El calendario religioso y gastronómico de México deja bien en claro algo, después de la Rosca de Reyes, le siguen los deliciosos tamales del Día de la Candelaria, celebrada cada 2 de febrero, pero… ¿qué celebramos precisamente y por qué se comen tamales en el Día de la Candelaria?
Historia y origen del Día de la Candelaria
También entendida como la Fiesta de la Candelaria y anteriormente como Día de la Candela, se trata de una festividad religiosa propia de los católicos cuando se presenta a Jesús en el Templo, uno de los episodios evangélicos (en Lucas 2, 22-40) en los que María y José llevan a Jesús al templo en Jerusalén para presentarlo al Señor, una vez cumplido el tiempo de la Purificación de la Virgen, es decir los 40 días después del parto.
Para la Fiesta de la Candelaria solía hacerse una procesión con velas encendidas, esto principalmente en Jerusalén y con el paso de los siglos, la fecha quedó asociada con la Virgen y con el acto de encender las velas de las iglesias en representación de la luz del mundo que representaba Jesús.
Pintura al óleo que muestra el pasaje evangélico cuando Simeon, el justo, recibe en brazos al niño Jesús y bendice a Dios. / Wikimedia Commons.
¿Por qué celebramos la Candelaria en México?
El Día de la Candelaria no deja de ser una festividad religiosa y de ahí su prominencia en México, sin embargo, lo que ocurrió en nuestro país fue un sincretismo –como muchas otras de nuestras tradiciones–, es decir a la celebración de la fiesta de la Candelaria, se mezcló con las tradiciones propiamente prehispánicas de la región… y en este caso mucho tiene que ver con la gastronomía mexicana.
Más allá de la misa de la Candelaria, el 2 de febrero es una fecha marcada por los tamales, una costumbre adoptada incluso por aquellos que no son religiosos, pero que sí forman parte de otros ritos como el de la Rosca de Reyes del 6 de enero.
La tradición marca que aquellos que hayan sacado un muñeco (representación de Jesús) en la Rosca de Reyes, cada 2 de febrero deberán comprar o preparar los tamales para el Día de la Candelaria.
Por otro lado, también existe la tradición de vestir al Niño Jesús y bendecirlo, que explicaremos enseguida y que tiene la peculiaridad de ser única en el mundo.
Por qué vestimos al niño dios en el Día de la Candelaria
Además de los tradicionales tamales del 2 de febrero, en este día también se acostumbra a que al Niño Dios, la figurilla que en Navidad se acostumbra arrullar antes de colocar en el Nacimiento . La idea de arroparlo y vestirlo tiene el mismo origen que la tienda, aquella presentación en el Templo de Jesús, donde se arropó de blanco… aunque la práctica de vestirlo no está del todo claro en qué momento surgió.
Sin embargo, la doctora en antropología Social, Katia Perdigón Castañeda explica precisamente en su tesis doctoral que esta tradición es propiamente conventual y se rastrea hasta el medioevo.
“Al observar las pinturas de monjas coronadas podemos percatarnos que existe una continuidad, desde la Colonia hasta el día de hoy, en lo que se refiere a vestir la figura del Niño Dios. En éstas, los ‘niños’ portan elementos que los relacionan con una advocación, es decir, elementos que les confieren su carácter único, llámese Divino Pastor o Niño Peregrino, como es el caso del Niño de Atocha, etcétera”.
Es común que en la Misa de la Candelaria la gente no sólo lleve veladoras para bendecir, sino también a sus figuras de Niño Dios, ya ataviadas con ropa, a que sean bendecidos. Para vestir al niño se siguen ciertos lineamientos como que durante el primer año solo puede ser arropado de blanco, al siguiente se viste como el Niño de las Palomitas una figura que surgió en Tacoaleche, Zacatecas, y en el tercer año se deja volar la imaginación, algunos refieren a que debe ser a la imagen y semejanza del Santo Niño de Atocha, imagen propia de Fresnillo, Zacatecas, que en lugar de atuendos blancos, porta ropa de colores azules y rojos.
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Cómo se viste al Niño Dios en la actualidad
Aunque la ropa para el Niño Jesús es común de encontrar y confeccionar en las fechas cercanas al 2 de febrero, en la actualidad la costumbre ha dado lugar a nuevas ideas sobre cómo vestirlo. Si bien la norma establece que el Niño Jesús se viste con advocaciones de Jesús, tras la pandemia se dio a conocer versiones inusuales para el Día de la Candelaria, como Niños Jesús ataviados con trajes de seguridad, cubrebocas y otras variaciones que van en consonancia con el contexto actual. Así como algunas variaciones de profesiones como taquero, doctor y hasta huachicoleros, según el reportaje de El Sol de México .
Por otro lado Katia Perdigón explica que vestir al niño Dios es un “reflejo de la vida doméstica novohispana, tanto de los conventos como de los hogares”.
“Este acto trasciende el tiempo hasta llegar al presente siglo, pero en otro contexto y para un ritual específico, la celebración del Día de la Candelaria, y no para la Navidad como fue en antaño”.
Por qué se comen tamales el Día de la Candelaria
El tamal en esencia se trata de una preparación propiamente prehispánica, cuyo origen se debate entre las culturas teotihuacana y maya, pero que el uso del maíz en una preparación con todo tipo de rellenos, envuelta en hojas y cocida, sí está rastreada hasta tales tiempos gracias a evidencias de los utensilios de cocina como aquellos para desgranar mazorcas, los metates y las ollas.
Además, de la evidencia en el Códice Florentino del consumo de este platillo, o de las crónicas de Fray Bernardino de Sahagún en la que se explica que los 12 de febrero era una fecha donde se celebraba el nacimiento del Sol, esto último según la información de Fundación UNAM.
Ahora bien, ¿por qué comemos tamales el 2 de febrero?
La cercanía de estas dos fechas importantes para las culturas permitió que en los esfuerzos de evangelización, las festividades se fusionaran y por tanto, las formas de celebrar también, por un lado se unieron las misas y el encendido de candelas con el consumo de los tamales , la ofrenda para los dioses Tláloc y Quetzalcóatl.
Por otro lado, también se habla de la coincidencia con la temporada de siembra, lo que permitiría la abundancia de maíz, hojas y todo lo que involucra la preparación de los ahora tradicionales tamales.
Antes de los tamales… estuvo el pato
En el libro Mi niño Dios: Un acercamiento al concepto, historia, significado y celebración del Jesús para el Día de la Candelaria de Katia Perdigón explica que a principios del siglo XX, el pato era el platillo mexicano por excelencia, por lo menos en la capital del país, pues era un producto ampliamente disponible dada nuestra orografía. Por ejemplo, ella explica que las pateras tenían la tradición de regalar patos al final de la Misa de la Candelaria… e incluso los patos que se consumían en aquella fecha solían ser bendecidos. Asimismo, Perdigón aventura que la sustitución del pato por el tamal quizá se debió al crecimiento de la Ciudad y la pérdida de los lagos, limitando el acceso al pato y dando oportunidad de que el tamal tomara su lugar como platillo predilecto para la fecha.
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