Un camino lluvioso no fue impedimento para miles de personas que anhelaban ver el regreso de Enrique Bunbury en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Algunos vestían con pantalones ajustados de cuero, un sombrero negro y playeras con portadas o fotografías icónicas del cantante español.
Adultos y jóvenes de distintas edades compraron impermeables de entre 50 a 100 pesos para cuidar sus creativas vestimentas y protegerse de la lluvia, que por ningún momento arruinaría estos Shows Únicos de Enrique Bunbury.
Alrededor de las nueve de la noche las luces se apagaron, la lluvia se suavizó y el estruendo de más de 66 mil gritos invadieron de nerviosismo y alegría tanto a quienes esperaban el regreso de Bunbury a tierras mexicanas, como al propio cantante y su banda que poco a poco fueron apareciendo y tomando su lugar en uno de los recintos más grandes del país.
Arrancó la velada con una versión instrumental de “Los términos de mi rendición”, seguida de “Nuestros mundos no obedecen a tus mapas”, una de sus más recientes canciones perteneciente al álbum, Greta Garbo (2023). Fue el primer momento de la noche en que se pudo apreciar su voz, que “hace dos años pensaba que esto no volvería a pasar” según sus palabras. Sin embargo, cantó como en sus mejores años, bailó con esos electrizantes movimientos que lo recorrían desde sus pies, hasta los rizos que se agitaban de un lado a otro y así demostrar su entrega al público que tanto lo extrañó.
Enrique portó un elegante saco, pantalón negro con rosas quemándose y un pañuelo rojo atado al cuello; con las manos en la cadera, se paró frente a frente ante una multitud que coreaba su nombre: “Enrique, Enrique, Enrique…”, y continuó interpretando canciones como “Cuna de Caín”, “El rescate” y “Más alto que nosotros sólo el cielo”.
El sonido de los tambores se hizo presente en “Que tengas suertecita”, junto a esos acordes únicos de guitarra acústica que conforman la melodía, a la vez que “El Aragonés Errante” invitaba al público a cantarla y agradecía su respuesta. Poco después, su guitarra apareció junto con el icónico sombrero en “Apuesta por el rock & roll”, un cover de Más Birras que mantenía la conexión musical con la gente.
El setlist pasaba de una época a otra y, luego de una pausa dramática, sonó la guitarra de “Entre dos tierras” para dar un salto a la época hard rock de Héroes del Silencio; no obstante, el show también estuvo conformado de discursos acerca de la importancia que tiene el ahora: “La vida te lleva a diferentes partes, te da sorpresas incluso que no mereces”, “No nos volvamos locos… vamos a disfrutar el presente”, y lo que para mí significó la frase de la noche, “Esta es mi primera vez en el autódromo y para todo hay una primera vez”. Lo cual nos habla de un artista que ha trascendido generaciones y aún enfrenta miedos, inseguridades, nuevos retos y el nerviosismo de tocar por primera vez en un lugar.
Más tarde, una galaxia apareció en las pantallas y las luces azules complementaron una atmósfera que se tornó melancólica para dar inicio a “Lady Blue”, la cual nos remontó a los inolvidables años 2000 e invitó a encender las luces de los celulares para vivir el momento estelar; y como dice la canción, fue “el comienzo del final” de un espectáculo inolvidable para sus miles de fans.
Para el encore, el cantante de 56 años nos regaló “Infinito” y llenó el recinto de lágrimas desgarradoras para aquellos que recordaron a ese alguien a quien dedicaron alguna vez esas palabras. Siguieron “Maldito Duende”, “La Constante”, y las personas jamás dejaron de corear cada una de las canciones que conformaron el setlist.
"…Y al final”, culminó una gran velada, donde fueron poco más de dos horas que se pasaron volando a través de un repertorio que ha marcado la vida de millones. Sin duda alguna, Enrique Bunbury demostró que mantiene los pies en el piso, ahora cuida de su salud y mantiene el carisma que lo ha llevado a conectar con tanta gente que no lo olvida ni lo hará jamás.
Fotos: Johnatan Bravo ( @johnabravo ) para Revista Central.
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