Cultura

Por qué el Museo Dolores Olmedo tiene la mayor colección de Frida Kahlo y Diego Rivera

Por: Marilú Morales 27 julio 2024 • 4 minutos de lectura

Dolores Olmedo fue una empresaria mexicana y coleccionista que impulsó el arte mexicano.

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Por qué el Museo Dolores Olmedo tiene la mayor colección de Frida Kahlo, Diego Rivera y más
Getty

María de los Dolores Olmedo y Patiño Suárez fue una empresaria mexicana y coleccionista de arte, fundadora de los museos Frida Kahlo, Anahuacalli y Dolores Olmedo. Su nombre es sinónimo de preservación de la cultura mexicana, pues su acervo cuenta con una de las colecciones más importantes a nivel mundial de Diego Rivera y Frida Kahlo, así como de piezas de arte prehispánico, novohispano y popular.

Dolores Olmedo, la coleccionista de arte e impulsora del arte mexicano

Dolores Olmedo (Lola Olmedo como le decían sus cercanos) nació en la Ciudad de México por allá de 1908 (dos años antes del inicio de la Revolución Mexicana). Su padre fue un empresario que murió de Meningitis cuando Dolores era una niña y su madre fue profesora de primaria.

Con la incipiente guerra, ella y sus hermanos vivieron gracias al esfuerzo y trabajo de su madre, María Patiño Suárez, con quien incluso tomaron sus primeras lecciones de lectura y escritura en la escuela primaria de Tacubaya.

El ejemplo de su madre para “sacarlos adelante” sola, tuvo en Dolores una influencia importante en su vida, por lo que a lo largo de los años, Olmedo destacaría la devoción por su madre, al nombrar distintas guarderías y escuelas financiadas por ella en Xochimilco.

El primer acercamiento de “Doña Lola” con las artes se dio cuando ayudaba a su madre dando algunas clases de dibujo a grupos de niños pequeños, fue una de las pocas mujeres en estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria, donde coincidió con la artista Frida Kahlo.

Se cree que en 1924, Dolores Olmedo conoció a Diego Rivera en el elevador del edificio de la Secretaría de Educación Pública (SEP), su amistad se basó en el mutuo interés por el arte. Debido a la gran belleza de ella, Rivera le pidió permiso a la maestra Patiño para que la joven posara para él en el fresco de la SEP. Adicionalmente, el muralista mexicano realizó distintos dibujos y una litografía.

El vínculo cercano con Diego Rivera le haría caer en cuenta al pintor sobre la gran importancia de su arte y del de Frida Kahlo, quien años más tarde se convertiría en su esposa.

Dolores estudió dos años en la carrera de Derecho, sin embargo, lo abandonó por seguir sus estudios en arte en la prestigiosa Academia de San Carlos y sus estudios de música en el Conservatorio Nacional.


Otros de sus acercamientos con el mundo del arte y la cultura ocurrieron gracias a su matrimonio con el pintor inglés Howard S. Phillips, quien conoció a Dolores Olmedo cuando la revista Mexican Life publicó un retrato de ella. En aquella época la “crema y nata” de la nueva generación culta la conformaron también personalidades como: Carlos Pellicer, Salvador Novo, Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia y Jaime Torres Bodet.

Dolores Olmedo emprendió un negocio debido a la difícil situación monetaria, inició con una pequeña tabiquera, tiempo después se asoció con el alemán Heriberto Pagelson, y adquirió distintas tabiqueras en Naucalpan.

Se asoció con otras personas para fundar una fábrica de ladrillos llamada Industria Cerámica Armada (ICA), hasta convertirse en gerente de CICSA (Compañía Inmobiliaria y Constructora), un cargo que difícilmente era destinado a mujeres en la época.

Y para 1962 adquirió una hacienda en Xochimilco donde vivió hasta su muerte, el 27 de julio de 2002, y que hasta el 2021 albergó al Museo Dolores Olmedo.

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Por qué el Museo Dolores Olmedo tiene la mayor colección de obras de Frida, Rivera y más

El vínculo de Dolores Olmedo con el arte era auténtico, sumamente genuino. Una vez que se hizo de una pequeña fortuna gracias a su negocio de la construcción, se dedicó a ser mecenas del arte mexicano.

La amistad entre “Lolita Olmedo” (como le decía tiernamente Rivera en sus misivas y postales) y Diego fue natural con un chispazo de admiración mutua. Doña Lola compraba sus cuadros y él le proponía adquirir las obras de Frida Kahlo porque vaticinaba que sería muy famosa.

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Mientras Olmedo y Philips estaban casados, la amistad con Rivera se vio afectada, sin embargo, fue en 1955 (un año después de la muerte de Frida Kahlo, el de 13 de julio de 1954) cuando su vínculo renació y se conservó hasta el final de los días de vida del muralista.

Diego Rivera animó a Dolores Olmedo para comprar diversas piezas arqueológicas, así como trabajos pictóricos, obras de arte y objetos que pertenecieron a Frida Kahlo, los cuales serían destinados para iniciar museos públicos como el Anahualcalli y la Casa Azul.

Una vez que Diego Rivera supo que padecía cáncer de próstata, asentó en su testamento público que dejaba sus bienes inmuebles a diez personas, entre ellas, Dolores Olmedo. Es en ese año que el “sapo-rana” como él mismo se denominaba, le pide a Olmedo que adquiera la colección de obras de Frida Kahlo, que había pertenecido a Eduardo Morillo Safa (principal coleccionista de obras de la artista en vida) para enriquecer la que ya tenía.

Unos meses antes del fallecimiento de Diego Rivera en 1957, se firmó una escritura por Dolores Olmedo y Alfonso Quiroz Cuarón, donde se nombraba a Doña Lola como presidenta del comité técnico del fideicomiso. La última jugada de Diego Rivera fue extender una carta ante notario público, concediendo a Dolores Olmedo, los derechos autorales de todas sus obras, textos y documentos en su poder.

De esta manera, cuando el Museo Dolores Olmedo abre sus puertas en 1994, su colección de Diego Rivera y Frida Kahlo es una de las más importantes a nivel mundial, la cual cuenta con 145 obras de Rivera y aproximadamente una veintena de Kahlo.

La colección de piezas arqueológicas es de 600, de diversas culturas mexicanas, tallados en madera y una colección de arte popular de diversos estados de la República.

Además resguarda grabados de la artista Angelina Beloff, quien fuera pareja de Diego Rivera durante su estancia en Europa, así como del estadounidense Pablo O’Higgins, quien ayudó a Rivera en más de una de sus obras.

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