Hasta cuatro horas de pie, en una fila bajo el sol, la lluvia y el frío, era el tiempo de espera para poder entrar a alguno de los museos más famosos del mundo. Comprar entradas on line con meses de anticipación y grupos menores –casi al amanecer y en precios estratosféricos–, era una solución a tener que esperar por horas y entrar a “codazos”, como en hora pico del metro de la Ciudad de México, al Louvre o a los Museos del Vaticano. De grupos organizados que pasan a prisa entre la multitud y de la reventa, casi ninguno se salvó, especialmente en verano.
En mayo de 2019, los empleados del Museo de Louvre hicieron un paro para denunciar aglomeración de turistas en plena pandemia. El 25 de septiembre pasado, los colaboradores decidieron abrir las puertas del recinto dos horas después de su hora normal, luego de reunirse con las autoridades del museo.
Los representantes sindicalizados de los museos denunciaron que el número de trabajadores se redujo en la última década, cuando el número de visitantes aumentó un 20%.
La “Mona Lisa”, la obra más famosa del museo y a nivel mundial, fue la causante de enormes filas y acoso al personal por parte de los turistas; así lo señalaron los representantes sindicalizados, quienes denunciaron que el número de trabajadores se redujo en la última década, cuando el número de visitantes aumentó un 20 por ciento.
Esta oleada de turistas ha sido llamada por los expertos como la “masificación de los museos”, que contradice la idea preconcebida de que el arte no es del gusto popular.
¿A qué se debe esta masificación? Algunos lo atribuyen a la creciente ebullición de la cultura de la imagen, pues se ha vuelto una moda mostrarse ante las obras de arte en Instagram y Facebook. Es así que muchos de los visitantes entran a “ver” a la Venus de Botticelli, pero a través de su pantalla del celular para tomar una foto.
Los tumultos generan ruido, calor y riesgo a los objetos y obras, lo que compromete su conservación. Ante las grandes oleadas de visitantes, los especialistas encontraron que hay diferencias entre accesibilidad y masificación, entre visita y experiencia, y entre turista y visitante.
En museos europeos se comenzaron a buscar soluciones para mitigar aglomeraciones y generar experiencia en el usuario. Se pensó en limitar el turismo en los recintos culturales, pero la iniciativa fue criticada porque “ponía en riesgo” una actividad económica importante en países como España, por ejemplo.
En algunos museos se contempló controlar la entrada de las personas, reunirlas en grupos pequeños y darles un flujo continuo. En otros, se prohibió tomar fotografías. Otra idea que giró en torno al tema fue hacer “réplicas” para cuidar las obras originales.
La alternativa más socorrida fue la “conservación preventiva”, es decir, el cuidado constante de las obras para prevenir su deterioro y estar alerta ante los posibles riesgos que pudieran tener las piezas por su exhibición, porque los museos, además de exponer, también restauran y protegen.
LOS MUSEOS MÁS VISITADOS ANTES DE LA PANDEMIA
Los museos más visitados en 2017 fueron el Louvre en París (8.1 millones de personas), el Metropolitano de Nueva York (7 millones), los Museos Vaticanos en Roma (6.24 millones), el Hermitage en Rusia (4.22 millones) y El Prado en Madrid (2.8 millones).
Para 2019, alrededor de 105 millones de personas visitaron los museos en todo el mundo. El Museo de Orsay en París aumentó su afluencia en un 15 por ciento respecto al año anterior y en general hubo un aumento del 4 por ciento de visitantes a los museos de todo el mundo. Esto se debe a la organización de exposiciones de impacto o artistas de mucho interés, las llamadas muestras “blockbuster”, que requieren de mucha inversión en montaje, seguros, traslados y gestión, pero que garantizan un amplio retorno económico.
Igualmente, hubo un aumento importante en el interés por el arte digital y las experiencias inmersivas. El uso de la tecnología ha sido un atractivo más en los museos del mundo, especialmente en los ubicados en Asia, que se esmeraron en hacer instalaciones lumínicas que juegan con la percepción del espectador.
El éxito de estos y otros grandes museos representaba, paradójicamente, un gran problema por la cantidad de personas que llenaban los lugares, esto de acuerdo con The Global Attractions Attendance Report que, en colaboración con Themed Entertainment Association, hace un estudio anual de las atracciones con mayor interés alrededor del mundo, incluyendo los museos.
LA PANDEMIA Y LOS MUSEOS
Para los especialistas es evidente que en este 2020 y en los próximos años, los números de visitantes decaerán de manera brutal, lo que requiere de nuevos modelos de negocio y una recuperación que llevará tiempo. Incluso se prevé que algunos museos, menos populares y sin subvenciones del gobierno, no logren sobrevivir a la pandemia.
Durante los meses de confinamiento, los museos reaccionaron de maneras diversas, algunos más forzados que otros, pero al final todos recurrieron a la esfera virtual para dar salida a los dos principales desafíos que se les pusieron enfrente: que de la noche a la mañana dejara de haber inmensas filas de espera para entrar, y que en el futuro próximo ya no podrán recibir a tanta gente al mismo tiempo. Actualmente, han tenido que modificar toda la logística de recepción de visitantes y las prácticas de masificación que antes aplicaban estarán prohibidas.
En el segundo semestre de este año, la UNESCO y el Consejo Internacional de Museos (ICOM) informaron que el 90 por ciento de los museos del mundo, aproximadamente 85 mil instituciones, tuvieron que cerrar temporalmente tanto por petición de las autoridades de cada país en donde se encuentran, como porque, muchos de ellos, no tendrían la capacidad de actualizar sus instalaciones con las especificaciones que requiere la “nueva normalidad”.
Derivado de la pandemia, muchos museos desarrollaron tours virtuales y transmisiones por Facebook y YouTube con bastante aceptación del público; sin embargo, no todos los museos tienen la capacidad de subir sus exposiciones a una plataforma y dar la mejor experiencia. Los escépticos de la realidad virtual y las redes sociales como herramientas para el arte, definitivamente se quedaron atrás.
Hoy por hoy, ya no se podrá medir el éxito de los museos de acuerdo a su aforo y tampoco se podrán recibir grandes cantidades de dinero por taquilla. Las salas tienen un límite máximo de personas y el uso de cubrebocas, la toma de temperatura y los tapetes sanitizantes son obligatorios.
Hoy por hoy, ya no se podrá medir el éxito de los museos de acuerdo a su aforo y tampoco se podrá recibir grandes cantidades de dinero por taquilla.
La buena noticia es que aquellos que gustan de visitar museos encontrarán más cómoda y grata su estancia sin tanta gente, aunque con las medidas sanitarias requeridas. El distanciamiento social le permitirá al visitante experimentar plenamente lo que está apreciando, sin ser invitado a continuar el recorrido porque hay una larga fila afuera esperando entrar.
A pesar del escenario que se presenta, hemos visto imágenes conmovedoras de la paulatina reapertura de estos espacios dedicados a la contemplación y el significado. Los museos son templos de sabiduría y trascendencia; bien dicen que: “El arte siempre nos salva”.
* Kristina Velfu es periodista especializada en la difusión del arte y la cultura (Ig
@Velfu
)