Cuando vemos la cartelera de cine o los estrenos de series en plataformas de streaming, resulta imposible no notar que la lista de producciones más esperadas suele estar conformada en su mayoría por secuelas, remakes o adaptaciones de grandes sagas y franquicias que han formado parte fundamental de nuestro pasado. Ya sea Star Wars, El Señor de los Anillos, Barbie o Super Mario, entre otros tantos nombres que hacen que los espectadores exclamen en alegría.
Si bien, el resurgimiento de estos ha sido muy constante en años recientes, la nostalgia en el cine y la televisión es un elemento que ha estado siempre presente. Desde los inicios de la pantalla grande, ya se contemplaba la idea de rehacer algunas producciones, siendo un claro ejemplo el libro de Bram Stoker, Drácula, cuya adaptación inicial fue estrenada en la pantalla grande 1922, bajo el nombre de Nosferatu, para ser filmada una vez más en 1931, con el título original de la novela.
En el pasado pudimos ver varias versiones de distintas propiedades intelectuales (PI), desde hace unos años hemos notado el regreso de diferentes títulos que van más allá de proponer una actualización en la pantalla. Vivimos el regreso de algunas de nuestras películas, series y caricaturas favoritas, ya sea como continuación de la historia original, o una reinterpretación de la conocida, abarrotando las salas de cine y rompiendo récords de audiencia constantemente, y todo está ligado a la nostalgia.
La sensación de nostalgia es un arma que ha sabido explotar Hollywood de forma eficiente, especialmente después de notar que generaciones como la Millennial o la Gen Z están muy arraigadas a volver a aquellas memorias felices de la infancia. Esto ha generado que, en general, los éxitos más recientes estén ligados a propiedades intelectuales que acompañaron a los niños de los 80, 90 y primera década de los años 2000.
Esto no solo se ve reflejado en los grandes blockbusters como Alien: Romulus, Super Mario Bros: The Movie o The Mandalorian, también se hace notar en algunas de las producciones más exitosas de los últimos años, como Stranger Things, que nos presenta una historia diferente, pero que nos remite a esa sensación nostálgica de la década de 1980.
A pesar de que parece que los grandes estudios se están acabando sin creatividad, reduciendo el número de producciones que podrían introducir nuevos personajes y guiones distintos, esta estrategia también tiene mucho que ver con el contexto histórico en el que nos encontramos en la actualidad.
Es una realidad que no hace muchos años estábamos en confinamiento debido a la pandemia de 2020, algo que representó un golpe severo a la economía mundial y que tuvo un efecto negativo en las finanzas de la población general. Previo a esta crisis ya estábamos viendo un incremento exponencial en el cine y televisión cargados de marketing nostálgico, dicha alerta sanitaria ha hecho que los altos ejecutivos de estas productoras decidan “irse a la segura”, y ofrecerle al público rostros y nombres conocidos.
Esta apuesta es mucho más estable que lo nuevo, pues es más difícil que la audiencia acepte historias nuevas, especialmente en un momento en el que ir al cine o tener una suscripción a un servicio de streaming es un verdadero lujo. De este modo, resulta más fácil que nos ofrezcan el regreso de Tom Cruise en Top Gun: Maverick o la cinta de Barbie, a comprar un boleto para ver películas como Siete Reyes Deben Morir o Saltburn.
La nostalgia es un sentimiento muy fuerte, que refuerza memorias positivas del pasado, nos remite a tiempos más sencillos y felices, por lo que resulta muy fácil que las generaciones que en la actualidad se encuentran lidiando con los problemas de adulto joven, como pagar rentas excesivamente infladas o una despensa que debe durar toda la semana con poco presupuesto, recurran a algunas de las grandes franquicias que los acompañaron durante su infancia y adolescencia para reconfortar un poco su estado de ánimo.
Tan solo en 2024, 43 de los estrenos más esperados en el cine y en televisión están ligados a la nostalgia, ya sea en forma de remake, de reboot, spin-off o secuela, además de los anuncios próximos de grandes nombres, como claro ejemplo, la reciente revelación del regreso de Robert Downey Jr. al Universo Cinematográfico de Marvel, ahora con el papel del villano Dr. Doom.
Destaca que, a pesar de que la nostalgia es una apuesta muy certera, no garantiza el éxito, y hemos visto fracasar estrenos que prometían ser todo un éxito, casos notorios como Star Wars: The Acolyte o El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder fueron claros ejemplos de esto, utilizando este sentimiento para atraer al público, pero al final, entregar un guion plano, personajes mal escritos y una historia que ignora el canon escrito por los autores originales, haciendo que los fans perdieran el interés para las siguientes temporadas.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que la nostalgia es un arma de doble filo, pero que también debemos ver cada una de las nuevas entregas con una mente abierta, sabiendo que Star Wars no volverá a hacer un nuevo Imperio Contraataca, y que, posiblemente veamos más entregas de Barbie con Margot Robbie, aunque posiblemente ninguna tenga la misma el mismo impacto que la primera, pero esto no significa que las secuelas que sean lanzadas sean forzosamente malas. Es cuestión de equilibrio y cuestión de gustos, por lo que tampoco debemos fingir que algo nos gustó solamente porque tiene el sello de La Guerra de las Galaxias estampado en la portada.
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