Viajar es el alimento de la imaginación y el conocimiento, y nos deja una marca irrepetible en los recuerdos, tal como se graba muy profundo el pasado de un lugar en su presente. Japón es uno de esos sitios mágicos donde la historia se queda congelada en el tiempo: sus parajes parecen sacados de un cuento. Y cada vez nos enamora más con su misticismo, sus artes y la inagotable creatividad de sus habitantes.
La curiosidad que despierta su cultura nos conduce a Kyoto, capital del imperio durante casi mil años. Como robadas de los colores de la primavera, las ores de sus hermosos jardines son remembranza de su pasado de geishas y samuráis , el cual se vive en el exquisito The Ritz-Carlton Kyoto, considerado el mejor hotel de Japón. Los límites de las expectativas se desvanecen en sus 134 habitaciones y sus vistas panorámicas, en el Monte Higashiyama.
Impecable como todo en este encantador país, su arquitectura y servicio se integran con el paisaje y la cultura, alojándose en la memoria la mezcla del estilo japonés con nos toques de contemporaneidad. Las habitaciones reúnen las comodidades occidentales con una verdadera experiencia nipona, incluso en algunas hay que quitarse los zapatos antes de entrar y cuentan con su propio jardín japonés. Por su ubicación, tiene vistas al río Kamogawa y acceso a tiendas, restaurantes y a los sonidos del intrigante movimiento de sus calles.
En este pequeño país, estar y ser el centro de todo es un gran privilegio: así son los días en Ritz-Carlton Osaka. Cercano a Dotonbori, Namba, la Estación Osaka y Universal Studios Japan, el hotel es el corazón del turismo de la vibrante ciudad de Osaka, que refleja el brillo de la grandeza de su historia y herencia. Sus experiencias culinarias y el encanto de su diseño hacen del hotel el lugar perfecto para descubrir los tesoros de la ciudad.
El excelente trato, la limpieza y calidez tan distintivos de los japoneses se llevan a un nivel diferente en sus espacios, donde se reúnen elementos artísticos culturales con los de una casa de descanso inglesa del siglo XVIII. Sus sabores son la puerta de acceso para descubrir los secretos de Osaka, inspirados en la variedad de reacciones sensoriales que produce probar la auténtica comida japonesa del restaurante Hanagatami, donde, sentados en una barra de ciprés de siete metros, se acompañan los platillos con vistas a un florido jardín.
Historia milenaria, amabilidad desbordante, centros de negocios, boutiques, desarrollo tecnológico y hasta el colorido de las modernas tendencias, Japón emana su propia luz que ilumina el mundo. Perderse en sus calles, su idioma y sus costumbres, es integrarse en una odisea que nos inspira a seguir en un ciclo de perpetuo enamoramiento.
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