Antonieta Rivas Mercado fue una pieza clave para el desarrollo cultural y artístico de México, cuyo trágico final ocurrió dentro de la catedral de Notre Dame en París al suicidarse con un arma de fuego. ¿Cuál fue la historia de vida de Antonieta?
Rivas Mercado fue una reconocida mexicana precursora del feminismo y defensora de los derechos de la mujer, que además de luchar con los estereotipos de la posrevolución se desempeñó como gestora cultural, escritora, traductora, activista, actriz y maestra.
Su ensayo de 1928 publicado en El Sol de Madrid como “La mujer mexicana”, era una crítica hacia los roles de la mujer en aquella época y cómo era que su visionaria presencia podría ayudar a cambiar algo sobre su entorno en México.
Sus dotes fueron inmensos para el corto periodo de tiempo que vivió en el mundo terrenal.
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Nacimiento y la familia de Antonieta Rivas Mercado
Antonieta nació el 28 de abril de 1900 en la Ciudad de México. Sus padres fueron Matilde Castellanos Haff y Antonio Rivas Mercado.
Antonio fue un importante arquitecto, restaurador e ingeniero del Porfiriato. Se le conoce por construir la columna del Ángel de la Independencia y el Teatro Juárez de Guanajuato.
Matilde y Antonio se casaron en 1894 y se divorciaron en 1913. Su madre decidió irse a Francia y llevarse a su hija mayor, mientras que Antonieta y sus otros hermanos se quedaron en México con su papá.
La vida de la activista cambió radicalmente, pues su padre decidió delegarle las tareas de su madre para seguir cuidando y educando a sus hermanos. Su labor la llevó hasta el día de su muerte.
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Presencia en la esfera artística y cultural mexicana
El padre de la escritora construyó una casa en la colonia Guerrero que hoy en día funciona como museo de la familia y que durante los años dorados de fama del arquitecto funcionó como sede de encuentros culturales con artistas, cantantes, pintores y políticos.
Situación que acercó a Antonieta con el ámbito artístico, cultural y social de la época, donde sus estudios en cultura e idiomas, la hacían participar activamente en las conversaciones.
Su acercamiento con el pintor y muralista Manuel Rodríguez Lozano, la llevó a ser parte de los círculos artísticos, donde en un inicio contribuyó con donaciones para que siguieran realizando sus expresiones de arte.
Años más tarde, en 1928 cansada de solo ser la mecenas de músicos, artistas y escritores, creó junto a Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, el Teatro Ulises. Conocido como el espacio del teatro moderno mexicano, por mostrar teatro experimental.
Creó el Patronato para la Orquesta Sinfónica de México, en donde se ofrecieron repertorios semanales con las sinfonías internacionales más importantes, fue un paso importante para la música mexicana ya que dio paso a la consolidación de varios autores, compositores y cantantes.
Fue directora teatral de la Escuela de Teatro, Música y Danza, ahí escribió y tradujo teatro además de dar clases. En 1929, hizo la primera adaptación teatral de la novela de Azuela titulada “Los de abajo”.
/ Wikimedia Commons.
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Los tropiezos amorosos de Antonieta Rivas Mercado
Con 17 años conoció a Albert Edward Blair, gracias a los hijos de Francisco I. Madero. Como aquellas parejas de la época, se casaron a los meses de conocerse y dos años más tarde nació a su hijo.
Albert fue un esposo machista, celoso y violento, huyó de él en múltiples ocasiones y solicitó el divorcio sin conseguirlo.
Tiempo después, en 1927 conoce al pintor Manuel Rodríguez, a quien se entregó sin medida a pesar de que él le confesó que tenía otras preferencias sexuales y no podía corresponder a su amor.
Para 1928, conoce a José Vasconcelos, de quien se enamora perdidamente y a quien apoya de manera incondicional en su campaña política pues simpatizó con sus ideales políticos.
Antonieta la atormentada
La activista vivió en un estado de infelicidad desde que tuvo uso de razón, en más de una ocasión idealizó el suicidio como una forma de dar por terminado su sufrimiento.
A pesar de que su vida recorrió varios caminos a lo largo de los años, ninguno pareció ser su lugar, incluso su paño de lágrimas y de confesiones más íntimas fue Manuel Rodríguez, a quien le confesó la desgana que tenía de vivir su vida.
Le contó sobre el sinsentido de su existencia y depositó en él sus esperanzas de vivir más tiempo gracias a su presencia. Nunca encontró el soporte que necesitaba para seguir con su camino.
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Trágico final en París
Una mañana en París el calendario fijó la fecha como el 11 de febrero de 1931. Antonieta vestida de manera elegante entró a la catedral de Notre Dame para dar su último adiós.
La historia cuenta que Antonieta tomó una pistola de José Vasconcelos, se aproximó a las bancas, se hincó y se disparó en el corazón.
Aunque los rumores sobre su muerte son muchos entre los que hay mitos y leyendas, algunos dicen que en su nota suicida dejó indicaciones para que cuidaran de su hijo.
Tras tal hecho, la catedral fue hogar de múltiples rituales para limpiar el espacio y alejar el mal.
Su cuerpo fue enterrado en un cementerio de París, pero luego de siete años fue depositado en una fosa común debido a que ningún familiar se hizo cargo de pagar la manutención del lugar.
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