Desde el inicio de la crisis sanitaria por la pandemia de coronavirus a nivel mundial, todos los reflectores se han enfocado en los esfuerzos para combatir la covid-19. Sin embargo, hay otra crisis silenciosa que se ha gestado de manera preocupante en México: las sequías.
Mucho se ha hablado de los efectos del cambio climático en las temperaturas récord que hemos alcanzado en nuestro país, pero lo más preocupante es que estamos por enfrentarnos a uno de los años más calurosos de los que se tenga registro y no queda claro si estamos preparados.
En lo que va del 2021 se han registrado 499 incendios forestales, 366 más que en el mismo periodo del 2020.
Menos lluvias, más incendios
Tan solo en lo que va del 2021 se han registrado 499 incendios forestales, 366 más que en el mismo periodo del 2020, de acuerdo con el último informe de la Comisión Nacional Forestal. La mayoría son provocados por los seres humanos; sin embargo, no podemos ignorar que nos enfrentamos a la mayor sequía en casi 10 años. Y el pasado 15 de febrero, al menos el 80% del territorio nacional presentaba alguna condición de sequía.
Esto sin tomar en cuenta que 83 de las 210 presas prioritarias tienen menos de la mitad de agua. Solo tres presas se encuentran por arriba del 100% de almacenamiento. De hecho, el Sistema Cutzamala –el cual abastece el Valle de México– presenta su nivel más bajo en 25 años, debido a que en los primeros dos meses del año se ha registrado hasta 20% menos lluvia que lo habitual para el mismo periodo.
Estamos ante un complejo panorama, ya que los daños ambientales, económicos y sociales por este tipo de siniestros pueden dejar secuelas durante muchos años. Además, las afectaciones a la agricultura, la ganadería y la industria llegan en un año de sequía económica generada por la pandemia. Incluso, en algunas localidades de estados como Sonora y Oaxaca, los expertos advierten que las condiciones climáticas simplemente ya no son favorables para mantener la autonomía alimentaria.
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Un problema cada vez mayor
Esta problemática no es nueva; al contrario, ha ido en aumento año con año. Y la realidad es que no es suficiente con promover políticas del uso eficiente del agua en los hogares, la agricultura, la ganadería y la industria. Estamos ante la necesidad urgente de aumentar la infraestructura hidráulica para almacenar el agua y conducirla adecuadamente hacia su destino final en temporadas de sequías.
Por ejemplo, se estima que en las redes de distribución hacia el Valle de México se desperdicia cerca de 35% por fugas en las tuberías. De los 63 metros cúbicos por segundo que llegan, se pierden 21.5.
Esto nos habla de un uso poco eficiente de los recursos. Pero mientras sigamos enfocando nuestros esfuerzos a campañas de un mejor cuidado del agua o a la contención de los incendios, poco o nada se va a lograr en el desarrollo sustentable de nuestras ciudades, cambios sustanciales en nuestros modos de producción y una mejor regulación de los recursos que consumimos.
El Sistema Cutzamala –el cual abastece el Valle de México– presenta su nivel más bajo en 25 años.
En camino hacia la escasez
La Organización de las Naciones Unidas ha denominado como “día cero” a aquel en el que el suministro libre de agua termina en un lugar y el acceso al líquido comienza a ser racionado. En el caso de México, ese día podría llegar en 2028 de acuerdo con el organismo, si continuamos con los hábitos actuales de uso y desperdicio.
Por lo pronto, la Conagua pronostica casi un 20% menos precipitaciones en nuestro país en los próximos meses y aunque para aquellos despistados que siempre olvidan el paraguas parezca una buena noticia, la realidad es que debería preocuparnos a todos.
Dicen que el destino siempre nos alcanza. Sin duda, hablar de la negación del cambio climático a estas alturas parecería imposible, pero no lo es. Aún hay muchos que simplemente no quieren abrir los ojos y ver a su alrededor, aunque año con año, los signos de nuestros tiempos son más que evidentes. Si algo nos ha demostrado la pandemia de covid-19 es que no todos los líderes políticos están a la altura, y sería lamentable que se repita la historia con el calentamiento global.