por la cual es necesario el conocimiento y el temprano aprendizaje de los padres de familia, para permitir una libre expresión de las hijas, valorando y resaltando la importancia de los sentimientos y emociones de las menores, evitando así caer en estos problemas tan comunes que incluso parecen lejanos dentro de los privilegios que gozamos, pero hay que entender que al menos el 50% de los abusos sexuales suceden en menores de 16 años, llevando esto a los embarazos no deseados, matrimonios forzados y demás situaciones terribles para nuestras infancias. Con todo esto, el apoyo madre-hija es fundamental.
Los derechos humanos y los derechos de las niñas en particular suenan inherentes y, aunque así sean, es muy fácil violarlos. Considerando las diferencias bajo las que muchas niñas nacen, es fundamental priorizar en los espacios familiares la comunicación y la libre expresión. Reconocer sus sentimientos y respetarlos es nuestro deber y responsabilidad de amor con nuestras niñas; este es su momento y hoy, ellas, ya están cambiando la historia.
* Hilda Téllez Lino es abogada y maestra en Derechos Humanos y Democracia. Feminista, defensora de DDHH, activista por la igualdad, las familias diversas, el derecho a decidir y la lucha contra la violencia de género.