Diego Rivera tiene su lugar cimentado en la historia del arte del mundo y de México, y el muralismo es quizá una de las corrientes estéticas mexicanas que mayor impacto tuvo fuera del país. No obstante, que sea uno de los grandes íconos del arte mexicano no lo exime de que sus obras se pierdan… o sean destruidas, incluso a poco tiempo después de realizarlas o durante su creación.
De Rivera existen varias obras perdidas, sin embargo, en su historia destaca El hombre en la encrucijada, la comisión de mayor renombre del pintor, un encargo de Nelson Rockefeller y que fue destruida en 1933.
Con motivo de la exposición Diego Rivera. Nueva vida a un mural destruido 1933/1934 en el Museo del Palacio de Bellas Artes, revisitamos este momento histórico que da cuenta del contexto político y social de la época, pero que también es un excelente ejemplo de la destrucción de cultura tan sólo por estar en desacuerdo con una ideología. Sin más, aquí te contamos la historia.
La familia Rockefeller
Para contextualizar esta historia primero hay que entender de dónde viene la familia Rockefeller. Ellos son una de las familias más ricas y famosas de los Estados Unidos. La fortuna de los Rockefeller la consiguieron primordialmente por Standard Oil, una empresa petrolera, sin embargo, a través de las décadas los Rockefeller han tenido papeles relevantes en las finanzas y hasta la política.
Nelson Rockefeller es quizás uno de sus miembros más reconocidos, pues fue vicepresidente de los Estados Unidos de 1974 a 1977. Asimismo, como lo ha sido la familia en varias décadas, Nelson Rockefeller también fungió como un mecenas el arte, sin mencionar otras filantropía que presidió… y es aquí donde Diego Rivera y su camino se cruzan.
El encargo de Rockefeller a Diego Rivera
En 1933, Rockefeller estaba encargado de seleccionar las obras de arte del vestíbulo del Rockefeller Center –un célebre edificio en Nueva York que si bien ya no les pertenece, es un monumento y parada turística muy afamada–. Rockefeller tenía algo claro: quería obras de Matisse o de Picasso en el lugar… sin embargo, ambos artistas se negaron.
Esta probó ser una gran oportunidad para Rivera. De acuerdo con Miguel Álvarez Cuevas, curador de la muestra en el Museo del Palacio de Bellas Artes, la propia madre de Nelson, Abby Aldrich Rockefeller fue la pieza clave para que pintara el mural.
¿Pero quién era ella? Álvarez Cuevas cuenta que Abby Rockefeller era aficionada de Rivera, tanto así que de acuerdo con Lucienne Bloch, Abby compró unos cuadernillos de dibujos donde Diego hacía sus estudios para el mural y ahora son parte de la colección del Museo de Arte Moderno (MoMA). Asimismo, se sabe que ella fue una mecenas importante de la época y a quien se le acredita gran influencia para la formación del MoMA.
Diego Rivera aceptó la tarea de este gran mural que llevaría por nombre El hombre en la encrucijada y mirando con incertidumbre, pero con esperanza y visión elevada la elección de un nuevo rumbo que lleve a un futuro nuevo y mejor, incluso, en la exposición puede encontrarse un estudio con el esbozo de lo que la obra se convertiría.
Este boceto es un ejemplo de lo que Rivera le envió al arquitecto Raymond Hood sobre lo que pretendía pintar, y en 1932 sería aceptada su propuesta y el artista comenzó a pintar en marzo de 1933.
De acuerdo con Rivera: “el Campesino que extrae la tierra los productos que son el origen y base de todas las riquezas de la humanidad: el Trabajador de las ciudades que transforma y distribuye la materia prima proporcionada por la tierra: y el soldado que, bajo la Fuerza Ética que produce mártires en las religiones y guerras, representa el Sacrificio”.
Sin embargo, Diego Rivera –fundador del Partido Comunista Mexicano, que previo a este encargo ya había viajado a la Unión Soviética– a finales de abril decidió pintar el rostro de Vladimir Lenin en el mural del Rockefeller.
