Pocos artistas se adelantan a su tiempo, tal es el caso de Élisabeth Louise Vigée-Le Brun, la pintora francesa que puso de cabeza a toda Francia y escandalizó a la sociedad parisina con una sonrisa.
En la actualidad, cada que se piensa en una selfie o en una fotografía grupal, instantáneamente lo que se hace es mostrar una gran sonrisa que demuestre que se está pasando un tiempo realmente divertido o que se está feliz en el momento. ¡Antes, las sonrisas eran impensables en los retratos!
Los historiadores pensaban que los artistas no pintaban a sus personajes con amplias sonrisas porque los retratados no querían mostrar sus dientes, posiblemente avergonzados por una dentadura deficiente o en malas condiciones, las sonrisas eran sutiles sin mostrar nada más que labios cerrados.
Sin embargo, se debía hurgar un poco más en los pensamientos de la sociedad de Francia para saber que en realidad la sonrisa estaba condenada en aquellos años del siglo XVIII, un hito que rompió la pintora Élisabeth Louise Vigée-Le Brun, también catalogada como “la más radical de su época”.
La pintora que escandalizó a toda Francia con una sonrisa
Élisabeth Louise Vigée-Le Brun nació en París, en una familia modesta. Su padre, Louis Vigée, fue un conocido pintor y su madre, Jeanne, una peluquera y su hermano, Louis-Jean-Baptiste-Étienne Vigée, fue un exitoso dramaturgo.
Asistió a la escuela de dibujo de Marie-Rosalie Hallé y tuvo como tutores a distinguidos pintores de la época como: Joseph Vernet, Hubert Robert y Jean-Baptiste Greuze.
En su adolescencia, fue conocida por sus retratos sofisticados y elegantes, por lo que empezó a llamar la atención de gente adinerada.
En 1774, su estudio fue confiscado y cerrado con llave por la Academia de Saint-Luc, puesto que era ilegal que un artista obtuviera ingresos sin pertenecer a la academia donde solo los hombres podían tener acceso. Se postuló y fue una de las pocas mujeres que fueron aceptadas.
Dos años más tarde se casó con el pintor Jean-Baptiste Pierre Le Brun y comenzó a exponer sus propias pinturas en su casa de París.
Su trabajo y popularidad la llevaron a ser invitada por María Antonieta a visitar Versalles y crear su primer retrato al óleo sobre lienzo de la reina: “María Antonieta vestida de corte”.
La pintora se convirtió en la favorita de la reina y en su amiga, tanto así que llegó a pintarla en 30 ocasiones.
La sonrisa que pintó Élisabeth Louise Vigée-Le Brun y escandalizó a la sociedad
De acuerdo con Artsy, Élisabeth Louise Vigée-Le Brun estrenó su último autorretrato en el prestigioso Salón de París en 1789.
En el cuadro se puede apreciar cómo sus labios se separan para dibujar una sonrisa recatada que muestra un poco sus dientes.
Esa sonrisa de felicidad en los cuadros estaba intrínsecamente ligada con las clases bajas, los borrachos, comediantes y actores de teatro, por lo que la sonrisa en el siglo XVIII escandalizaba a la sociedad de Francia y el mundo a tal punto de ser una condena social.
El Salón quedó consternado y según información de Art Net , la revista de chismes Mémoires Secrets publicó sobre el hecho:
“Una afectación que artistas, amantes del arte y personas de gusto condenan unánimemente y que no encuentra precedente entre los Antiguos, es que al sonreír (Madame Vigée LeBrun) muestra los dientes”.
El historiador Colin Jones, profesor de la Universidad Queen Mary de Londres explica para Artsy que el simple hecho de que la pintora francesa Élisabeth Louise Vigée-Le Brun mostrara los dientes en el retrato era señal de que “a ella le gustaba romper las convenciones”.
Élisabeth Louise Vigée-Le Brun forjó su carrera en un mundo dominado por hombres, rompió las reglas sociales con una sonrisa, su carrera fue fructífera con su pincel creó alrededor de 660 retratos y 200 paisajes, más los icónicos retratos de la reina francesa María Antonieta.
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