Dicen que los ojos son el espejo del alma, y es que estos nos pueden reflejar cada uno de nuestros pensamientos e intenciones, algo que parece sumamente difícil de replicar en las impresiones plasmadas en un lienzo, y que ha cautivado a muchos artistas, quienes pasan buena parte de su tiempo de estudio y práctica perfeccionando ojos expresivos, un hito que será evidentemente aclamado por cualquier espectador.
Las pinturas que se centran en el factor humano utilizan la mirada como un punto clave para transmitir una parte importante del mensaje que la mente detrás del pincel quiere que capte quién contemple su obra, que puede ser desde algo tan básico como una expresión de sorpresa, hasta ira, odio y derrota, tal y como vemos en El Ángel Caído, óleo de Alexandre Cabanel que nos muestra la condena de Lucifer.
El pintor de origen francés nos cuenta la historia encontrada en el capítulo doce del libro del Apocalipsis en La Biblia, cuando el arcángel Miguel y su ejército vencen al ángel rebelde y a sus seguidores. Aunado a la impecable técnica de Cabanel, uno de los detalles que capta en primera instancia al espectador, y lo lleva a profundizar en la situación, es precisamente la mirada de Lucifer , que nos hace saber su maldad, su frustración, e incluso su derrota.
Muchas personas pueden pensar que el enfoque y la expresión de los ojos en una obra de arte solo se puede lograr cuando el rostro trazado se encuentra en primer plano, y en acercamiento al público, pero esto no es exclusivo en este tipo de lienzos.
Una obra en la que la mirada de cada figura que aparece ahí resulta crucial es El Último Día de Pompeya de Karl Brullov, que nos muestra la mirada de horror y desesperación de cada uno de los personajes de dicho trabajo, que en el centro nos muestra la trágica escena de un niño pequeño, confuso ante la situación y la aparente muerte de su madre, que al mirarlo a los ojos no podemos evitar sentir el corazón roto al reconocer su inevitable destino.
El realismo plasmado en el periodo Barroco es, sin lugar a dudas, una proeza que ha cautivado a cualquiera que se dedique a analizar, al menos un poco, el cuidadoso detalle de cada uno de los motivos que conforman cada obra, y es indiscutible que un claro ejemplo de ojos que nos dicen todo en una pintura es la inspirada en la caída de Medusa en manos de Perseo, trazada por Michelangelo Merisi da Caravaggio.
En dicha representación, vemos la cabeza de la gorgona recién cortada, con chorros de sangre que manchan el fondo verde de la pintura, detalle que se vuelve secundario cuando notamos la mirada horrorizada de la criatura, que nos demuestra el razonamiento y sorpresa del tajo certero del héroe mitológico, con una mirada aún viva, que nos demuestra el inmediato desenlace de dicho conflicto.
No podemos hablar de ojos expresivos en el arte si omitimos a La Gioconda de Leonardo da Vinci , cuya obra magistral no solo nos hipnotiza, sino que cobra vida por sí sola, al grado que parece como si la mirada de La Mona Lisa se fijara en el espectador y lo siguiera, algo que ha sido objeto de investigación por estudiosos del arte por muchísimo tiempo.
Es primordial señalar que los ojos expresivos son el resultado de años de práctica, estudio y técnica, que sustentan la proeza de un retrato más humano, y sobre todo, más vivo.
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