Hacia 1898 Marie Sklodowska-Curie cambiaría radicalmente el mundo con el descubrimiento del radio, un nuevo elemento químico que era inusualmente inestable, pero por sobre todo radiactivo… excepto que ni ella, ni su esposo Pierre ni decenas que trabajaban en su laboratorio sabían que este nuevo elemento podía ser mortal para todos aquellos que lo manipularan.
Si bien el radio y en específico la radiactividad a la larga fue un hallazgo que revolucionó la medicina y otorgó una alternativa para los tratamientos contra el cáncer e incluso para la toma de radiografías, lo cierto es que durante muchos años el radio fue el centro de una fiebre que lo llevó a estar en todo: agua, pastillas, pintura, jabones… y claro está, el maquillaje .
Todos aquellos que ya hayan visto la película Madame Curie (Radioactive) protagonizada por Rosamund Pike –actualmente disponible en Netflix– abrán visto la serie de productos que se idearon una vez su descubrimiento llegó a manos de emprendedores y más que vieron en el radio un excelente uso… aunque nada estuviera probado.
De acuerdo con Paul Frame para CNN , existían cremas radiactivas que a pesar de contener el elemento, su radiactividad era tan baja que no podía tener un gran efecto sobre las personas, no obstante, se desarrollaron otros productos que sí probaron ser letales, tal es el caso de Radithor, una bebida que tenía radio disuelto y que prometía ser un curatodo, desde la diabetes hasta la poca energía.
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El maquillaje radiactivo
Además de todo tipo de productos milagro –en ocasiones que ni siquiera contaban con radio en su formulación–, una gran incursión fue el maquillaje radiactivo: cremas, polvos, labiales, rubores y mucho más aprovecharon la fama del radio, así como sus propiedades luminiscentes para darle un toque extra a sus productos.
De esta forma, este maquillaje no sólo prometía la belleza , sino que algunas marcas como Tho-Radia publicitaban sus productos bajo la idea que darían un “saludable brillo”... y si bien podían cumplir con el brillo, estaban a años luz de lo saludable.
Tho-Radia también probaría ser un caso especial en la capitalización y enriquecimiento con productos nocivos, pues su fundador, Alexis Moussali, contactó a Alfred Curie, un doctor sin relación alguna con los Curie, pero cuyo apellido probaba ser una herramienta efectiva para asegurar la efectividad de sus productos. Hasta la actualidad, los productos de Tho-radia se han mantenido relevantes por el simple hecho de que sí contenían los elementos prometidos y que por lo menos a mitad del siglo XX aún mantenían altos niveles de radiactividad.
Además de las cremas y el maquillaje para la cara, también se desarrollaron tratamientos para la piel en 1920, que utilizaban barro radiactivo conocido como Kemolite Radio-Active Beauty Plasma, que prometía deshacerse de las arrugas y dejar la piel suave, puedes ver su aplicación en el siguiente video.
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Radium Girls o las chicas del radio
Se trata de uno de los grupos de mujeres con mayor notoriedad que sufrieron en carne y hueso los efectos adversos del radio y otros elementos con propiedades radiactivas. Ellas eran las encargadas de pintar a mano los relojes con pintura radiactiva, misma que daba un brillo verdoso que se volvió sumamente popular. Este brillo probaría ser muy útil en el contexto de la Primera Guerra Mundial , cuando los relojes, brújulas y otros instrumentos de vuelos eran visibles en la oscuridad de la noche.
Sin embargo, el origen de sus dolencias provenía de que al parecer chupaban los pinceles con los que pintaban para afinar las cerdas de pelo de camello, ingiriendo de esta forma la nociva pintura que a lo largo de los años las debilitaría e incluso las haría perder su dentadura. Un efecto similar al que muchos artistas, Van Gogh incluido, sufrieron cuando también lamían sus pinceles con pintura.
Del mismo modo, en esos mismos talleres los hombres solían usar equipo de protección, mismo que las mujeres carecían y que a pesar de su preocupación y de sus problemas de salud, siguieron trabajando bajo aquellas condiciones.
Finalmente, hacia 1927 las afamadas Radium Girls, cinco mujeres, entre ellas Grace Fryer comenzaron un proceso legal, el cual se presume que intentó alargarse pues las mujeres se encontraban cerca de su lecho de muerte y la estrategia funcionó, las cinco aceptaron un trato en el que la empresa cubriría sus gastos médicos, además de pagarles 10 mil dólares de la época.
A pesar de la trágica historia de estas mujeres y de sus dolencias, tomarían varias décadas más en instaurar más medidas de seguridad en el trabajo tan sólo en los Estados Unidos y otros lugares del mundo.
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