Cultura

Carlos Miguel Prieto: una mirada de la música de orquesta

Por: Paulina Gómez Mascarell y Beatriz Esquivel Franco 04 julio 2024 • 8 minutos de lectura

«La gente piensa que lo que hacemos son como burbujas culturales cuando en realidad es la cosa más socialmente conectada que puede haber.»

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Carlos Miguel Prieto director de la orquesta sinfonica de mineria
Foto: ©️ Benjamin Ealovega

Carlos Miguel Prieto es director titular de la Orquesta Sinfónica de Minería, puesto que ha tenido por más de 20 años, pero bajo el hombro también tiene otros grandes títulos, entre ellos el de ser el director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, así como director laureado de la Orquesta Filarmónica de Louisiana con quien concluyó 17 temporadas.

Su trabajo lo ha llevado a recorrer el mundo junto a orquestas de músicos profesionales, así como orquestas de jóvenes como la Orquesta de las Américas, y claro está que si hay alguien que tiene noción de cómo la música es capaz de hacernos viajar y conectar es sin lugar a dudas Carlos Miguel Prieto.

En entrevista con el maestro, platicamos tanto de su labor con los jóvenes , la presentación de la Sinfónica de Minería en Vail , y claro está de básicos en el mundo de la música clásica y cómo una orquesta es un ente social donde el origen de sus músicos puede darle vida, y también de cómo se comparte un lenguaje musical.

¿Qué implica ser director titular de una orquesta?

Con este cargo pasa lo mismo con la orquesta, sinfónica y filarmónica… director titular, director artístico, conductor en inglés, music director, son diferentes palabras, pero que vaya, básicamente quieren decir lo mismo.

Solamente algunas orquestas en Estados Unidos o en Europa diferencian entre los títulos. Por ejemplo, en Europa se estila mucho que sea principal conductor y eso quiere decir que esa persona no tiene la responsabilidad de la programación del resto del año, en la cual no participas.

En North Carolina mi título es “equis” [director de música] pero mis responsabilidades no incluyen los conciertos de huéspedes o los conciertos populares, etcétera; yo soy responsable de un sector. En Minería la realidad es que me responsabilizo de todo.

La verdad es que la práctica no tiene nada que ver con lo que dice el título. Salvo que sea principal guest conductor, o sea, director huésped principal, entonces ahí ya empieza haber [otras] cosas, o [también] hay orquestas que funcionan con music advisors, esto ya es una algo diferente.

¿Qué diferencia hay entre una sinfónica y una filarmónica?

Por todos lados hay esa pregunta. En un origen podría haber sido diferente, o sea, una asociación filarmónica es una asociación de amantes de la música que puede tener un coro y una orquesta. De hecho así nació Minería, por cierto.

Cuando dices “de hecho así empezó Minería” y que en Minería te encargas de todo, ¿qué quieres decir?

Minería empezó hace casi 50 años con un grupo de personas encabezadas por Javier Jiménez Espriú, Saturnino Suárez y otros. Son ingenieros de la UNAM, amantes de la música, y por la relación que tenían con el Festival de Salzburgo y otros festivales en Europa dijeron, ¿por qué no puede haber algo así en México en el verano, de gran calidad, aprovechando que tenemos una sala fabulosa, buenos músicos y que además podemos traer músicos de fuera? Entonces crearon la Academia de Música del Palacio de Minería.

Crearon ese grupo como si fuera una asociación filarmónica, su origen etimológico es de amantes de la música. Por ejemplo, la Filarmónica de Viena es una verdadera filarmónica. Pueden tener al mismo tiempo dos orquestas, un coro… es una asociación de amantes de la música que contrata músicos y así es Minería. En vez de que Minería sea una orquesta, es una Academia –que tiene su patronato, sus socios–, y la orquesta es contratada como parte de eso.

La Academia puede hacer cosas que yo no tengo nada que ver: pláticas, presentaciones, etcétera, pero todo lo que tiene que ver con la orquesta me preguntan.

