Un espacio para dos mentes
Si San Miguel de Allende es un mosaico de imágenes que se mueven entre la historia, el arte y la identidad nacional abrazando a lo global, entonces Café Rama es su capital.
En sus rincones caben igual muebles vin- tage que artículos eléctricos; una galería de arte convive con la sala cobijada por una chi- menea; comensales mexicanos y extranjeros disfrutan de la misma manera de un menú sencillo, rico y diseñado para todo tipo de paladares. Y este raro pero acogedor mix no es casualidad: el resultado de juntar a dos almas como las de Cheryl y Jaime no podía ser muy distinto.
Cheryl Finnegan
Se estableció en San Miguel “por accidente”, pues dejó un trabajo corporativo en San Francisco para hacer un viaje que duraría seis meses, los cuales se convirtieron en dos años y, luego, en cinco. Después viajó a Irlanda para dar a luz a Talulah, se convirtió en madre soltera y decidió emprender un negocio. Ese proyecto fue Rama, el café con el que rompió todas las reglas y olvidó las lecciones aprendidas en la escuela de negocios:
Nunca hice nada de lo que se suponía que tenía que hacer y, aun así, funcionó
No sorprende de Cheryl, quien siempre ha guiado su vida por la intuición y su lado espiritual –el cual, hay que decirlo, vibra fuerte en cada cosa que hace–. Antes de concebir la idea de un lugar que hoy es referente en la ciudad de Guanajuato, fundó Virgins, Saints & Angels, una marca de joyería artesanal bien posicionada a nivel internacional que repr esenta el sincretismo cultural entre las raíces y creencias mexicanas y el simbolismo religioso como ícono pop.
Que su marca cobrara relevancia fue otro asunto azaroso:
Britney Spears estaba de luna de miel con Kevin Federline; ella en- tró a una tienda en Montecito, California, y salió de ahí usando una de mis hebillas. No se la quitó en toda la luna de miel y así fue fotografiada por paparazzis internacionales. Después de eso, simplemente pasó: varias revistas tenían páginas completas sobre la pieza
Ese sería el inicio de un camino de diversas satisfacciones para Cheryl.
Jaime Shelley
Crecí en un ambiente cultural. Mi papá es poeta –Jaime Augusto Shelley–, y mi mamá –Mercedes Tovar– fue locutora de noticias. Recuerdo que sus amigos eran intelectuales de los más altos niveles; no hay un solo artista de su generación al que yo no haya conocido
Dice Jaime, mientras recuerda nombres de la talla de Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Gabriel Orozco.
Jaime siempre supo que el arte estaría de forma definitiva en su vida; tenía apenas 12 años cuando sus tardes iban de sentarse en el estudio de José Luis Cuevas a verlo pintar. Y no ha importado por dónde lo ha desviado la vida, la pintura siempre ha estado ahí:
Me casé muy joven y eso me hizo alejarme, tenía que buscar el pan
Es versátil: “You name it, I’ve done it: entrené perros, vendí antigüedades, trabajé en la televisión, fui productor, me dediqué al diseño gráfico, tuve una fábrica de dulces, me adentré en la arquitectura... todo, he hecho todo”, explica antes de recordar a su padre y las palabras que nunca olvidaría: “‘Ojalá no alcances el éxito en vida, porque eso significará que te prostituiste’, me dijo una vez, y quizá por eso siempre dejaba de hacer lo que más me pedían que hiciera”, y remata:
Fue bueno separar al trabajo de mi pasión; la tran- quilidad económica me costó mucho, pero me dio libertad en el arte
Tiene influencias claras de Picasso y Matisse aunque, con el tiempo, descubrió que había un trayecto inconsciente que poco a poco lo acercaba al pop art que ahora viste las paredes de Café Rama: “Vas buscando tu propia personalidad y tu estilo, vas evolucionando; por ahí de los años 90, me reconocí en esta corriente; sin saber de él, empecé a hacer cuadros similares a los de Warhol; recorrí mi propio camino y, sin querer, llegué al mismo lugar”.
Hoy expone parte de su obra en Café Rama, en donde comensales de todo el mundo disfrutan de la calidad gastronómica de ese rincón guanajuatense, y pueden tomarse un momento para reflexionar con la ironía, el humor y la interpretación personal de la realidad de este artista.
Mexican Feel
Todas las piezas de las colecciones de VSA son únicas: inspiradas en la cultura mexicana y su simbología religiosa, son producidas de forma artesanal y combinadas con un concepto que es interpretado de distintas formas: “Para la gente en México, son joyas que combinan con su fe; para personas de otros países, son valiosas por su significado cultural”.
No hay dos iguales. Cada artículo está hecho a mano por una de las 17 personas que colaboran con Cheryl en su taller, ubicado en San Miguel de Allende: “Centrar la producción en México ha sido una de las complicaciones del proyecto, pero he intentado hacerlos en otros sitios y no encuentro ese feel que tiene la gente aquí; creo que hay algo real que toca a esta gente, y eso tiene que ver con el resultado final”.
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caferamasanmiguel.com
Café Rama: Nemesio Díez #7, Centro, San Miguel de Allende, Guanajuato, México.
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