En la actualidad, el Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es detectado con mucha facilidad durante la infancia de muchas personas, y es que en la actualidad existe un conocimiento mucho más grande en cuanto a este trastorno. Por otro lado, hace un par de décadas, los que crecimos con TDAH durante la década de los 90 e inicios de los 2000 nos han diagnosticado el trastorno a edad muy adulta.
Cuando era niño, en plena década de 1990, la escuela me resultaba una pesadilla, me distraía con mucha facilidad y me la pasaba dibujando en lugar de prestar atención a las clases, constantemente me llamaban la atención por ser “un mal estudiante”. Incluso fui a terapia en más de una vez, tanto con psicólogos, como con psiquiatras, pero jamás le dieron al clavo con qué es lo que sucedía.
Existen muchos tipos de TDAH, y en mi caso, hablamos de la variante inatenta, aunque sí recuerdo haber sido bastante inquieto de pequeño, pero nunca realmente al grado de dar señales de hiperactividad. No puedo decir con certeza que fue lo que logró esconder mi diagnóstico de los “expertos” de esta época, pero en realidad nunca sugirieron algún medicamento, más bien buscaban soluciones conductuales, pues asumían que “no quería estudiar”.
Incluso, esta mentira yo mismo me la llegué a creer, pensando que simplemente era flojo, o incluso tonto, algo que me frustraba mucho, pues en realidad yo quería salir adelante en mis estudios. Conforme fui creciendo, las cosas fueron cambiando, e incluso, cuando entré a la universidad, se me facilitaba bastante sacar adelante mis estudios.
Años más tarde entendí que esto era por el interés que causaba estudiar mi carrera, esta en realidad estimulaba mi dopamina, y me mantenía atento a las clases. No todo fue color de rosa, hacer tareas y trabajos siempre fue un dolor de cabeza, y muchas veces pasé noches en vela para entregar un largo trabajo que se debía entregar a la mañana siguiente.
Mi diagnóstico de TDAH llegó a mis 33 años, cuando fui al otorrinolaringólogo, pensando que mi problema era que “no escuchaba bien”, hasta que me preguntó como me iba en la escuela, y cuando le platiqué, me envió a hacer pruebas, que llegaron a la conclusión del verdadero problema. Como buen paciente de TDAH, no terminé mi proceso y hasta la fecha no tomo medicamento.
Vivir con TDAH en la etapa adulta puede ser sumamente frustrante, depende del tipo, y el nivel de intensidad, pero existen muchos factores en común que pueden complicar varis aspectos de la vida, tanto personal, como laboral. El burn-out ha sido una constante, especialmente a partir de mis 30, aunque estoy seguro de que este lo empecé a experimentar desde mucho antes.
A pesar de que en mi vida adulta he lidiado bastante con los síntomas de un TDAH no tratado, la realidad es que, más allá de buscar la victimización y escudarme detrás del diagnóstico, me he enfocado mucho en salir adelante. Si bien, no he recurrido a los medicamentos, no me he quedado con brazos cruzados, y me queda claro que hay luz al final del túnel.
Si tienes TDAH, no te abrumes al leer mis consejos, hacer esto me cambió la vida, y lo bueno de esta neurodivergencia, es que nos hace bien clavados en lo que hacemos y nos genera dopamina, eso no lo quita ningún medicamento.
1. Toma suplementos alimenticios
Ya sea que sufres de burn-out o agotamiento mental, secuelas muy comunes cuando padeces TDAH, todo está ligado al cerebro, pues este trastorno se genera a partir de una deficiencia de dopamina. Este neurotransmisor es el que hace que sintamos felicidad, pero también regula la conducta motora y la comunicación neuroendocrina.
En palabras más sencillas, también ve por tu coordinación mano-ojo, y permite que tus neuronas se comuniquen entre sí, lo que se traduce en que la falta de esta molécula puede causar problemas de movimiento y deficiencia en la memoria, aprendizaje y atención.
Por fortuna, la ciencia ha avanzado lo suficiente como para crear suplementos alimenticios; en su mayoría, de origen natural; que estimulan al cerebro para mejorar la producción de dopamina. El complejo b es un gran aliado, así como el omega-3, además de otros, como el hongo melena de león, l-tirosina, l-teanina, dl-fenilalanina y la l-lisina.
Existen varios suplementos que mezclan más de uno de estos activos, aunque te recomiendo consultar con tu médico, neurólogo o nutriólogo al respecto antes de probarlos.
2. Cuida tus horarios de sueño como oro
Uno de los síntomas más comunes del TDAH son los trastornos de sueño e insomnio, ya sea la dificultad de conciliar el sueño, despertarte entre horas, o salir de la cama, además que es usual sentir cansancio durante el día, aunque hayas dormido 8 horas o más. Por esto, cuidar tus hábitos a la hora de ir a la cama es prioridad, y es que crear una higiene de sueño adecuada te puede cambiar la vida.
Procura acostarte todos los días a la misma hora, y levantarte a la misma hora, incluso durante el fin de semana, y en poco tiempo verás un cambio significativo en tu concentración y en tu rutina diaria. Si te cuesta trabajo regularizarte, no dudes en asistir a una clínica del sueño.
3. La técnica Pomodoro
Un hack conocido como la técnica Pomodoro es algo que te facilitará muchísimo el terminar cualquier tarea o pendiente. Este consta de dividir tus actividades en dos esquemas de tiempo, uno donde trabajas sin parar, y otro donde descansas y te das permiso de distraerte.
Por ejemplo, si tienes que realizar un ensayo, toma una hora, divídela en 45 y 15 minutos, y pon un temporizador, dedícale los primeros 45 minutos a escribir sin detenerte, y cuando suene la alarma, detente, date 15 minutos para relajarte y distraerte con lo que quieras, luego repite el proceso.
4. Ve a terapia
La salud mental también es primordial, y buscar ayuda psicológica no solo puede representar el quitarte una carga interna fuerte, el psicólogo también puede darte ejercicios para mejorar la concentración y el enfoque, además de mitigar la niebla mental frecuente de este diagnóstico.
5. Cuida tu alimentación
Aunque no tienes que hacer una dieta estricta, el cuidar lo que comes también puede ayudarte a sentir más energía, y mejorar tu concentración, especialmente si evitas consumir productos muy azucarados o procesados. Hacer ejercicio no está de más, al contrario, esto puede ser sumamente benéfico.
No todo lo relacionado con el Trastorno por déficit de atención con hiperactividad es malo, muchas veces puede actuar como un superpoder, pero esto no pasa de la noche a la mañana, es un trabajo que requiere mucha paciencia y amor propio para salir adelante.
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