Por ejemplo, una de las cosas que nos preocupaba es que la orquesta hace muchos conciertos fuera de lo que normalmente hace una orquesta –como su concepto de Metallica– entonces nos preocupaba un poco que eso se metiera dentro de la actividad normal de la orquesta. Así que se cambió la imagen; ahora hay una orquesta, la [Sinfónica de] Minería y otra que se llama Minería Pops, que es la misma nada más que con dos nombres diferentes para separar las actividades.

En lo que se refiere a Minería Pops, si me preguntan voy a decir que sí, si gana dinero. No tiene ningún sentido hacer un concierto con una banda de rock o con quien tu quieras, si eso no le trae dinero a la orquesta.

Porque la misión de la orquesta no es esa, es poder hacer conciertos familiares e infantiles.

Entonces qué pasa, si desviamos la atención hacia otras cosas que pueden ser muy taquilleras pero que también son muy caras y perdemos dinero, entonces ya no podemos hacer lo que se llama en inglés el core business. Eso es por lo que yo como director musical doy mi opinión aunque no participe en algo; así funciona.

carlos miguel prieto revista central
Foto: Paulina Gómez Mascarell

Has estado en Minería desde 2006, ¿cada cuánto se renueva tu dirección?

Pues se acaba cada dos o tres años. Antes era muy informal, pero se firmó un contrato que termina dentro de tres o cuatro años para que yo pueda estar en el 50 aniversario de la Orquesta.

Es más o menos similar a un director técnico de un equipo de fútbol. Tú dices: ok, voy a estar tres años, pero está sobreentendido que si yo tengo un desempeño fatal, pues me van a correr. Y si no me gusta cómo funciona la Institución, pues no… pero no ha pasado así.

La dimensión social dentro de una orquesta

De cierta manera, una orquesta de mexicanos es una orquesta internacional porque hay más diferencia entre alguien de Chihuahua y de Oaxaca, que entre alguien de Dinamarca y de Suecia. Uno ve a los europeos como muy internacionales –y sí, son muy internacionales–, pero tienen ritmos bastante similares, digo, cuando entras a Italia, España se complica la cosa, pero es un error ver a México como una sola cultura.

En el caso de Sinfónica Azteca , la orquesta es internacional al ser nacional porque estás hablando de juntar a jóvenes de 21 estados; seguramente hubieran podido ser más de todos los estados, pero es un increíble porcentaje.

También es parte de lo divertido. Ahorita había un chavo de Monterrey en la Orquesta de las Américas, le pregunté si era tigre o rayado, y me dijo que era del América… bueno, ahí se acabó el ensayo. Cosas así te acercan con esa persona y a esa persona a los demás, en vez de decir “xilófono toque usted ahí”, ¿si me explico?

Todo eso es parte de lo que es interesante para ellos porque perfectamente puede haber músicos que vienen de lugares en donde el español era su segundo idioma; hoy en día tristemente esto ya no se da tanto, antes se daba más.

Yo les pedía que me dijeran algo en su idioma durante el ensayo […] eso cambia totalmente la valoración de la persona […]; esto es bien importante que se sepa de ellos porque también tiene que haber una admiración al músico que sale de lugares en donde no hay ni siquiera educación, muchas veces ni Internet.

Esa conciencia social, para mí es tan importante como la música, es más, si no la hubiera, yo no sería parte de grupos como la Orquesta de las Américas.
La gente piensa que lo que hacemos son como burbujas culturales cuando en realidad es la cosa más socialmente conectada que puede haber.

¿Puedes profundizar sobre estas diferencias que puede haber dependiendo del lugar de origen del músico?

Te lo explico con un ejemplo de lo que hice de los jóvenes de Europa.

Ellos ya traían su repertorio en donde yo no me metía; yo hice piezas como el Huapango de Moncayo, Danzón de Márquez e hicimos Antropolis. Sabía que son muy buenos músicos, pero que no tengo ni la más remota posibilidad de que las percusiones sepan cómo se toca esa música. Porque sé cómo es el entrenamiento que tienen y lo que hacen, versus lo que tienen algunos percusionistas en México –no todos– del sabor de algo que está escrito, pero que debe sonar como otra cosa.

