La premisa de No hables con extraños, un thriller psicológico, es bastante sencilla: una corta vacación en una casa de campo de pronto se convierte en una pesadilla… y vaya que no sólo es así para los protagonistas, sino para la audiencia misma.
Speak no evil, el título en inglés, es una adaptación de la película danesa Gæsterne de 2022, cuya trama es esencialmente la misma, aunque el estreno de 2024 ha sido reescrito y dirigido por James Watkins, un director que queda claro que lo suyo son las películas de suspenso con toques de terror. Sin embargo, hay algo muy claro en este remake… no deja de ser una versión gringa de un excelente thriller extranjero. Para algunos esto puede ser a detrimento de la película pues su propuesta lejos de ser innovadora solo es un ejercicio redundante, no obstante, la versión de 2024 viene con un elenco encabezado por James McAvoy.
Si bien James McAvoy es el actor estelar del reparto, lo cierto es que el resto de los actores logran estar a la talla, incluso en ocasiones en dar actuaciones mucho más entrañables.
Por un lado tenemos a los Dalton, una familia estadounidense que se ha mudado a Londres y que están vacacionando en Italia; ellos son interpretados por Mackenzie Davies (Louise, la madre), Scoot McNairy (Ben, el padre) y Alix West Lefler (Agnes, la hija).
Por otro lado tenemos a los Field, una pareja británica que también está de vacaciones con su propio hijo que ha nacido con una condición en su lengua y que es mudo; ellos son interpretados por James McAvoy (Patrick), Aisling Franciosi (Ciara) y Daniel Hough (Ant), quien por cierto hace su debut fílmico.
Las vacaciones en Italia tan sólo son un preámbulo que marca las diferencias entre ambas familias, pero también de la dinámica que tienen los Dalton en específico. Detalles tan nimios como que Agnes debe guardar silencio en la alberca del hotel, o la distancia física entre Louise y Ben dan cuenta no sólo del rigor bajo el que viven sino del resquebrajamiento de la relación. Mientras que los Field parecen ser todo lo contrario: escandalosos rallando en lo incorrectos, pero carismáticos.
Tras una semana de vacaciones juntos, Paddy (McAvoy) y Ciara (Franciosi) invitan a los Dalton a pasar un fin de semana en su granja, y a pesar de las reticencias de Louise (Davies), deciden ir y pasar unos días con sus nuevos amigos.
Es precisamente en la casa de campo en donde Watkins empieza a girar las tuercas para construir el suspenso y si pudiera haber una queja es cuánto tiempo le toma llegar al centro de la acción… pero, esta lenta cocción del conflicto nos deja algunos de los mejores momentos en No hables con extraños, incluso por más controversial que pudiera parecer ésta es la mejor parte de la película, mientras que su desenlace –que no te contaremos aquí– pudiera parecer casi que genérico, anticlimático y hasta risible.
McAvoy sin duda alguna ya se ha hecho un nombre al poder interpretar personajes de gran carácter y que podrían encasillar a cualquiera… y en No hables con extraños una sonrisa basta para saber que detrás de su semblante aparentemente amigable se esconden malas intenciones. Scoot McNairy podría llevarse el mayor mérito en la película y su personaje tiene una mayor evolución.
McNairy interpreta a un padre de familia y hombre que ha perdido su sentido y que no logra conectar ni con su esposa y mucho menos con su hija; avergonzado por prácticamente todo: desde el peluche de su hija, su despido después de reubicar a su familia a otro país o las preocupaciones de su esposa… McNairy sabe aprovechar su talento con una expresividad al mínimo, miradas o gestos que logran comunicar mucho de la psique del personajes… en pocas palabras es la dupla perfecta junto al personaje de McAvoy.
Pero si hay un elemento clave en No hables con extraños es un simple conejo de peluche. Para algunos puede ser una representación de la inocencia de Agnes, más claro aún es la representación de la necesidad de esta pequeña de 11 años de tener un peluche que la hace sentirse segura, y también se convertirá en una representación de la unión entre padre e hija.
Y es que sin entrar en detalles, este conejo se convierte en el motor de la acción en la película desde su comienzo mismo… y por desgracia también en sus momentos más predecibles.
Si hay algo verdaderamente terrorífico en No hables con extraños, incluyendo la película original, es sin duda la preocupación por el qué dirán, el pretender que todo está bien y acatar las convenciones sociales.
Por ejemplo, el conejo de Agnes es una fuente de vergüenza para el padre porque… ¿por qué una niña de 11 años necesita de un peluche con tanta desesperación, si “ya está grande”? Lo mismo ocurre cuando la familia llega a la casa de campo y descubre sábanas sucias, o cuando Louise se obliga a probar bocado del ganso que han sacrificado y cocinado incluso cuando Paddy y Ciara bien saben que ella es vegetariana.
Pequeñas decisiones que se van sumando y haciendo del fin de semana cada vez más raro, pero que los personajes minimizan con tal de no incomodar a sus anfitriones, a pesar de que sea a costa suya. Incluso esta misma preocupación sigue siendo relevante en la pareja en el momento más álgido de la acción; un detalle que podría molestar a varios o dar muestra de la verdadera personalidad de nuestros personajes.
Este intento de no ofender a sus anfitriones, de pretender que todo está bien cuando nada lo está, es lo que lleva a estas familias a un destino insospechado… y es en estos juegos y máscaras en la convivencia de estas familias donde yace el suspenso y lo mejor de No hables con extraños: sabemos que algo malo pasará, sólo que no sabemos cómo ni cuándo.
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