En una situación en la que es necesario decidir entre marcharse del respectivo hogar o arriesgarse a morir, se pensaría que sin dudarlo alguien migraría para sobrevivir. Sin embargo, no siempre es fácil: algunas personas no tienen los recursos necesarios, y otras por convicción propia deciden quedarse.
La historia de la humanidad se ha encontrado marcada, entre otros aspectos, por los movimientos migratorios forzados. Aquí serán referidos tres casos en los que, aunque muchas personas emigraron a otras partes del mundo por temas bélicos y/o de extrema violencia, otras optaron por resistir y fomentar la vida en un ambiente de muerte.
Ṣumūd en Palestina: vivir o morir pero con dignidad
Actualmente el mundo está presenciando un genocidio : el de Palestina. Esta situación no comenzó el 7 de octubre de 2023, sino que es consecuencia de un proceso colonizador que en un primer momento tuvo como objetivo la creación del Estado de Israel en 1948, un Estado únicamente judío. Aunque se pensase que se trata de un conflicto originado por la intolerancia religiosa, ciertamente no lo es. Se trata de una ocupación con el fin de apoderarse de una tierra que históricamente ha albergado a personas de diversas etnias y religiones.
La ocupación israelí en Palestina no ha sido una cuestión de momentos de violencia, sino que ésta se ha desarrollado de manera constante. Los asesinatos, despojos, controles injustificados de la movilidad social, detenciones, violaciones a la integridad y a todos los derechos humanos se han llevado a cabo ininterrumpidamente. La muerte ha rodeado a la población palestina y por ello es que ésta ha compuesto la diáspora más grande del mundo. Sin embargo, muchas personas palestinas deciden quedarse en su tierra y resistir, aunque ello implique en algún momento ser víctima de la violencia ya mencionada.
A este hecho se le conoce como Ṣumūd, que significa “firmeza” o “perseverancia”, que es una ideología palestina cuyo objetivo es resistir la ocupación y opresión dentro de Palestina, fomentando maneras más dignas de vivir, desarrollando las actividades diarias a pesar de lo dificultoso que eso significa, cuidando las tierras, las casas e instituciones. En los últimos ocho meses del asedio militar en la Franja de Gaza, el Ṣumūd se ha podido ver en videos de personas palestinas tratando de limpiar y reconstruir sus hogares que han sido bombardeados, de estudiantes tratando de tomar clases a pesar de no tener las condiciones básicas necesarias para hacerlo, así como otras formas de resiliencia.
Personas palestinas permanecen en su tierra, pues saben que es eso lo que el gobierno, fuerzas armadas y gran porcentaje de colonos israelíes pretenden obtener. Evidentemente no ha sido fácil tratar de continuar a pesar de las pérdidas humanas, cerca de cuarenta mil fallecidos, pero mantienen el coraje y esperanza de que la muerte o el exilio sean las únicas opciones para ellas y ellos.
Siria: siendo refugiado dentro de la Nación
El caso de Palestina no es el único, aunque sí uno de los más cruentos y recientes. Sin pretender relegar otros ejemplos como Sudán, Myanmar, India, entre otros, se dará mención al caso de Siria, pues, aunque ya se ha hablado de un periodo de postconflicto, la violencia y la muerte no son hechos de pasado. La guerra en Siria tuvo como antecedente las protestas populares de 2011 o como en Occidente se conoce popularmente “Primavera Árabe”. Estos movimientos extendidos en todo Medio Oriente y con resonancias en diferentes partes del mundo, tuvieron desenlaces diversos en cada país. En Siria el gobierno de Bashar al-Assad reprimió con fuerza estos levantamientos esperando acallarlos, no obstante, aquella decisión provocó que el pueblo sirio continuara manifestándose. A este ambiente se le agregó el factor militar, pues el ejército disidente y otros movimientos de oposición se armaron y hubo una fase más que consistió en internacionalizar el conflicto en el país a partir de apoyo regional e internacional a los diferentes bandos y coaliciones, por ejemplo, de Estados Unidos, Francia, Rusia, Irán e Israel, actores que tuvieron una participación directa o bien indirecta en la guerra.
Como consecuencia de aquel ambiente belicoso, millones de personas se vieron obligadas a emigrar a otras localidades, principalmente hacia Europa, Turquía, Líbano, Egipto, Jordania y Arabia Saudí. Actualmente, aproximadamente el 40% de la población siria vive fuera del país. Y es que las condiciones en Siria no eran las propicias para vivir, no obstante, también hubo personas que optaron por resistir la guerra a pesar del contexto en el que se moría a causa de la violencia o de la falta de alimentos, medicamentos y bienes básicos.
En ese contexto, también se ha promovido la vida, por ejemplo, en la zona autónoma kurda, Rojava, en la que el paisaje se ha reverdecido, y se ha dado pie a formas alternas de organización social y política.
Hiroshima y Nagasaki: vida después de la muerte
Saliendo de la región de Medio Oriente, pero como en los casos anteriores, Japón también atravesó por un periodo bélico durante su participación en la Segunda Guerra Mundial. El 6 de agosto 1945 el gobierno de Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima. Tres días más tarde, lanzó una bomba más en Nagasaki. Las consecuencias fueron trágicas, pues cerca de 250 mil personas murieron. Alrededor de la mitad por los bombardeos, la otra por las consecuencias de estos, es decir, por lesiones y enfermedades provocadas por la radiación.
Estar en las zonas en las que habían caído las bombas o cerca de ellas representaba un peligro para cualquier ser vivo. Aun así, miles de japoneses atendieron a las personas con lesiones y las enfermedades causadas por la radiación, como tumores, cáncer, leucemia, cataratas, entre otras
Igualmente, algunos sobrevivientes decidieron retornar a ambos lugares, a reconstruir sus hogares y sus vidas después de presenciar el horror de las bombas, después de perder a amigos, conocidos y/o familiares. Regresaron de manera resiliente a vivir tras estar frente a la muerte.
Lo que nos enseñan los casos de guerra y muerte
Palestina, Siria y Japón son trágicos e injustos ejemplos de un gran número de pérdidas humanas, de contextos en que la muerte se presencia o presenció a diario y ha trastocado todas las esferas. Son tres ejemplos que hacen dar cuenta que la guerra es sinónimo de muerte y no una forma de alcanzar la paz. Ejemplos también de las consecuencias que ha tenido la participación estadounidense en conflictos internacionales y que la comunidad internacional debe evitar que esto continúe.
Adicionalmente, Palestina, Siria y Japón han sido casos que muestran la resiliencia y la resistencia de las personas frente a la guerra y la muerte. Y sin pretender romantizar ese hecho, estos son ejemplos de que es posible transitar el dolor de la pérdida por la muerte y continuar viviendo dignamente.
*Marlene Hernández Morán, maestra en Estudios de Asia y África con especialización en Medio Oriente por el Colegio de México. Estudió la licenciatura en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre sus líneas de investigación se encuentran el arte popular palestino, diplomacia cultural y economía creativa en Medio Oriente y las luchas de las mujeres en Palestina.
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