Lo que sucede con eso, es que sí hay cosas que son idiomas [musicales] que no habla uno y que sí habla el otro, pero que aprenden uno del otro. Una cosa que yo destacaría de los veintitantos años con la Orquesta de las Américas es eso: como el americano aprende del brasileño, el brasileño del mexicano… no hay uno solo que no aprenda algo de los demás. Entonces sí es un un idioma universal, pero es imposible o súper difícil que un mexicano que nunca ha experimentado el flamenco toque en estilo flamenco… los sevillanos eso te lo hacen, aunque no quieran.

Entonces sí es un idioma, pero es un idioma que se puede aprender.

Y conecta con lo social que comentas…

Correcto. Otro ejemplo perfecto son las trompetas que tienen su estilo académico y su estilo popular. El estilo popular es el Big Band en Estados Unidos, puede ser el Mariachi en México, puede ser danzonera… todo tiene relación, pero hay idiomas.

Hay piezas como Mariachitlán que si lo tocas en estilo académico, la verdad es que suenan ridículas, sobre todo en la Ciudad de México o en Puebla en donde yo hago así [levanta su mano] y vienen 10 mariachis que van a tocar muchas veces desafinado, pero con el estilo.

Entonces, ¿qué pasa? Por ejemplo, yo ya sé que va a venir un trompetista americano, para él va a ser súper interesante si sus compañeros saben tocar ese estilo porque está tratando de aprender. Yo le mandé unos cuantos videos, pero él va a aprender más del que está al lado y esa es la parte que yo digo que tiene algo que ver con lo social.

Porque el músico local que aprendió ese estilo tocando en las fiestas de su pueblo o lo que sea, tiene el arraigo de una música y lo siente muy suyo, y es capaz de enseñarle al americano o al canadiense que tiene quizá una nivel escolástico diferente, y decir: “Mira, esto se toca así y así”. Entonces el otro lo admira y se balancean las experiencias.

Esto lo hace la música, eso no lo va a hacer el atletismo, ¿me explico? Un caso en el atletismo sorprendente es el de los corredores tarahumaras. Es un buen ejemplo para pensar, porque son capaces de correr estos maratones con una chancla, entonces llegó Nike e hizo una chancla.

Eso en la música lo vivimos a diario, se utiliza una digitación del idioma popular y se vuelve parte de… vaya, eso fue lo que hicieron Bernstein, Copland y Moncayo: poner en la música de concierto lo que emana de la música popular.

Si le preguntas a un sector de la gente sobre qué es la música clásica nunca te van a decir eso porque no se tiene esa idea, pero el joven sí la tiene. El joven que toca clarinete muchas veces tiene la oportunidad de tocar en fiestas, de ser el alma de la fiesta, saben cómo tocar una cumbia. Cuando pides en la orquesta que toquen una cumbia, de repente se vuelve viva, pero cuando pidas que toque en un vals vienés… no, porque no conectan con eso fuera de un contexto académico.

Esto a mí siempre me ha fascinado desde que empecé la música, porque hay gente muy ignorante que dice que las orquestas no deben de hacer esto. ¿Qué pasa? Eso hacían Mozart, Beethoven, Bach, si eso lo hacían ellos, ¿por qué no le vamos a dar a la orquesta la capacidad de tocar una pieza como Antropolis o Mariachitlán cuando una orquesta habrá tocado antes –y muy bien– una Sinfonía del Nuevo Mundo de Borja que es repertorio?

Yo le digo a la gente que le molesta que las orquestas hagan crossover, si a ti nada más te gusta Mozart ven a Mozart, pero déjale a la orquesta hacer lo que puede hacer para conectar con otro sector del público.

Eso de pensar que una orquesta es más que un mariachi es un error garrafal, porque yo les puedo poner un vídeo cuando hicimos un side to side en Nuevo Orleans con una señora que yo conocí tocando en la calle que es una de las mejores clarinetistas que he oído en mi vida y es el perfecto ejemplo de lo que es juntar esos dos mundos.

No te pierdas a Carlos Miguel Prieto en sus próximos conciertos. Consulta el calendario de presentaciones aquí mismo .

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