Patricio Campillo es un apasionado de los caballos y la cultura charra. El espíritu de su marca lo ha llevado a ser parte de los semifinalistas del Premio Louis Vuitton Moët Henessy (LVMH) gracias a sus diseños que recontextualizan el concepto de la vestimenta del charro mexicano, posicionando el rico patrimonio cultural mexicano al frente del escenario internacional de la moda.
En Revista Central platicamos con Campillo, primer diseñador mexicano nominado para este prestigioso premio, una promesa en la industria. ¡De México para el mundo!
Del gusto por los caballos a la recontextualización del charro mexicano
Nació en la Ciudad de México, sin embargo, su relación con los caballos y los aditamentos de charro mexicano provienen de tiempo atrás.
A dos horas de la CDMX, entre Morelos y Puebla se encuentra Zacualpan de Amilpas, el lugar donde todo tiene significado en el concepto creativo de Patricio Campillo. Sus padres llegaron al lugar hace 40 años, donde su padre más que tener una colección de antigüedades charras, en realidad, le dio una herencia cultural familiar al diseñador mexicano.
“Hay una herencia cultural por parte de mi abuelo que siempre admiro muchísimo la cultura charra, pero sobre todo por un tío abuelo que fue muy cercano a mi papá, mi tío Manuel, quien era hermano de mi abuelo”. Y continúa: “era un charro hecho y derecho, se la vivía a caballo… Era ESA persona: barba, sombrero y pistola todos los días”.
Campillo nos contó algunas de las memorias que le ha compartido su padre sobre el “tío Manuel”: lo llevaba a cabalgatas, a los lienzos charros, a las cantinas… Él era un hombre que cantaba, tenía una colección de arte prehispánico, una persona muy excéntrica, quien murió de cirrosis cuando su padre tenía 28 años, todo un personaje.
“Siempre escuché muchísimas historias de él y tengo muchas cosas de él, o sea, mi papá tiene toda su colección de antigüedades charras ahí Zacualpan, a mí siempre me intrigó mucho ese personaje”.
“Era muy guapo, nunca se casó nunca le conoció novias, era súper alcohólico, entonces es un planteamiento como de qué sucede con un charro en el 1900 que es gay”.
Al llegar la pandemia por la Covid-19, Patricio y su familia regresaron a Zacualpan. En tiempos de incertidumbre, no sabía si su marca iba a seguir existiendo, por lo que ese momento se convirtió en el desarrollo de una colección o de una campaña, todo estaba en su mente. “Un día tuve un sueño, de un cuarto blanco en donde iba poniendo cosas y ese se convertía en la historia de la marca. Exponían las espuelas de mi tío, ponía el traje de charro de mi abuelo… Hay un momento de mucha catarsis y sobre todo, entender de dónde viene la charrería, cuáles son las implicaciones sociales que tiene, positivas y negativas, quiénes pueden ser charros y de qué forma esto se relaciona con la cultura contemporánea mexicana ”.
El sello característico de Campillo que lo ha llevado a ser parte del prestigioso premio LVMH que distingue a jóvenes diseñadores de moda, proviene de recontextualizar el concepto de charro mexicano, más allá de las fronteras de imagen y percepción que la historia mexicana tiene de ellos.
“Se trata de empezar a recontextualizar estos códigos de tener un discurso que empieza en ¿qué significa para mí ser charro? Digo, yo no soy charro, no practico el deporte de la charrería. Haber crecido en eso y yo tener todo este bagaje cultural, ser gay y vivir en un contexto, súper fluido, muy diverso de mucha tolerancia versus esta cultura que existe”.
Las colecciones de Campillo evidencian cómo la artesanía tradicional puede integrarse con el diseño contemporáneo, creando así un nuevo paradigma en el mundo de la moda de lujo.
