Después de un largo día en un mundo de adultos, me senté semi acostada en un sillón amplio y cómodo, de aquellos que permiten relajarse y dejar volar la imaginación. Mi modo zen duró menos de lo esperado, ya que empezó a vibrar mi celular. Curiosamente, el mensaje que leí me relajo mucho más que esos minutos de paz. Era de una persona que había estado batallando con la elección de su carrera, tratando de satisfacer los deseos de todos, y me compartió finalmente su decisión “Descubrí que sí soy Artista, y quiero seguirlo siendo”. Me encanto que su lado racional eligiera a su lado creativo como camino de vida.
El poder escuchar nuestro yo interior, y recordar a la vez como nuestro niño interior, nos permite fluir libremente por la vida, observando los colores a nuestro alrededor, riendo incansablemente de nada en particular, donde trazar miles de garabatos sobre una servilleta de papel no son una distracción sino un enfoque total al momento presente. Estos pensamientos nos permiten saber que siempre fuimos y somos natamente artistas.
Se ha descubierto que antes de aprender a expresarse a través del habla, a los bebes que se les da un crayón para dibujar, se expresan pintando. Piensen en el hombre cavernícola, que con sus pinturas rupestres hechas con las yemas de sus dedos, contaba un cuento del día a día. Sin ser cavernícolas, seguramente en algún momento de tu niñez dibujaste tu autorretrato con crayones también para contar algo. Aquella figura deforme que hacías sin esfuerzo y presumías como un gran logro, recibiendo mas halagos y sonrisas que tu primer 10 en el Colegio. Es increíble imaginar que artistas reconocidos siguen usando sus yemas para expresar emociones y sentimientos, y hasta algunas grandes obras parecen ser hechas por niños.
Mientras unos deciden desarrollar profesionalmente su lado artístico y dedican una vida perfeccionándolo, otros, que no nos consideramos artistas, usamos habilidades artísticas cotidianamente sin saberlo, como por ejemplo cuando:
- Elegimos la ropa que compramos y como la combinamos, así como la forma de maquillarnos.
- Encontrarle formas a la naturaleza, como las que aparecen en las nubes o las escondidas en el pavimento.
- Tomar una fotografía o grabar un video, y resulta que es tan original que se vuelve viral.
Esas actividades cotidianas, entre muchas más, implican hacer o apreciar arte. Así que saluda afectuosamente a tu lado creativo, emocional y sentimental, que se encuentra ubicado en el hemisferio derecho de nuestro cerebro. Lejos de estar peleado con tu lado lógico, lineal y verbal, el hemisferio izquierdo, ambos en conjunto, son el complemento perfecto.
Aunque no lo crean, el lado derecho del cerebro, tiene a su cargo aumentar la concentración, memoria, lenguaje y razonamiento lógico, trae grandes beneficios si se fomenta el arte, sobre todo si se practica durante los primeros seis años de vida. Entre los mas importantes se ha detectado que:
- Reduce la depresión y la ansiedad
- Mejora progresivamente la motricidad fina
- Se expresan emociones y sentimientos
- Genera recuerdos e imágenes
- Ayuda adquirir habilidades sociales
Es por eso que invitamos a todos explorar su lado artístico, en la infancia y en la edad adulta, complementando ambos hemisferios y sacándoles el mayor provecho. Los dejamos con las palabras del artista Pablo Picasso “cada niño es un artista”, lo difícil es crecer y creer que dejamos de serlo.
Eres un artista y nunca es demasiado tarde ni demasiado temprano para recibir los beneficios del arte.
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