Recientemente, se ha hablado de aparentes beneficios de colocar hielos en el rostro para quitar granitos producidos por el acné, arrugas o reducir las ojeras, sin embargo, estos remedios no deben intentarse en casa. Esto es, principalmente, porque la piel puede pegarse al hielo, que puede resultar en irritación, quemaduras o heridas, y aquí te explicamos lo que produce este efecto.
La diferencia en temperaturas es la razón principal de esta reacción, y es que, normalmente, el cuerpo con mayor temperatura regularizará la del más frío, lo mismo que sucede cuando la piel toca un bloque de agua congelada. Por otro lado, el hielo hará que el tejido reduzca su temperatura, que al mismo tiempo provocará que la humedad que tenemos en nuestra piel, que es casi imperceptible, reaccione y se congele.
Al momento en el que la fina capa de transpiración comienza a congelarse, esta va a expandir los poros de la piel debido a la solidificación, efecto que también ocurrirá en las pequeñas hendiduras naturales del agua endurecida por el frío. Dicha reacción dará como resultado que ambos se adhieran entre sí, especialmente si el hielo se encuentra en temperaturas menores que los 0 grados Celsius.
Algo similar ocurre con la lengua, pero en esta ocasión, el efecto se produce por la saliva, que se congela, solidifica y expande, pegándose en superficies heladas de cualquier tipo. Dicho efecto es más frecuente, especialmente con bebidas que estén enfriadas con cubos de hielo, aunque también sucede en lugares donde las condiciones climáticas son muy bajas, especialmente durante época de nieve.
Aunque la escena parezca sumamente divertida, existen muchos riesgos relacionados con el momento de que la piel o la lengua se peguen en áreas de muy bajas temperaturas, como irritación, quemaduras o sangrado. Incluso, se han dado casos en los que se puede perder la capa de la piel o un pedazo de la lengua, por lo que se debe evitar a toda costa que esto ocurra.
¿Qué hacer si se te pega la piel o la lengua en el hielo?
Lo primero que debemos hacer es guardar la calma y no forzar que la piel o lengua se despeguen, pues esto puede causar lesiones graves. Usualmente, el hielo comenzará a derretirse después de un tiempo corto, esto ocurre cuando la superficie helada entra en calor.
La solución más sencilla es equilibrar la temperatura con ayuda de agua tibia, que se debe verter en la zona afectada lo más pronto posible. Así mismo, si es la lengua la que se encuentra pegada al hielo, podemos exhalar aire tibio para que esto reduzca el enfriamiento, algo que también puede ayudar en otras partes del cuerpo en ciertos casos.
También podemos usar algunos objetos que tengamos a la mano que puedan generar calor, como una bufanda, tela, un pañuelo, guantes o las mangas de nuestra ropa.
Si llega a pasar mucho tiempo mientras estás en esta situación, consulta a un médico dermatólogo lo más pronto posible por cualquier efecto secundario en la piel, producido por el hielo.
En caso de que haya sangrado, lava la superficie de inmediato para prevenir infecciones, luego puedes aplicar un pañuelo limpio con ligera presión en la zona afectada, y en caso de que la piel se separe, procura mantener unidos los tejidos mientras realizas esta acción.
Si la herida es en la lengua o los labios, no tragues la sangre y colócate en una posición que evite que esta entre a tu boca o garganta. En casos muy graves, puedes toar el trozo de lengua en una tela suave y estéril, como una gasa, para luego colocarlo en una bolsa con hielo para conservarlo, aún cubierto para que este no haga contacto con el tejido.
De inmediato ve a la sala de urgencias de tu hospital más cercano.
Esto nos enseña a que no debemos de seguir todas las tendencias y remedios que vemos en redes sociales, y en el caso de terapia con hielos en la piel, lo mejor es acudir con una persona experta que nos brinde el tratamiento de forma profesional y con los cuidados necesarios.
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