Despedir el año para recibir una nueva etapa puede implicar una decena de rituales, costumbres y tradiciones, especialmente en países como México, donde no faltan los festejos llenos de significado, que pueden variar por región y localidad, tal es el caso de la quema de muñecos de Año Nuevo, que sucede en San José Miahuatlán, Puebla.
En esta comunidad, todo empieza el 31 de diciembre, alrededor de las 7 de la noche, donde se toman estas marionetas, elaboradas de hojas de maíz seco y ropa vieja, que se coloca sobre una tabla para recorrer el municipio, que se ubica en el Valle de Tehuacán, y colinda con Oaxaca.
Este trayecto es inaugurado con bombo y tarola, literalmente, pues es acompañado de música, baile y cantos, para arrancar en la presidencia municipal, mientras que el simbolismo religioso está presente, pues se visitan las ocho mayordomías en turno, donde cuidan a figuras santificadas como el Niño Dios, la Virgen de Guadalupe o San Miguel Arcángel.
Mientras el muñeco recorre las calles, previo a la incineración, los habitantes y visitantes presentes se unen al desfile al pasar por sus hogares, regalando dulces, frutas, bebidas alcohólicas, e incluso, dinero, a estas figuras que pronto serán consumidas por el fuego.
Esto no es todo lo que sucede, pues al encontrarse caras conocidas, estas recibirán “sus verdades” de parte de los habitantes, que deberán tomarse con humor, pues a todos les toca esta tradición por igual, incluyendo amigos, familiares, y hasta al presidente municipal en turno.
Así mismo, el recorrido es acompañado de una sola canción, titulada ‘Una limosna para este pobre viejo’.
Al llegar a la presidencia, este tema se cambia por piezas más típicas de un funeral, y después de la quema de este títere, a este se le canta ‘Las golondrinas’.
Esta tradición también se realiza dentro de las casas de los habitantes de San José Miahuatlán, quienes elaboran sus propias marionetas y proceden a quemarlas en sus hogares.
Todo esto se realiza con el fin de darle la bienvenida al Año Nuevo, y es que este muñeco representa el año que ya pasó, y se coloca sobre una tabla para simbolizar un ataúd, por lo que este festejo es una especie de funeral para los 365 días que pasaron y darle cabida a un nuevo comienzo.
Esta tradición es muy similar a la que se realiza en países sudamericanos, como Ecuador y Colombia, donde también se crean figuras, en muchos casos, de personajes famosos, especialmente de los líderes políticos de cada país, pero estos muñecos están elaborados de materiales como periódico, trapos, paja y pólvora.
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