Durante años, el cine ha tratado de mostrar historias impactantes colocando a los seres humanos en el límite de la desesperación, mostrando de lo que son capaces en casos extremos.
Recientemente se estrenó La Sociedad de la Nieve en Netflix, un thriller inspirado en el caso real del accidente de avión que vivió el equipo uruguayo de rugby, quienes quedaron varados por 72 días bajo las condiciones climáticas extremas de Los Andes, donde hicieron hasta lo impensable para sobrevivir. De 45 que viajaban, 33 salieron vivos de entre los restos del avión y solo 14 regresaron a casa.
Este incidente ha inspirado hasta ahora más de una película, libro y serie. La cinta más icónica es la producción Alive de 1993, protagonizada por el actor Ethan Hawke, mientras que una de las adaptaciones a la televisión más valoradas es Yellowjackets de Showtime, cuya tercera temporada fue retrasada debido a las huelgas de escritores ocurrida en Hollywood el año pasado.
La Sociedad de la Nieve en Netflix, está dirigida por J.A. Bayona, director de Lo imposible, está basada en el libro homónimo de Pablo Vierci y desde su estreno, ha recibido excelentes críticas, incluso obtuvo una nominación a Mejor Película en Lengua Extranjera en los Golden Globes.
La historia real del accidente de avión detrás de La Sociedad de la Nieve
Los tripulantes y los errores que provocaron el accidente
El 13 de octubre de 1972 el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en los Andes. Viajaban miembros del equipo de rugby Old Christians Club, así como algunos amigos y familiares, y una mujer que se dirigía a la boda de su hija.
La aeronave salió de Montevideo, Uruguay, con rumbo a Santiago, Chile, para un partido, sin embargo, nunca llegó a Chile.
Ahora se sabe que fueron muchos los errores que provocaron el accidente en la historia real de La Sociedad de la Nieve. Para empezar, el avión tenía límite de altitud y un débil motor, en segundo, iba completamente lleno, en tercero, las condiciones climáticas eran completamente erráticas y en cuarto, la ruta.
El clima provocó que el piloto aterrizara antes de llegar a su destino en Mendoza, Argentina. Al ser un avión arrendado a la Fuerza Aérea Uruguaya, legalmente no podía permanecer más de 24 horas en el país, por lo que independientemente de los fuertes vientos, tuvo que despegar nuevamente. Se trazó una nueva ruta de Mendoza a Santiago.
Se dieron cuenta que no podían volar directamente a Chile sin pasar por la Cordillera de los Andes, que era demasiado alta para atravesar con seguridad, por lo que se optó por sobrevolar el paso del Planchón, que estaba a menor altitud.
El vuelo ocurría con normalidad, y a medida que se acercaban a su destino, el copiloto, el teniente coronel Dante Lagurara, que pilotaba el avión, pidió permiso para aterrizar en el aeropuerto de Santiago. El avión inició su descenso, pero había un problema: el piloto pensó que había llegado a Curicó, Chile, estaba equivocado. Al descender, se estrelló directamente contra los Andes, partiendo el avión.
La forma de sobrevivir
Según los reportes, 33 personas de las 45 que viajaban salieron de entre los fierros retorcidos. Para sobrevivir al clima extremo de Los Andes, usaron los pocos suministros que tenían a la mano como por ejemplo: los dulces, el vino y la mermelada; embotellaron nieve y dejaron que se derritiera para convertirla en agua potable; adaptaron los restos del avión como refugio: el equipaje como paredes y las fundas de los asientos como mantas, pero muy pronto comenzaría el verdadero reto: qué comer.
Luego de que la comida se agotara, intentaron consumir cuero arrancado de maletas rotas. El frío extremo y el hambre provocaron que algunos murieran, sus cuerpos se amontonaron en una pila. Mientras que algunos se debilitaban por la falta de agua y alimento, otros morían, en 10 días, seis más habían muerto. Hasta que llegó el momento de hacer lo impensable: el canibalismo.
Luego de mantener una discusión, la mayoría estuvo de acuerdo en que era su única opción. Algunos al inicio se negaron, pero cambiaron de opinión cuando escucharon que la misión de rescate había sido cancelada a través de la radio del avión.
De acuerdo con las memorias escritas en 2016 por Roberto Canessa, sobreviviente: “Nunca olvidaré esa primera incisión, cuando cada hombre estaba solo con su conciencia en esa cima infinita de la montaña, en un día más frío y gris que cualquier otro anterior o posterior. Los cuatro, cada uno con una hoja de afeitar o un trozo de vidrio en la mano, cortamos con cuidado la ropa de un cuerpo cuyo rostro no podíamos soportar mirar”.
El chileno que los salvó
Un pequeño grupo optó por buscar ayuda, se trató de Canessa, Nando Parrado y Antonio Vizintín. Su viaje inició el 12 de diciembre y ocho días después se encontraron con Sergio Catalán Martínez, un ciudadano chileno.
Parrado logró llamar la atención de Sergio, quien dijo que volvería al día siguiente. Al regresar, arrojó una nota al otro lado del río con papel y un lápiz, con esas herramientas, Parrado y Canessa respondieron y explicaron su situación.
Según algunos medios, la nota decía lo siguiente:
“Vengo de un avión que se estrelló en la montaña. Soy uruguayo. Llevamos 10 días caminando. Tengo 14 amigos heridos en el lugar del accidente. Necesitamos ayuda. No tenemos comida. Por favor, ven a buscarnos”.
Tiempo después llegaron militares y salvaron a Parrado y Canessa. Un equipo de rescate voló hasta el lugar del accidente para rescatar a los demás supervivientes. Al llegar al hospital, fueron tratados por mal de altura, deshidratación, congelación, fracturas de huesos, desnutrición y escorbuto.
La noticia del llamado “Milagro de los Andes” se extendió por el mundo causando euforia y sorpresa cuando se enteraron que sobrevivieron 72 días en Los Andes, y admitieron que habían comido a sus compañeros para sobrevivir.
Canessa confesó al Washington Post en 1978: “No puedes sentirte culpable por hacer algo que no elegiste hacer”.
Los restos de los demás tripulantes, fueron enterrados cerca del lugar del accidente.
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