El cine perdió a una de sus más talentosas actrices, Shelley Duvall murió el 11 de julio de 2024, después de dejar atrás un enorme legado en la pantalla grande, coronándose como una de las primeras Scream Queens en la historia. La actriz perdió la vida mientras dormía, a raíz de complicaciones relacionadas con su diabetes.
Uno de los papeles más emblemáticos de Duvall fue el de Wendy Torrance en El Resplandor, y aunque esta actuación la reafirmó como ícono de la industria cinematográfica, ella consideró el aceptar este rol como uno de los peores errores de su vida. La cinta titulada en inglés The Shining, fue dirigida por Stanley Kubrick y protagonizada por Jack Nicholson en el papel de Jack Torrance, inspirada en el libro del mismo nombre, escrita por Stephen King.
Aunque la película fue debatida durante su estreno, eventualmente se convirtió en un clásico de culto, e incluso se le ha rendido tributo en cintas fuera del género del horror, como Toy Story 3 o Ready Player One. Encima de esto, El Resplandor obtuvo una secuela 39 años más tarde, titulada Dr. Sleep, que resultó un éxito en taquilla.
Para el equipo de producción y para el reparto, The Shining fue un gran parteaguas en su carrera, incluso elevó aún más a Jack Nicholson y Stanley Kubrick, que ya eran leyendas de Hollywood para ese punto. Para la ganadora de la Palma de Oro como Mejor Actriz por su actuación en 3 Women, resultó todo un caso contrario, y es que el filme fue toda una pesadilla para Duvall desde que comenzó el rodaje.
Este clásico de terror no solo acabó con la carrera cinematográfica de Shelley Duvall, también dejó cicatrices irreparables en la salud mental de la actriz, alejándola de los reflectores y el glamour de la industria cinematográfica para siempre. Kubrick descubrió a Duvall en la película que le ganó la Palma de Oro, y fue él quien personalmente hizo la llamada, asegurando que era “excelente para llorar”.
En lugar de que el director le enviara un guion, la actriz recibió una copia de la novela de King, y mientras leía el manuscrito, que ella aseguró que le parecía aterrador, comenzó a tener problemas con su pareja de aquel momento, Paul Simon. Para sumar a las malas experiencias, justo antes de que Duvall subiera al avión para comenzar el rodaje de la cinta de Kubrick, el cantante terminó con Shelley en el aeropuerto.
La actriz pasó todo el vuelo llorando por el abrupto rompimiento, que más tarde se daría cuenta de que solo era el preludio para lo que le esperaba. Desde que aterrizó, la pesadilla comenzó realmente, empezando por el departamento solitario que se le asignó para la filmación, que duró 56 semanas, más de un año de producción.
El papel fue emocionalmente muy pesado para ella, sumado a la exigente perfección de Stanley Kubrick, que hacía repetir las tomas más de 30 veces, hasta que quedara completamente convencido, obligándola a llorar todos los días por 56 semanas. Las jornadas laborales eran exhaustivas, y se llevaban a cabo 6 días a la semana, por aproximadamente 16 horas.
(Kubrick) no imprime nada hasta al menos la toma 35. Treinta y cinco tomas, corriendo, llorando y cargando a un niño pequeño, se vuelve difícil. Y actuación completa desde el primer ensayo. Eso es difícil.
Encima de esto, Kubrick solía aterrorizar a Duvall en el set, gritándole y humillándola de formas inimaginables, además que incitaba al resto del equipo a tratarla mal o ignorarla, o habría consecuencias graves para quien no lo hiciera. Esto se trasportó también a su protagonista, Jack Nicholson, quien aterrorizaba a Duvall constantemente durante este periodo, dentro y fuera del plató. Esto, con la finalidad de que Shelley se metiera más en el papel.
Esta oscura experiencia no solo quedó en el rodaje de la película, e incluso, después del estreno de El Resplandor, la crítica fue excesivamente dura con Duvall, quienes la señalaron de exagerada, irritante y poco creíble. Tanta tortura psicológica cobró factura, y generó una profunda cicatriz en la salud física y mental de Shelley Duvall.
Con el tiempo, la opinión sobre la actuación de Duvall cambió drásticamente, e incluso, muchos expertos aseguran que ella es quien lleva toda la carga emocional de la cinta, sin embargo, las consecuencias fueron más que grabes. A inicios de la década de los 80, Shelley hizo muy pocos papeles, en su mayoría pequeños, con excepción de Olivia Oyl en el live action de Popeye y el papel de Pansy en Time Bandits.
A mediados de esta década, Shelley se volvió productora de televisión infantil, reduciendo exponencialmente sus apariciones a raíz de la amarga experiencia que dejó El Resplandor, cuyas heridas nunca lograron sanar por completo, viviendo de las pocas regalías que le dejaron sus trabajos anteriores.
Desde 2002, Shelley Duval se recluyó en Blanco, Texas, a lado de su pareja, el músico Dan Gilroy, hasta el día de su muerte, y tan solo hizo una entrevista para el psicólogo de la farándula, Dr. Phil, en 2016, donde la actriz se ve perdida, deprimida e incoherente, además de una segunda entrevista con Lee Unkrich, director de Toy Story 3, impresa en The Hollywood Reporter.
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