La historia del México prehispánico es fascinante y cada detalle es una nueva e increíble revelación que, por fortuna, ha sido registrada en un códice seguramente, pues estos documentos ilustran de forma certera como se vivía en esta región. El realizar los códices no era tarea fácil, sin embargo, existía un grupo de personas dedicadas en su totalidad a su elaboración: los tlacuilos.
Estos se pueden definir como pintores y escribanos, quienes tenían un enorme conocimiento sobre los símbolos y glifos (símbolos de carácter gráfico que suelen ser escritos o dibujados, con un significado específico), con la finalidad de registrar la historia, costumbres y creencias de los pueblos mesoamericanos. De este modo, podemos encontrar algunos mitos y leyendas sobre el origen de la humanidad, según sus dogmas, e incluso, tablas donde se registran los procesos para cobrar tributos.
Los tlacuilos gozaban de un prestigio importante dentro de las distintas culturas prehispánicas, pues eran ellos los encargados de interpretar la vasta cosmología, ideología e historia de estos pueblos, para después interpretarlas y plasmarlas en los códices. Para adentrarse en esta profesión, no era necesario pertenecer a alguna clase social, sin embargo, la educación para convertirse en estos escribanos comenzaba desde muy temprana edad.
Así mismo, el género no era relevante, podrían ser hombres o mujeres, pero sí era sumamente crucial que los potenciales aprendices mostraran aptitudes para la ilustración y el grabado.
Existían dos grupos de tlacuilos, que cumplían papeles distintos: por un lado, esstaban aquellos que registraban cada suceso de forma detallada, que elaboraban códices día a día con cualquier cosa que ocurriera en este periodo. Otros escribanos se enfocaban en documentar información más general, como métodos de curación, guías de protocolos, interpretación de la astrología o la narrativa detrás de sus deidades.
Destaca el hecho de que cada uno de los tlacuilos se especializaba en un solo tema en particular, en el que debían mostrar completa dedicación.
Los códices realizados por este grupo de artistas eran después distribuidos a los lugares especializados en el tema, como templos religiosos, tribunales o centros de medicina, por mencionar algunos ejemplos. Por otro lado, algunos sitios podrían tener a sus propios escribanos, como palacios, instituciones de gran prestigio o mercados, donde debían realizar documentos pictóricos referentes al sitio.
Los códices eran guardados en complejos conocidos como amoxcalli, cuyo significado es “casa de libros”, donde eran consultados en el momento que esto fuera necesario, pero solo podrían ser manejados por figuras específicas, como sacerdotes, gobernantes o guerreros de alto rango.
Cabe resaltar que los tlacuilos no firmaban de ninguna forma los códices que ilustraban, por lo que son reconocidos como “artistas anónimos”, pues su labor no era una personal, si no, estaba enfocada en servir a su propósito sin buscar ningún tipo de renombre o reconocimiento, más allá del que este título ya les otorgaba.
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