Bastaron siglos para que la virginidad de las mujeres fuera revalorada y cada vez tenga menor importancia, aunque hay que ser claros, aún hay sectores de la población y religiones en todo el mundo que siguen dándole importancia y valor a la mujer a raíz de su virginidad… lo cual hace que cientos de mujeres tengan que fingirla, en particular cuando se exigen pruebas de ésta.
La virginidad en el ámbito religioso y científico
En Occidente, la virginidad ha estado íntimamente relacionada con el ámbito religioso. Las religiones han regulado las prácticas sexuales, en específico se apunta a la religión Católica que tuvo preceptos más férreos en cuanto al matrimonio y la sexualidad.
Esto tuvo una mayor prevalencia en la época medieval, cuando varios aspectos de la vida pública y hasta de las monarquías que gobernaban en Europa se regían por los principios de la Iglesia.
La virginidad cobró una gran importancia que tan sólo basta pensar en la Virgen María, la Anunciación y el nacimiento de Jesús. Esto incluso se trasladó a la valorización como santos o santas. Para que una mujer fuera considerada santa, debió ser virgen, mientras que para los santos hombres ésta no era particularmente importante, según explica Katherine Harvey en “Episcopal Virginity in Medieval England” .
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Sin embargo, la virginidad no sólo era vista desde la mirada religiosa de la pureza de una mujer, en el siglo XV los tratados científicos también hacían acercamientos hacia la virginidad femenina y las formas de verificarla.
A la par de las verificaciones o pruebas de la virginidad, también estaban las de la fidelidad. Contrario a la creencia popular, en el medioevo, el matrimonio se constituía más como un contrato que como la búsqueda del amor de tu vida.
La virginidad no sólo era importante por una regla eclesiástica, sino porque a su vez era una forma de asegurarse de que la progenie serían herederos legítimos, por lo que también tenía una implicación económica importante para la época.
Para comprobar la virginidad de una mujer podían hacerse revisiones del himen –aunque ahora sabemos que hay quiene nacen sin éste o que se rompe–, sin olvidar quizá el signo más universal para la primera relación sexual con penetración de una mujer: la mancha de sangre –ahora es bien sabido que el sangrado no ocurre todas las veces–. Otras pruebas resultaban un poco menos… objetivas, si es que quizá sea un adjetivo necesario para la tarea, y es que la orina de las mujeres era examinada, incluso cuánto tiempo tomaban en orinar. También existieron las llamadas fumigaciones con carbon en las que si las mujeres percibían su olor no eran vírgenes, si bebían ciertos líquidos y orinaban tampoco lo eran.
Estas no serían las únicas pruebas posibles, en el libro Performing Virginity and Testing Chastity in the Middle Ages de Kathleen Coyne Kelly, se detalla cómo un esposo que sospecha una infidelidad podía llevar a su esposa ante un clérigo para determinar si había sido infiel. El proceso documentado es que la mujer debía tomar “el agua de la amargura que trae la maldición”, de ser infiel habría una descarga de su útero, e incluso el útero caería. Ella también puntualiza que todas estas revisiones y pruebas sólo se hacían en mujeres.
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Cómo las mujeres fingían su virginidad
Existen registros de literatura medieval donde se refiere a mujeres que “renovaban” su virginidad varias veces, un gran ejemplo de ello es La Celestina, de Francisco Rojas, aunque no explicara con precisión qué hacer para “renovarla”.
Sin embargo, hay académicos como Coyne Kelly que ha recopilado algunas de las formas en las que las mujeres fingían su virginidad para superar las pruebas que se les imponían.
Intestinos de una paloma
Puede sonar repulsivo e insalubre, pero Guilielmus de Saliceto escribió que poner el intestino de una paloma relleno de sangre en la vagina podrá crear el efecto de dejar una mancha de sangre tras la relación sexual.
Sanguijuelas
En otros textos, hay evidencia de recetas de hierbas y azúcar con los que las mujeres deben lavar sus genitales… y un día antes de la boda, deberán colocar una sanguijuela en sus labios para crear una herida que en la noche de bodas sangrará y engañará al esposo.
Casarse durante su menstruación
Una forma más de probar la virginidad era organizar la boda durante la menstruación de la mujer, lo cual le dará una forma sencilla de fingir el sangrado de la primera relación sexual.
Una gran actuación
La virginidad no sólo estaba reservada a los aspectos físicos como el himen yel sangrado, también era parte de los comportamientos de la mujer, por lo que una virgen no bebería vino y comería delicias, practica la humildad, reza, se viste adecuadamente, etcétera.
Mezcla astringente
Anteriormente mencionamos una mezcla de hierbas y otras sustancias que actuaban como astringentes para la piel de los genitales, al aplicarlos de forma diaria hacían que la piel se debilitara, lo cual podía provocar heridas durante el acto sexual y por tanto producir sangre.
Estas son tan sólo algunas de las técnicas que las mujeres practicaban para fingir su virginidad, según lo que se ha documentado en la historia. Si algo queda claro de los tiempos del medioevo, es que esto tan sólo era el ápice para una serie de prácticas insalubres que existían para solucionar todo tipo de situaciones impropias para la moral religiosa… incluidos los “métodos anticonceptivos” de antaño que prevenían de embarazos indeseados o fuera de matrimonio, entre otras prácticas a las que las mujeres recurrían en la Edad Media.
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