“Recontextualizar, no solamente la parte técnica del traje charro, sino también la parte ideológica, entonces recontextualizar la masculinidad mexicana en el siglo XXI. Un poco un tributo a tu tío abuelo o a cualquier charro gay en 1900 en México o a cualquier transgénero o a cualquier mujer lesbiana o cualquier persona que tuviera un diálogo con su masculinidad, que eso no es exclusivo de los hombres o las mujeres sino es de quien sea.
Esta narrativa empieza a crecer a partir del diálogo entre las dualidades, entre la estructura y la fluidez: desde la estructura del saco charro con la fluidez de unos acabados o unas técnicas que se usan para la alta costura. La fluidez entre lo delicado y lo grueso, lo pesado y lo resistente que se puede ver en la ropa. Sí, un poco recontextualizar y resignificar esta cultura”.
Hablando de romper barreras, la marca Campillo en palabras del diseñador “es para quien se identifique con la estética masculina. Es parte del diálogo interesante en la marca: ‘la masculinidad existe en todos los seres humanos’”.
“Una estética masculina inspirada por una cultura mayormente masculina mexicana y recontextualizada”.
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Campillo con visión de ser la primera casa de lujo mexicana de comercio justo
El momento clave para Patricio y la marca sucedió cuando cumplió 18 años, su papá le regaló un traje de charro y es la inspiración perfecta para las siluetas de sus prendas, de donde salen todos los patrones de los sacos y de los pantalones, esa silueta típica charra, “de sastrería clásica mexicana” como él lo llama.
Los diseños de Campillo ofrecen una perspectiva fresca sobre la sostenibilidad, la artesanía y la inclusividad, pero también del comercio justo. Si bien, en México se tiene un nivel excepcional en muchísimas cosas, de pronto la materia prima en existencia no es suficiente para quizás crear una colección completa. ¿Cómo ha sido su encuentro con estos productores para poderse apegar a su filosofía?
“Lo primero es la forma en que conceptualizo la marca y las conexiones, en vez de imaginarme algo y luego querer producir, más bien, veo que hay disponible. Funciona como mi parámetro para poder producir”.
“Al principio cuando empecé a diseñar tenía estas ideas fantásticas y luego se perdía entre si no encontraba materiales y la ejecución, era un poco fantasioso; entonces mi forma de apegarme a la realidad es hacer una investigación sobre qué cosas están disponibles, medir los alcances de estos proveedores o de estos artesanos y en función de eso desarrollar las colecciones. La idea o la visión que yo tengo de Campillo es hacer la primera casa de lujo mexicana”.
Como Loewe o como Dior pero Casa de lujo mexicana. Piezas producidas en México a partir de las habilidades de algunos artesanos, desde zapateros en León, orfebres en Jalisco, talladores de hueso en Hidalgo y en el Estado de México.
La idea de Patricio es ver con qué opciones cuenta e intentar que las dinámicas de producción, los materiales y toda la parte de desarrollo pueda contribuir a que evolucione un artículo de ser un souvenir a un bien de lujo.
“¿Qué hago para que en vez de que se vendan artesanías en La Ciudadela, se vendan como artículos de lujo? ¿Cuál es el impacto de eso? Eso significa que la gente tiene que pasar más tiempo en cada pieza y por tanto, se necesita una mayor remuneración por hora, por pieza, una remuneración mayor, de la misma forma como le pagan un marroquinero en Italia, es decir, producir en México no debe ser un sinónimo de producir más barato. Teniendo en cuenta que la estética es creación de la marca y no apropiación de los códigos estéticos de un pueblo en específico, o sea, no son bordados chiapanecos”.
Hablando de estas manos artesanas y trabajadoras, nos contó sobre su taller y su equipo de trabajo en la misma línea. “Dentro del taller, solamente tengo gente que hace costura y desarrollo de patrones, todo lo demás es outsourcing, los artesanos no vienen a mi taller a trabajar, sino más bien, se les paga por un proyecto y vemos también la capacidad que tiene el artesano para poder satisfacer las necesidades del proyecto. Esa es la parte un poco más complicada porque es hacer que el trabajo y la producción, se apegue a los calendarios que nosotros tenemos tanto de producción como desarrollo”.
