El duelo es el proceso doloroso por el que atravesamos cuando hemos tenido una pérdida. Perder duele, y ese dolor te mete dentro de este caracol de fases llamado proceso de duelo. Los tanatólogos trabajamos con pérdidas y hay que entender que pérdida es algo que yo tenía y ya no tengo; o bien, algo que yo deseaba y nunca obtuve, como por ejemplo ser madre, ser exitoso o convertirme en un ingeniero. La Dra. Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra suiza, fue la primera en establecer estas etapas con base en su observación a los pacientes enfermos terminales y posteriormente a dolientes. Años después, como homenaje póstumo a su mentora, David Kessler, afamado consejero de duelo norteamericano, dio a conocer su sexta etapa de duelo, donde habla de la búsqueda de sentido a lo ocurrido. Lo que nos ha pasado, la pérdida, el desempleo, el abandono, puede no tener sentido en sí mismo, pero lo que hagamos con él sí que lo tiene.
El duelo se vive sin prisa, pero sin pausa.
1ª etapa del duelo: Es la fase conocida como shock inicial. Es como si hubieran sonado un gong junto a ti y quedaras resonando, entumido sin posibilidad de sentir nada. Lo que lo define es la negación, que es un mecanismo del cerebro para evitar el impacto absoluto de la noticia en nuestra psique. Recordemos que el cerebro siempre quiere nuestro bien y su función es preservar la integridad del ser humano. Por ello, cuando una noticia es demasiado fuerte para asimilarla, la negación se vuelve nuestra mejor aliada. El problema es que, si permanecemos demasiado tiempo en la negación, estaremos estancados e imposibilitados para continuar el camino hacia recuperar la paz interior. Es por eso que la negación como recurso, quien es tu mejor amigo al principio, se puede volver tu peor enemigo si no sales de ahí relativamente pronto.
Lo importante en el duelo no es su duración, sino que se avance en las etapas.
2ª etapa del duelo: Este periodo de tiempo es conocido como el periodo de la ira. Una rabia furiosa que te llena de frustración por lo ocurrido y comienzan todos los reclamos a la vida. ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? ¿Por qué así? Son preguntas para las cuales no encontramos respuestas y que producen un enojo proyectivo hacia todo aquel que esté cercano a mí, haya estado involucrado en el proceso o yo considere alguien que pudo haber evitado lo ocurrido: un médico, una autoridad, Dios (si se cree en alguno).
Es importante recordar que estas etapas no se recorren en línea recta ni se pasa solamente una vez por ellas. Podemos volver una y otra vez a cada una hasta que nuestro cerebro logra este proceso adaptativo a la nueva vida sin la persona o el objeto amado.
A la etapa que mayormente regresamos en el duelo es a la Rabia.
3ª etapa del duelo: Aunque ya especifiqué que no siguen un orden lineal, generalmente la etapa que experimentamos después de la rabia es la negociación. En ella tratamos de tranzar con la vida, es un “toma y daca” donde proponemos cambios a ver si con eso cambia lo ocurrido. ¿Y si ahora hago ejercicio? ¿Si dejo de beber o comer en exceso? Promesas, medicina alternativa, recursos esotéricos, todo entra en una fuerte transacción con la vida.
Si las cosas no salen como las planeamos, entonces estaremos entrando en la:
4ª. Etapa del duelo: Más conocida como depresión reactiva. Uno reacciona con depresión por haber perdido al objeto de su afecto. No es necesario tomar antidepresivos para poder sobrellevar esta fase, ya que no es una depresión química u orgánica, es la respuesta natural a la tristeza de la ausencia. Esta depresión reactiva viene acompañada de mucho llanto, desesperanza, cansancio y aislamiento. Depende mucho el temperamento del doliente, ya que por carácter algunas personas tienden más a la melancolía que otras, como consecuencia de la alta emotividad que manifiestan.
5ª. Etapa del duelo: Así llegamos a la quinta etapa del duelo donde finalmente aceptamos lo ocurrido. No es que nos guste lo que ha pasado y mucho menos que estemos de acuerdo, pero la verdad es que sí pasó, pero ya pasó. Debemos recoger los pedazos de nuestra vida y seguir adelante.
El objetivo de un buen trabajo de duelo es recordar con más amor que dolor.
No hay duelos de microondas, toma su tiempo y requiere, como cualquier herida, de cuidados amorosos y paciencia. Es importante que en el duelo seamos nuestros mejores amigos y no jueces inquisitivos. Los sentimientos no se sanan con conocimientos o pensamientos. Hay que pasar a través del dolor para darnos cuenta de que la muerte de un ser querido nos fortalece en lugar de debilitarnos. Esto es resultado de que hemos experimentado algo que pensábamos que no íbamos a soportar y resulta que estamos de pie. Así se prueba que el amor le gana al dolor.
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* Gaby Pérez Islas
Tanatóloga y autora bestseller bajo el sello Editorial Diana, que además ha destacado por dar conferencias en todo el mundo, enfocadas en la superación del duelo, el crecimiento personal y la sanación interna. Gaby también es anfitriona en el podcast Después de la Pérdida.
Bibliografía recomendada
Pérez Islas, Gaby (2017). La niña a la que se le vino el mundo encima. México: Editorial Diana.
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