El deshielo de los glaciares, las temperaturas cada vez más extremas, periodos de sequías demasiado largos o lluvias que provocan inundaciones son algunos de los efectos más conocidos del cambio climático y que más preocupan a la comunidad científica y miles de personas más, sin embargo, el riesgo que el cambio climático representa para el estilo de vida como lo conocemos también implica otras cuestiones más difíciles de ver a simple vista… como el eje de la Tierra.
Qué es el eje terrestre
El eje terrestre es en los términos más simples la línea imaginaria sobre la cual la Tierra rota, misma cuya inclinación ha ido variando año con año y que los científicos pueden medir a través de la posición de los polos.
El movimiento de los polos
Si bien el movimiento de los polos y por lo tanto la inclinación del eje terrestre es relativamente normal, lo que no es normal es el ritmo acelerado del movimiento de los polos, que de acuerdo con los hallazgos científicos desde 1980 se han desplazado 4 metros hacia el Este, y en particular desde 1995 en adelante casi 17 veces más rápido que de 1981 a 1995, de acuerdo con lo reportado en The Guardian .
Generalmente el movimiento de los polos terrestres solía ser consecuencia de las corrientes del océano o de lo que ocurre al centro de la Tierra, no obstante, el desplazamiento más reciente tiene una conexión directa a la presencia humana y de cómo nuestras actividades han acelerado el cambio climático al grado que ya se habla de un punto de no retorno. Ya que al elevarse el nivel de los océanos y el desplazamiento de la masa terrestre, por lo tanto se afecta la inclinación del eje.
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El deshielo glaciar… y la extracción del agua subterránea
A pesar de que desde hace años es conocido el efecto del deshielo de los glaciares y el cambio climático sobre el eje terrestre, en una investigación del Instituto de Ciencias Geográficas e Investigación de Recursos Naturales en el Academia de Ciencias de China, publicada en Geophysical Research Letters de marzo de 2021, encontraron que el movimiento polar acelerado no sólo se debe al cambio climático, sino al bombeo de agua para extraerla del subsuelo.
Una de las formas en las que los humanos hemos encontrado una fuente de agua para diversas actividades como la agricultura es extraer el agua de los mantos acuíferos subterráneos, que en el pasado han estado ligado a derrumbes o socavones, pero que en el contexto del movimiento del eje terrestre está involucrado con el movimiento de masas.
Tras la extracción del agua y de su uso para la actividad humana, esa agua termina en los océanos y su peso se redistribuye a lo largo y ancho de la Tierra, sin que necesariamente los mantos acuíferos vuelvan a llenarse.
En los últimos 50 años, la humanidad ha removido 18 toneladas de agua de las reservas subterráneas más profundas sin reemplazarlas.
Si bien esas observaciones se han realizado en los polos, lo cierto es que incluso glaciares más cercanos a nuestro país ya han sido declarados extintos, como ocurrió a mediados de abril de 2021 cuando los científicos de la UNAM declararon extinto el glaciar Ayoloco, en la cumbre del Iztaccíhuatl, colocando una placa de deshonra que llamó la atención porque es una muestra inequívoca de los efectos de la presencia humana y del calentamiento global, y de cómo es necesario que como humanidad hagamos todo lo necesario para frenar esta crisis climática.
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