La pérdida de la fuerza de voluntad personal, se siente como el fin del mundo, y no el mundo en un horizonte lejano, sino de nuestro propio mundo que ha acabado.
En una pérdida de relevancia, ¿qué hace tan doloroso sentirnos acabados frente al fin de nuestro mundo?
De forma simplificada, el mundo que conocíamos y donde construimos o sustentamos nuestro sistema de creencias se ha hecho añicos y por ende, está entre los escombros que jamás volverán a ensamblar, porque son cascajo inútil.
En esa misma analogía, no solo hemos perdido el camino confortable para afianzarnos y transitar, sino que el cascajo ha generado un obstáculo que no podemos remover, porque las herramientas que utilizábamos están pulverizadas entre los restos, y por cierto, también nos obstaculizan.
Generalmente hay que sumar al duelo en las etapas iniciales, la etapa de negación, donde encontramos que la justicia nos ha desfavorecido y nos enfrentamos a la libertad que no pudimos ejercer. Dicho por Albert Camus: “Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo”. ¿Qué más nos puede caer encima de nuestro dolor?
Sí, existen más elementos concomitantes. Toda vez que el duelo en tan personal y profundamente doloroso que no solo es un camino infranqueable, sino que la inicial limpieza del terreno para poder empezar a crear nuevamente otro mundo, implicará remover el cascajo sin herramientas conocidas y solo se iniciarán acciones cuando la autoestima se encuentre dando nuevamente sus primeros signos de vida. Importante, en un mundo que ya no es ni conocido ni nuestro. Como lo dice Jorge Bucay: “Si yo no creo que sea dueño de mi vida, ¿cómo puedo creer que tengo la autoestima y voluntad de superar un obstáculo que está decidiendo por mí?”.
En efecto, la razón por la que no podemos expresar lo que estamos pasando en un duelo es porque el vocabulario y calificativos que se requieren nunca los hemos usado y ni siquiera existe referencia porque justamente los duelos son de significados de causas personales.
A modo de recapitulación, ¿qué calificativo o explicación llevaría el muégano de sentimientos que conjunta trazas de “nuestro mundo conocido destruido junto con nuestras herramientas”, “nuestro sistema de creencias vulnerado e inoperante”, “fuerza de voluntad inexistente”, y todo ello “envuelto en miel amarga de injusticia del mundo que nos hizo creer que éramos uno mismo”, adicionado con “polvo de escombros recién demolidos que impide ver y respirar”? ¡Ah! Y además, no tenemos ánimo de buscar otros muéganos, por tanto, debemos de verlo todo el día frente a nosotros.
Te puede interesar: No hay que subestimar el dolor emocional por la pérdida de un animal querido
En efecto, soy experto en complicar todo, pero mi ligereza de elocuencia tiene una razón de ser para mostrar las cosas en el escenario más ácido e irrespirable en el camino de… “ Preparándose para Morir ”.
Me gustaría poder dar una guía rápida de alivio, pero siempre considerar que, al ser el duelo personal, las elecciones de solución son las herramientas que podamos sostener, aunque sea por momentos, y además, provocando poco dolor al utilizarlas. Recuerde algo, las personas extraordinarias como usted han mostrado poder y pericia de uso de herramientas a través del tiempo, nunca de un día para otro.
¿De qué elementos se puede echar mano para construir sus propias herramientas?
Lo primero y más importante, nunca pierda de vista que vivir un duelo es la última forma de rendir tributo a aquello vivido que se amó en vida. Por tanto, procesar las fases del duelo son un tributo a la memoria de las personas que ya no están, pero incluso más importante que eso, tributo a las sagradas memorias que usted ha vivido. El que vive el duelo es usted, no la persona que ya no está.
Siguiente -y si me permite el atrevimiento-, aléjese de las personas que no pueden hacer empatía con su duelo personal. En el ejemplo, para usted ha fallecido su animalito compañía irremplazable y que fue más humano que un humano. Usted decide platicar de su duelo con un humano que le dice beligerantemente: “¿y por qué no compras otro perro?”.
Tercero, distraer un poco su cabeza para quitarle poder a aquello que lo enfoca hasta consumirlo. Los entornos nos consumen e incluso nos condenan, pero busque actividades que sean tan diferentes que ocupen su mente, mejor aún, con personas desconocidas a las que no tenga que platicar del duelo que vive.
Cuarto, se vale bajar los brazos y la cabeza, por suerte, al día siguiente volverá a salir el sol al amanecer.
Adicional, por impensable que pueda imaginarse, cualquier cosa que esté construyendo como herramienta, no debe parecerse al mundo destruido. Si ve que algo empieza a ser similar, modifique un poco la herramienta.
Sé que es difícil un cambio tan drástico, pero entonces solo permítase conservar el 10% de las herramientas que usaba en el pasado, ¿por qué no más?, porque en su nuevo mundo que construirá solo servirán de decoración y recuerdos de museo.
Lo central de todo, usted está creando un nuevo lienzo creativo para su nueva realidad, ofrezca tributo en el duelo, pero también agradezca el nuevo mundo en donde tal vez, de todo destino iba a aparecer sin que usted pudiera evitarlo.
No porque sea usted un héroe de sí mismo está obligado a realizar acciones heroicas. El silencio y el diálogo interno ya se considera heroico.
Tenga paciencia, recuerde que los duelos duran lo que tienen que durar, su voz es la única que debe escuchar.
*Ricardo Ramírez Corona es autor de 16 libros sobre temas motivacionales, romance, tanatología. Siguelo aquí
Te puede interesar: 10 razones por las que viajar es la mejor forma de superar una ruptura
Suscríbete aquí a nuestro Newsletter para que estés al día con nuestros contenidos.