La creatividad corre por las venas de Campillo
Las mentes creativas provienen de todas las latitudes del mundo. Los artistas tienen un ojo excepcional para obtener un estilismo único al conjugar objetos y textiles que aparentemente no tendrían relación alguna ante el ojo común.
En el caso de Patricio Campillo, más allá de la herencia charra familiar, quizás su gusto por el diseño y esa parte creativa que lo caracteriza y que ha jugado a favor para recontextualizar años de tradición mexicana provenga de la herencia innata su padre.
“Mi papá es un hombre súper creativo, con un ojo estético único. Tú entras a su cuarto: paredes rosas pero cojines de prints de flores, unas cortinas asiáticas gigantescas, un retablo de iglesia… Es algo muy él y la verdad, no lo piensa, lo hace de forma muy natural, él ve las cosas y las pone ahí, las acomoda. Me parece brutal. Es como su outlet creativo. Él diseñó la casa, ahí se ha expandido creativamente. Yo creo que mi papá debió haber sido artista en vez de abogado”.
Llegar al premio LVMH a través de los diseños inspirados por esta enorme tradición familiar es internacionalizar algo personal y familiar en un entorno cosmopolita, ¿qué piensa el diseñador sobre ello?
“No tengo un alter ego, es a partir de mi historia y es a partir de mí y eso es lo que a mí me hace único. Así como a México lo hace único muchas otras cosas”.
Es un orgullo que un diseñador mexicano ponga en alto las raíces mexicanas en el campo de la moda de lujo, donde aparentemente solo lo contemporáneo o altamente disruptivo tendría cabida y que abre las puertas a otros talentos “hechos en México”.
“La forma en la que trabajamos muchos de los diseñadores en México es un poco por instinto, o sea, no hay un camino muy claro, no hay un ABCD, hay una infinidad de caminos y de opciones que puedes tomar y a veces sientes que te las estás inventando todas.
Llegar aquí es darme cuenta que las decisiones que tomé durante estos años en mi carrera no necesariamente estuvieron tan equivocadas, ¿no?”
LVMH lanzó en 2013 el Premio LVMH, que le da al ganador una recompensa monetaria y la oportunidad de contar con la tutoría personalizada por parte de las casas de lujo en numerosos campos, como el desarrollo sostenible, la comunicación, los derechos de autor y los aspectos legales corporativos, así como el marketing y la gestión financiera de una marca.
Campillo aplicó en cuatro ocasiones a LVMH, pero bien dicen que los tiempos son perfectos…
“Durante 4 años apliqué, hice miles de meditaciones, de manifestaciones… Y justo este año no iba a entrar. Era un momento de muchos cambios en la marca y no tenía colección nueva y me buscaron a mí. Un scouter de Norteamérica que es la mano derecha de Carine Roitfeld me buscó para tener una entrevista y la verdad es que gracias a todo lo que él me dijo, apliqué. Muy poca gente cercana te da feedback. Es increíble todo. Lo que me dijo fue super alentador, entonces decidí participar”.
Más allá de la pompa que el premio LVMH implica, Patricio nos contó lo que significaría ser el finalista: “Yo creo que sería lograr la internacionalización de la marca, sería realmente consolidarme en el panorama global de la industria de la moda. Probablemente sería tener un desfile en París, probablemente, estar en el calendario oficial y probablemente sería, expandir el negocio”.
“Ser el primer diseñador mexicano nominado para el premio LVMH no es solo un logro personal, sino un hito para la creatividad mexicana en una plataforma global. Representa los sueños colectivos y el arduo trabajo de aquellos que se esfuerzan por fusionar la tradición con la innovación”, dijo Campillo sobre su nominación.
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