Todo el mundo sabe cómo buscar en internet. Es parte de la vida diaria que se toma como si fuera una acción que estuvo ahí desde hace cientos de años, pero no es así. Googlear lo que necesitamos saber no siempre fue algo normal, ni cotidiano. Así es como buscábamos antes, cuando la Sección Amarilla, la Guía Roji, los libros y periódicos eran nuestra máxima fuente de consulta.
Los primeros buscadores en la web comenzaron en 1990, eran realmente rudimentarios, se trataba de herramientas que indexaban archivos para buscar documentos específicos, o bien, realizar un seguimiento de todos los sitios web existentes (no eran más de 20) organizados por categorías.
Mientras que los gigantes tecnológicos desarrollaban los cimientos de lo que hoy conocemos y usamos, las personas fuera del mundo de las computadoras y el internet de las cosas estaban acostumbrados a seguir un ritmo de vida que hoy podría considerarse romántico o bohemio: buscar en papel.
En un mundo alejado a miles de clics a distancia… Así es como buscábamos antes de que conociéramos la palabra “googlear”.
Buscar un servicio
¿Necesitas el teléfono de un carpintero o la dirección de un restaurante? Antes de que Google, el buscador que Larry Page y Sergei Brin crearon en 1998 se volviera popular, una forma de dar con un servicio o el teléfono de una persona era usar la Sección Amarilla.
La Sección Amarilla era un libro grueso de hojas amarillas, con nombres, números telefónicos y una lista de anuncios catalogados por orden alfabético. Se imprimió por primera vez en 1950 el directorio comercial en papel amarillo debido a una escasez de papel blanco, luego de tener la aceptación del público, el color amarillo de sus hojas se mantiuvo.
En la mayoría de las casas mexicanas se encontraba a un lado del teléfono la Sección Amarilla por si alguien necesitaba de algún servicio o localizar el número de una persona, sólo tenía que abrirlo y buscar en la página correspondiente.
Cada año se renovaba para estar siempre actualizada, por lo que más de mil repartidores visitaban las calles de México para proporcionar el nuevo libro y pedir el libro del año anterior.
Buscar el camino hacia un lugar
Antes de que existieran Google Maps, Waze o el GPS del celular, buscar el camino hacia un lugar significaba consultar un mapa físico y la Guía Roji era de gran ayuda en ese terreno.
Se trataba de un cuadernillo con mapas e indicaciones, con una portada de color rojo que hacía alusión al apellido de su fundador, Don Joaquín Palacios Roji.
La Guía Roji fue fundada en 1928, nació a partir del pasatiempo de Don Joaquín: recorrer la Ciudad de México caminando y en tranvía. Mientras visitaba lugares, Palacios Roji recopilaba información, con ella, logró editar y generar el primer mapa con el nombre y trazo de calles, avenidas, andadores, plazas, colonias y rutas del tranvía.
Con el paso de los años, la Guía Roji no solo ofreció de manera impresa el mapa de la CDMX, se agregaron nuevos, por lo que fue el librito de consulta que se llevaba siempre en la guantera del auto o camión para hacer una búsqueda certera del camino.
Anuncios clasificados para buscar trabajo
En la actualidad existen infinidad de páginas y aplicaciones para buscar nuevas oportunidades laborales. Antes de la conectividad, las personas buscaban empleo en las páginas de clasificados, las cuales tenían ofertas por categoría.
Además de anuncios con ofertas de empleo, en los anuncios clasificados también se ofertaban servicios.
Buscar información académica
Hacer tarea en la era del internet es una cosa sencilla, en una sola búsqueda se obtienen miles de resultados sobre un tema, sin embargo, antes, buscar información académica significaba hacer una visita a la biblioteca.
A través de libros sobre la temática, diccionarios y enciclopedias es como se obtenía la información buscada.
Buscar tendencias de moda
Las compras en internet son el pan de cada día, todo está accesible y disponible para comprar a un solo clic. Antes de que los gigantes del retail lo hicieran posible a través de sus tiendas en línea, algunas marcas o tiendas departamentales enviaban sus catálogos a las casas y una vez que el cliente se decidía a comprar un artículo, rellenaba un formulario de pedido, lo enviaba por correo y esperaba a recibir los artículos.
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