El 2 de octubre de 1968, la Ciudad de México se manchó de sangre debido a la matanza estudiantil ocurrida en Tlatelolco.
La terrible escena se suscitó tras una manifestación estudiantil donde se buscaba el diálogo con policías y gobernantes para evitar el abuso de las autoridades.
Sin embargo, lo que inició como una manifestación, terminó como una sanguinaria matanza donde más de 300 de estudiantes y civiles perdieron la vida.
A pesar de que lo ocurrido en Tlatelolco paralizó gran parte de la ciudad y los capitalinos, los medios de comunicación prefirieron callar y no dar a conocer el terrible hecho.
Sin embargo, existió una persona que sí narró lo ocurrido y lo expuso a la prensa internacional: Oriana Fallaci.
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Oriana Fallaci, la periodista que vivió el terror del 2 de octubre
Oriana Fallaci fue una reconocida y apasionada periodista italiana, que recorría el mundo para realizar sus reportajes.
Fallaci había estado en la guerra de Vietnam y llegó a México para cubrir el movimiento estudiantil como reportera de L’Europeo.
El Consejo Nacional de Huelga y los líderes del movimiento estudiantil invitaron a Oriana a presenciar la manifestación del 2 de octubre; así que la periodista, con ayuda del estudiante e intérprete Manuel Gómez Muñoz, acudieron a la cita en el edificio Chihuahua, frente a la Plaza de las Tres Culturas.
De acuerdo con Excélsior, Fallaci deseaba estar muy cerca de los estudiantes y oradores, por lo que le pidió a Manuel Gómez Muñoz subir hasta el tercer piso del edificio.
“Le contesté que por la forma en que se estaban desarrollando los acontecimientos últimamente en México, era peligroso para su seguridad subir a la tribuna, pero la periodista insistió y no tuve más remedio que acceder a la súplica de subir a la tribuna”; señaló Gómez Muñoz.
Una vez arriba, la periodista observó como unos helicópteros empezaron a volar bajo y lanzaron una bengalas verdes, algo que alertó a Fallaci.
Por su experiencia en Vietnam, Oriana sabía que la luz verde señalaba que habría un bombardeo. Segundos después, el edificio y las personas fueron atacados con metralletas.
Oriana Fallaci y Manuel Gómez Muñoz trataron de esquivar las balas al colocarse contra el suelo, sin embargo, después de 30 minutos de disparos, la periodista fue alcanzada por los tiros.
Un par de balas se incrustaron en sus piernas, lo que originó que sangrara.
Fallaci pidió ayuda a los policías y solicitó que llamaran a la Embajada de Italia, sin embargo, sus peticiones fueron ignoradas.
Después de estar 45 minutos en el suelo y desangrándose, la Cruz Verde llegó al lugar para retirar a los heridos.
Oriana Fallaci fue enviada al hospital Rubén Leñero. Una vez recuperada, no quiso hablar o dar entrevistas; sin embargo, se escribió lo que vivió en Tlatelolco para la prensa internacional.
“No, no voy a dar ninguna entrevista, no después de lo que me pasó; me han disparado, me han robado mi reloj, me dejaron desangrarme ahí en el suelo del Chihuahua, me negaron el derecho a llamar a mi Embajada”.
“Quiero que la delegación italiana se retire de los Juegos Olímpicos; es lo menos que pueden hacer. Mi asunto va a ir al Parlamento, el mundo entero se va a enterar de lo que pasa en México, de la clase de democracia que impera en este país, el mundo entero. ¡Qué salvajada!”
“Yo he estado en Vietnam y puedo asegurar que en Vietnam durante los tiroteos y los bombardeos (también en Vietnam señalan los sitios a bombardear con luces de bengala) hay barricadas, refugios, trincheras, agujeros, qué sé yo, a donde correr a guarecerse. Aquí no hay la más remota posibilidad de escape”.
“Al contrario. Yo estaba tirada boca abajo en el suelo y cuando quise cubrir mi cabeza con mi bolsa para protegerme, un policía apuntó el cañón de su pistola a unos centímetros de mi cabeza: ‘No se mueva.’
“Yo veía las balas incrustarse en el piso de la terraza a mi alrededor. También vi cómo la policía arrastraba de los cabellos a estudiantes y a jóvenes y los arrestaban. Vi a muchos heridos, mucha sangre, hasta que me hirieron a mí y permanecí tirada en un charco de mi propia sangre durante cuarenta y cinco minutos”.
“Un estudiante junto a mí repetía: ‘Valor Oriana, valor’. La policía jamás atendió a mi petición: ‘Avísenle a mi embajada, avísenle a mi embajada’. Todos se negaron hasta que una mujer me dijo: “‘Yo voy a hacerlo’. ‘He llamado a mi hermana que sale hoy en avión, he llamado a Londres, a Paris, a Nueva York, a Roma’.
“Hoy en la mañana cuando me llevaron a rayos X unos periodistas me preguntaron qué hacía en Tlatelolco: ¿Qué hacía, Dios mío? Mi trabajo. Soy una periodista profesional. Tuve contacto con los líderes del Consejo Nacional de Huelga porque el Movimiento es lo más interesante que sucede ahora en su país”.
“Los estudiantes me hablaron el viernes a mi hotel y me dijeron que habría un gran mitin en la Plaza de las Tres Culturas el miércoles 2 de octubre a las cinco de la tarde. Como no conocía la Plaza y sé que es un centro arqueológico pensé combinar las dos cosas. Por eso fui”.
“Desde que llegué a México me llamó la atención la lucha de los estudiantes contra la represión policíaca. Me asombran también las noticias en sus periódicos. ¡Qué malos son sus periódicos, qué timoratos, qué poca capacidad de indignación! ¡Qué Olimpiadas ni qué nada! Apenas me den de alta en este hospital, me largo”.
Orina Fallaci no regresó a México.
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