Cleopatra, una de las amantes más talentosas de todos los tiempos (llamada así por historiadores y por el propio Julio César), habría inventado el primer vibrador de la historia.
Pese a que el uso de vibradores aún sigue dentro de los tabúes de la sexualidad, su uso se ha incrementado para jugar a solas o acompañado para incrementar el placer e incentivar el juego erótico.
El primer vibrador de baterías llegó en el año 1880 de la mano del médico británico Joseph Mortimer Granville, quien es considerado en la actualidad como el padre del vibrador, a diferencia de Cleopatra, este instrumento fue pensado para masajear únicamente zonas de la cara, el cuello, piernas y pies.
Sin embargo, su uso se extendió al área de los genitales y con el tiempo este invento fue transformándose, tomando distintas formas y colores hasta llegar a los modelos que se venden en el mercado.
Cleopatra y las abejas
Cleopatra Filopátor Nea Thea, mejor conocida como Cleopatra VII, nació en el invierno del año 69 antes de Cristo, fue la última reina de la dinastía Ptolemaica del Antiguo Egipto. La historia la describe como una mujer empoderada que sabía lo que quería y hacía dónde se dirigía, fue diplomática, comandante naval, lingüista y escritora de tratados médicos, pero su fama se debe a leyendas y escritos reales sobre su prodigio en las artes del amor y la sensualidad.
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Ha sido descrita en más de una ocasión como un prodigio sexual y una adelantada a su época. Gracias a su habilidad para el sexo oral, fue conocida por el término “Merichane”, que quiere decir “la boca de diez mil hombres”.
Su acercamiento con los vibradores, se remonta al argumento de la sexóloga estadounidense Brenda Love sobre que Cleopatra poseía una caja especial y la llevaba siempre con ella.
¿Cuál era su funcionamiento? Una caja llena de abejas que colocaba en sus genitales para lograr una estimulación.
De acuerdo con el psiquiatra Philippe Brenot, este curioso artilugio que la faraona usó estaba hecho de papiro. El mismo material herbáceo que usaron los egipcios como papel para escribir y que se encontraba en el río Nilo.
Aunque no se tiene una certeza verídica sobre estas aseveraciones sobre Cleopatra, historiadores siguen estudiando todo lo relacionado con su vida pública e íntima.
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