Lo que puede parecer una simple decisión artística, se convirtió en motivo del desagrado de Rockefeller. Después de todo, hay que entender que el comunismo no era bien recibido en Estados Unidos, en particular hacia la década de los 30, que pasada la Gran Depresión, el comunismo y sus partidarios fueron perseguidos incluso por el FBI… este sentimiento tan sólo se remarcó años después con el inicio de la Guerra Fría. Tampoco hay que olvidar el trasfondo de la familia y la fortuna de los Rockefeller… donde los ideales socialistas se contraponen con el enriquecimiento de unos pocos, en este caso los Rockefeller que incluso fueron acusados de tener un monopolio con Standard Oil.
Sin embargo, Rivera se negó a cambiar el rostro de Lenin en el mural, una decisión que no sólo le costaría el trabajo, sino que el mural mismo sería destruido. No obstante, en la exposición pueden verse las fotografías que Lucienne Bloch tomó –tras la sugerencia de Frida Kahlo– del mural. Estas fotografías fueron vitales años después para que Rivera volviera a realizar el mural en suelo mexicano, pero no nos adelantemos tanto.
Para el 9 de mayo de 1933, Rivera junto a sus asistentes fueron expulsados del Centro Rockefeller y entonces, verdaderamente se llevaría a cabo la destrucción de este mural.
Las repercusiones de esta controversia fueron tales que Rivera tenía un contrato con la General Motors para participar en el pabellón de la Exposición Universal de Chicago de ese año.
Archivo Diego Rivera y Frida Kahlo, Banco de México, Fiduciario en el Fideicomiso Museos Diego Rivera y Frida Kahlo. / Foto: D.R. © 2024 Banco de México, Fiduciario en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de Mayo no. 20, col. Centro, alc. Cuauhtémoc, C.P. 06000, Ciudad de México. / Cortesía del Museo del Palacio de Bellas Artes
La recreación del mural y nacimiento de “El hombre controlador del Universo”
Las fotografías de Lucienne Bloch fueron de gran ayuda ya que a partir de estas ellas, Diego Rivera se dio a la tarea de recrear el mural ni más ni menos que en las paredes del Palacio de Bellas Artes. Esta labor la realizó de septiembre a noviembre de 1934, de acuerdo con Álvarez.
Si bien los muros de Bellas Artes son más reducidas, esta sin duda alguna fue la oportunidad perfecta para recuperar una obra que se perdió en pos de un conflicto ideológico y que hoy es parte de nuestro patrimonio artístico y cultural.
Es legado y patrimonio no sólo de México, sino del pueblo americano –como lo entendía Rivera continentalmente–. Y justamente es lo que está proponiendo “El hombre controlador del universo”, el hombre técnico, el obrero, claramente güero, gringo, anglosajón, también puede ser ruso, pero claro que él está pensando en América porque él ve el potencial industrial, tecnológico, científico en Estados Unidos, y desde mi interpretación, lo que está haciendo es convocar a los obreros, técnicos, ingenieros estadounidenses a que se unan a la lucha revolucionaria socialista.
En pocas palabras, la reflexión de su curador gira en torno a que de no haber ocurrido la destrucción del mural en Estados Unidos, quizás no tendríamos El hombre controlador del Universo en México.
Dónde y cuándo ver Diego Rivera. Nueva vida a un mural destruido 1933/1934
Además del afamado mural, en esta exposición podrás ver otros estudios de Diego Rivera, las fotografías mencionadas de Blotch, y también de Tina Modotti quien capturó los dibujos que él realizó durante su viaje a la Unión Soviética en 1927; incluso podrás escuchar extractos de audio con la propia voz de Diego Rivera, entre otros.
Visita la exposición del 26 de junio al 8 de septiembre en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
Visitas guiadas de martes a sábado, 11:30 y 15:30. Actividad libre con tu boleto de entrada al Museo.
Suscríbete aquí a nuestro Newsletter para que estés al día con nuestros contenidos.