Quizá la familia más influyente del siglo XV, los Médici se convirtieron en los mecenas más destacados para el arte renacentista. Todo comenzaría después de que los hermanos Cosme y Lorenzo de Médici heredaran el negocio de su padre, que estaba enfocado en grandes préstamos para el ejército y la creación de obras públicas, amasando una enorme fortuna.
La riqueza de los Médici se lograría gracias a que en aquel momento surgirían nuevos métodos de contabilidad, como la partida doble, utilizada incluso en la actualidad, o los instrumentos de crédito, que contribuyeron a la expansión del negocio bancario de la familia italiana. Sumado a esto, la creciente importancia de la burguesía y el comercio otorgaban una mayor fuerza a los bancos en el mundo.
La potente expansión de los Médici también tuvo que ver con el hecho de que eran banqueros reconocidos y requeridos en toda Europa, financiando grandes proyectos con sus préstamos.
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La poderosa familia en ese punto establecería sucursales en toda Europa, ubicándose en grandes metrópolis como Londres, Roma, Lyon, Milán, Ginebra, Brujas y Venecia. Así es como Florencia se convertiría en la base de operaciones, donde el riesgo era controlado y se podían asumir las pérdidas del resto de sucursales, que podían darse el lujo de tener un enorme grado de autonomía. Encima de esto, la filial ubicada en Roma generaba grandes cantidades de utilidades por sus negocios con el Vaticano.
En esta época, la usura era considerada pecado y los Médici, por su buena relación con la Iglesia, pretendían mantenerse al margen de las estrictas leyes religiosas dictadas por el Papa, obligando a la familia italiana a buscar una forma de obtener ganancias apegándose a la doctrina del Vaticano y fue así como, al igual que muchas familias acaudaladas de la época, giraron su cabeza en torno al arte religioso.
En 1430, tras consultar al Papa Eugenio IV, Cosme de Médici decidió financiar la restauración del convento de San Marcos, otorgando una suma bastante considerable de dinero con el fin de darle un nuevo aliento de vida a este recinto religioso, todo con el objetivo de conseguir la expiación para así disfrutar de su riqueza, quedando al mismo tiempo libre de pecado.
Por otro lado, Lorenzo de Médici, también conocido como “Lorenzo el Magnífico”, es considerado como el mecenas más destacado de la familia, pues su pasión al arte lo llevaría a una cruzada para revivir los mitos clásicos, tomando bajo su ala a artistas reconocidos como Miguel Ángel. A pesar de ser tan apasionado, no compartía el talento de Cosme para la gestión del negocio familiar.
Debido a su buena relación con el Vaticano, la mayor parte de las iglesias eran construidas por los Médici, lo que les daba carta libre de decidir el arte que acompañaría estos portentosos recintos religiosos.
Fue así como se dieron cuenta que el arte elevaba su estatus en la sociedad, poniendo mayor fuerza sconómica en el talento del que fungían como mecenas, y debido a los patrocinios de jóvenes promesas, poco a poco Florencia se empezó a cubrir de las pinturas financiadas por la familia italiana.
Esto provocaría un gran cambio, pues otras familias ricas comenzarían a fungir como mecenas, permitiendo que los artistas se dedicaran a su talento de tiempo completo, siendo así el inicio de una nueva era para el arte.
Muchos expertos del arte aseguran que fue gracias a los Médici que se daría inicio al periodo del Renacimiento con esta gran innovación, dando entrada a lo que conocemos hoy en día como arte renacentista.
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