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También hablemos de salud mental

Por: Mónica Garza 09 octubre 2020 • 3 minutos de lectura

En este 2020, poner el reflector sobre el tema de la salud mental es quizá más urgente que nunca. La pandemia por coronavirus impacta no solo en el bienestar físico, sino también en el emocional y mental, y en México no estamos preparados para proteger a los más vulnerables.

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Salud mental

La crisis de COVID-19 ha orillado a las poblaciones a permanecer en un estado de confinamiento en el que, está demostrado, crece la incidencia de violencia en muchos aspectos y por muchos factores. Algo que pronto vamos a ver reflejado en cifras.

Esto nos obliga a hablar de algo de lo que poco hablamos en México: salud mental. Y no solo hablamos poco, nos ocupamos poco, porque ni los gobiernos anteriores –ni mucho menos este– han destinado más del 2 por ciento del presupuesto a la salud mental.

Además, en su mayoría, dicho presupuesto se utiliza más en el mantenimiento de hospitales psiquiátricos, que en la investigación y tratamiento de enfermedades mentales.

México es un país que, al día de hoy, tiene al 10 por ciento de su población en estado de depresión clínica.

Los factores que intervienen son muchísimos, desde muy particulares hasta colectivos, porque la violencia y la inseguridad han lastimado tanto el tejido social en nuestro país, que enfrentamos además un grave problema de adicción a las drogas entre jóvenes y adultos, que desemboca en otros trastornos y al final también en enfermedades físicas.

Esto nos enseña que, en muchos casos, si no atendemos el origen en lo mental, le estamos abriendo la puerta para convertirse en una enfermedad física, pero en este país seguimos sin querer verlo ni hablar de ello.

A esto hay que añadir que, del poco servicio que tenemos para salud mental en el sector público, este suele ser de muy mala calidad.

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En cifras:

  • De los 39 hospitales psiquiátricos públicos que tenemos, en casi el 80 por ciento no hay suficiente personal adscrito.
  • NO hay especialistas suficientes y tampoco se ve alguna tentativa de inversión por parte del gobierno.
  • La Organización Mundial de la Salud recomienda que debe de haber un psiquiatra por cada 10 mil habitantes. De acuerdo con esto, en México deberíamos de tener al menos 13 mil psiquiatras ejerciendo de manera formal. Sin embargo, se calcula que únicamente hay alrededor de 4 mil, de los cuales solo 1,400 trabajan en el servicio público.
  • 60 por ciento de los especialistas en salud mental en nuestro país se distribuye solo en cuatro entidades: Ciudad de México, Estado de México, Jalisco y Nuevo León. Esto no contempla, por ejemplo, que los estados del sureste mexicano es donde se reportan los más altos índices de suicidio. Y bueno, de las zonas rurales y suburbanas en general, ni hablamos…

Nuestra realidad es que únicamente uno de cada cinco mexicanos con algún trastorno mental, recibe la atención médica necesaria.

Y aquí hay algo todavía peor: los servicios psiquiátricos son muy caros y, en el caso de las compañías de seguros médicos privados, NO cubren ningún gasto que se derive de la atención a estos padecimientos.

Algo que es gravísimo considerando que hoy en nuestro país, tan solo el estrés y la depresión son de las enfermedades más discapacitantes, social y laboralmente. Quitan alrededor de 65 días al año.

Todo esto de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición que se hizo en 2011, es decir, ya necesitamos también nuevas encuestas al respecto, porque las prevalencias pueden haber ascendido y no lo sabemos.

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La realidad es que 30 por ciento de los mexicanos en algún momento de su vida se ha deprimido, esto es alrededor de 33 millones de personas. Lamentablemente, de estos millones solamente uno de cada 10 va a recibir servicios de atención mental.

Yo no sé a ustedes, pero a mí sí me parece dramático el hecho de que en nuestro país, para que un paciente con un desorden psiquiátrico llegue con un especialista, pueden pasar de 1 a 5 años en el caso de depresión; para trastorno obsesivo compulsivo, de 1 a 7 años; esquizofrenia, de 1 a 9 años, y ni hablar de los casos de discriminación, algo quiero subrayar: para que un paciente transgénero tenga acceso a un especialista de salud mental pueden pasar hasta 20 años.

¿Qué es lo que necesitamos hacer frente a este tema? Que nos importe. Que se convierta en una exigencia de todos el hecho de que hay que invertir en salud mental.

Nunca sabemos si el día de mañana tendremos a alguien con uno de estos padecimientos en casa, o nosotros mismos. Si no es que lo tenemos ya.

Los invito a reflexionar.
@monicagarzag

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