La ciencia ficción tiene una tendencia de predecir el futuro de una forma que muchas veces puede dar miedo, incluso puede perturbarnos más que algunos trabajos de géneros que están dedicados a estallar los temores humanos, como el terror y el horror, pues un vistazo al lo que puede suceder, puede resultar en vislumbrar las consecuencias del lado oscuro del ser humano, como Soylent Green, una película que muestra los estragos del calentamiento global en un futuro muy cercano.
El título de esta cinta es Soylent Green , conocida en español como Cuando el Destino Nos Alcance, que tal vez el tiempo no le favoreció visualmente, sin embargo, el mensaje dentro del filme protagonizado por Charlton Heston es mucho más aterrador hoy en día que cuando fue estrenada en 1973.
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Soylent Green está inspirada en el libro Make Room! Make Room!, de Harry Harrison, aunque la trama fue bastante alterada, especialmente cuando hablamos de la conclusión de la novela, cambiando el año de los sucesos, de 1999 a 2022 (el año en que fue escrito este artículo) y el guión resuena con fuerza en esta época.
En la trama de Cuando el Destino nos Alcance, nos ubicamos en la ciudad de Nueva York, donde la sobrepoblación y el efecto invernadero hacen que la comida sea prácticamente inexistente y solo la élite tiene acceso a alimento real, mientras que el resto de la población calma el hambre con obleas procesadas a base de soja y lenteja, llamadas Soylent, con tres variedades, amarilla, roja y verde, la más codiciada de las 3 presentaciones.
Basta con analizar los créditos iniciales para darte cuenta que nos van llevando por la historia de la decadencia humana en este futuro distópico para sentir escalofríos al comenzar a ver gente utilizando cubrebocas y máscaras de gas, lo que nos hace inevitable cuestionar si nos acercamos a este destino atroz.
La pobreza infesta las calles, literalmente, pues Nueva York tiene en esta cinta 40 millones de habitantes (en la actualidad, esta ciudad tiene casi 9 millones), cuya población vive en la absoluta miseria, bebiendo agua sucia de grifos y apilándose en edificios, buscando huecos que llaman “su hogar”.
En este contexto, el detective Robert Thorn investiga el asesinato de William R. Simonson, un influyente magnate, inversionista de la Corporación Soylent, compañía de las obleas procesadas que alimentan a la población. Lo que Thorn y su compañero de piso, Sol Roth, quién es llamado un libro viviente por la cantidad de información que ha retenido, se adentran en el caso, este va dejando un rastro de asesinatos, que parecen ocultar un oscuro secreto detrás del soylent verde.
Antes de proceder con la reseña, queremos dar una enorme ALERTA DE SPOILER en caso de que quieras ver esta cinta de la década de los 70 antes de conocer el giro inesperado y perturbador:
La trama se va poniendo cada vez más oscura, cuando nos revelan que hay clínicas para suicidio asistido, a la que Sol Roth busca como solución al enterarse, gracias a registros de la Corporación Soylent, que los océanos se están acabando y cada vez es más complicado extraer el plancton y, aunque Thorn trata de detenerlo de acabar con su vida, llega demasiado tarde, pero Roth finalmente revela la situación climática que está obligando a Soylent a tomar medidas bastante grotescas.
De este modo, Thorn se da cuenta de que el asesinato de este miembro de la mesa directiva de Soylent estaba a punto de revelar el oscuro secreto detrás de la oblea verde, que lleva al detective a adentrarse a la fábrica de este alimento y descubrir la cruda realidad: el soylent verde está hecho de gente.
FIN DE LOS SPOILERS
En esta película podemos darnos cuenta de lo que un futuro distópico puede representar si no actuamos a tiempo en contra del cambio climático y los estragos que puede representar, pues nadie quiere convertirse en Soylent Green a consecuencia del calentamiento global.
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