La cada vez más rescatada colonia Cuauhtémoc,que además me trae grandes recuerdos de infancia cuando la visito, da espacio a dos lugares maravillosos que se prestan a un tour de alimentos y bebidas de gran calidad.
Esta dupla es parte del grupo Edo Koba- yashi. Su creador, Edgar López, un descendiente de japoneses, ha sido, desde su primer restaurante, un detallista en todos los sentidos, logrando atmósferas diferentes y únicas que realmente te hacen sentir en algún rincón de Tokio.
Resulta sorprendente ver la evolución de una de las zonas de mayor tradición en la ciudad.
Primera parada: Hiyoko
El viaje debe iniciar reservando en Hiyoko, un verdadero yakitori, es decir, un asador de brochetas en todas sus variables (principal- mente de pollo), las cuales son complemen- tados por verduras, arroz y, tal vez, proteínas de alguna otra procedencia animal, pero siempre preparadas al carbón.
Cervezas japonesas y sakes acompañan de locura la explosión de sabores que cada brocheta expone.

Segunda parada: Tokyo Music Bar
Para continuar, sólo basta con salir a la calle y dar un par de pasos para subir al Tokyo Music Bar, es una propuesta de bar de los años 50 con sonido HI-FI análogo 100 por ciento, que tiene una de las barras mejor diseñadas, soportada con una agradable sorpresa: ¡coctelería excelsa!

Tercera parada: Barbería Papaqui e hijos
Y si verdaderamente quisieran tener un viaje al pasado y disfrutan del gran placer que da un servicio de barbería de los de antes, con calidad y no payasadas, como abundan hoy en día, les recomiendo, antes de ir a comer o cenar, pasar con Toño Papaqui, que por más de 50 años, ha permanecido como un referente en la ciudad.
También resulta sorprendente ver la evolución de una de las zonas de mayor tradición en la ciudad, cómo los bienes raíces suben y bajan en dinamismo, movimiento, oferta gastronómica e, incluso, precio. Hoy, la colonia Cuauhtémoc es un ejemplo de un sitio de moda, en auge y resurgimiento, donde se han establecido hoteles, restaurantes y bares que, en algunos casos, son inimaginables por su calidad y concepto en otra zona de la ciudad, como Polanco y ¡ni se diga en Santa Fe!
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