Damian Ortega es actualmente uno de los artistas mexicanos contemporáneos más representativos. Si bien su carrera comenzó como caricaturista político, su arte se transformó en las últimas décadas dando como resultado obras escultóricas e instalaciones de gran impacto, y en general una muestra de la maestría de Ortega para intervenir un objeto y darle un nuevo significado.
Después de su paso por el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (Marco), más de 80 obras de Ortega ahora se muestran en el Museo del Palacio de Bellas Artes, un hito en la trayectoria de cualquier artista mexicano. Además, se incluyen obras inéditas y algunas otras que quienes asistieron a Zona Maco 2024 reconocerán como Utopía mexicana II, III, I, que son uniformes inspirados en los trabajadores rusos de la década de 1920 hechos con recortes de papel Kraft y bolsas de cemento de la Cooperativa La Cruz Azul.
La exposición Damián Ortega: Pico y elote, fue curada por José Esparza Chong Cuy, director ejecutivo y comisario jefe del Storefront for Art and Architecture en Nueva York. ¿El objetivo? Mostrar una mirada irónica sobre las condiciones de producción y consumo de las que somos partícipes, así, en sus obras se pueden yuxtaponer elementos que responden a herramientas de trabajo, así como todo lo orgánico y el mundo natural. Asimismo, durante el recorrido en sala hay algo innegable, la cultura mexicana y cómo ésta se circunscribe en la vida diaria hasta llegar a su representación en el arte.
Damián Ortega comenta que para él Pico y Elote ha sido una buena experiencia, en la que como si fuese una reacción en cadena se dieron condiciones que la hicieron posible, empezando por la invitación para realizar la exposición en el Marco, hasta un equipo o un presupuesto para traer sus obras o rehacer otras tantas.
¿Por qué Pico y Elote?
Ortega comenta que la idea de Pico y Elote es de José Esparza. Quien creó una clasificación de un corpus tan amplio de obras. La clasificación se divide entre lo que corresponde al trabajo y las herramientas para éste, y el mundo natural, lo orgánico. Así, la exposición pretende ver cómo se vinculan.
Él me decía: ‘¿Por qué no le pones pico y elote?’, y yo decía: ‘¿como pico y elote, qué nombre es ese, cómo le vamos a poner así?’ Y me fue gustando la parte excéntrica, casi alburera del nombre. Era entrar justamente al juego que tiene que ver con el humor que hay en el lenguaje en México, y ese juego entre lo poético, entre alburero, entre provocador y me pareció genial.
Esto tan sólo da cuenta del trabajo en conjunto que se dio entre Esparza y Ortega. ¿El resultado? Una muestra cohesiva que lejos de intentar ordenar las obras del artista de forma cronológica, en realidad tiende puentes entre creaciones de diferentes épocas.
Al preguntarle cómo fue el trabajo con el curador y cómo es crear un discurso que comulgue entre la visión artística de Ortega y el trabajo curatorial, él explica:
Ha sido sencillo. Lo disfruté mucho porque había mucha complicidad, y porque era una lectura muy fresca.
Él explica que una lectura fresca puede transformar y recomponer las obras. Del mismo modo, la complicidad que hubo ayudó a que por ejemplo, Ortega sugiriera la inclusión de piezas para complementar las ideas, dando como resultado una relación muy creativa.
Yo creo que las piezas tienen que aprender a defenderse solas. Si alguien llega y la interpreta […] está bien, es lo que cada quien quiso ver, le gustó y le latió, y eso es muy rico. Yo tendré la mía y está intacta, o al contrario, se nutre. Ahora disfruto mucho las lecturas y aparte las agradezco porque es muy divertido y muchas veces genera nuevas ideas.
Damián Ortega en el Museo del Palacio de Bellas Artes
La diversidad de lecturas e ideas sin duda alguna se relaciona con el sentimiento del artista de tener una muestra en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Para cualquier capitalino como Ortega, este lugar de una u otra forma está inscrito en nuestras vidas.
Es un alucine increíble, porque es el Palacio, es el lugar donde una viene de la escuela, con los papás […] ser parte de esto es increíble.
Además, cuenta que durante el montaje buscó formas de llegar con facilidad, por lo que a diario llegaba desde el metro Hidalgo y cruzaba la Alameda Central caminando. Relata escenas diarias que a veces se difuminan en la rutina, entre marchas, gente bailando, personas en situación de calle, vendedores… en pocas palabras, una muestra de la cultura que nos rodea.
Es una fiesta y un drama permanente, y el Palacio está ahí en todo eso… y el arte está ahí. Era muy emocionante pensar que no era solamente parte del arte, sino parte de una cultura. Somos una cultura y la cultura está en todo esto que nos rodea y lo que somos. Entonces, fomentar el arte o afrontar la cultura es reconocerla y ser parte de eso era una gran ilusión.
De tal forma, una de las piezas más prominentes de Damián Ortega hoy se exhibe en los pasillos del Palacio de Bellas Artes, como si se tratara de uno de los murales tan emblemáticos del Museo. Hablamos pues de Objeto Cósmico, un “bocho” (sedán Volkswagen) desensamblado y que está suspendido en el aire. Incluso, para su montaje crearon una estructura a su alrededor para poder suspender las piezas sin modificar o dañar la integridad de este inmueble en cuyas paredes está inscrita esa cultura e historia de la que Ortega hablaba.
/ Foto: Karina Avilés
Parece relativamente fácil relacionar las obras de Ortega con el muralismo, que es la corriente estética mexicana con mayor trascendencia internacional… mientras que la obra de Damián también le ha dado la vuelta al mundo.
Ante la pregunta de la relación entre su expresión creativa y el muralismo, él explica que para él tanto la caricatura y el muralismo eran referentes incluso cuando era estudiante, y que entre ambos ve un vínculo directo: “grandes monigotes caricaturizados, la burguesía ridiculizada”, pero por sobretodo lo ve en relación con la arquitectura y el arte público.
Asimismo, el muralismo y su arte tienen que ver con el uso de la arquitectura y también del arte público, en sus palabras, de un “arte expandido”, que se vuelve algo cultural y político.
La relación entre las obras de Ortega y el muralismo no sólo están en estos símiles, sino también en juegos con los títulos de sus obras que remiten a murales. Por ejemplo, El hombre controlador del universo de Diego Rivera en el propio Palacio de Bellas Artes y su instalación suspendida Controlador del universo de 2007, que también es una de sus piezas más reconocidas a nivel internacional.
También hay algo aquí que hace un juego increíble: la pieza tridimensional del coche deconstruido está puesta en determinado espacio que parece una gran ventana, un gran mural. Entonces hubo algo interesante en esa vivencia de los murales y de pronto tener esta gran imagen que dialoga con las pinturas.
Es así como este emblemático bocho, por mucho tiempo símbolo inequívoco de los taxis en México, pero también de un automóvil que ganó gran popularidad en el país, es la ventana de entrada a Damian Ortega: Pico y Elote, que desde un automóvil, pasando por una colección de máscaras o por ejemplo Cosecha, una estructura de varillas de acero cuya sombra muestra un abecedario en la caligrafía de su madre, desmembra las nociones del trabajo y la cultura mexicanas.
No dejes de visitar la exposición Damián Ortega: Pico y elote del 10 de abril al 28 de julio, de martes a domingo entre 10 am y 6 pm. Recuerda que los domingos hay entrada libre al Museo.
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