La publicación, que por su inspirado diseño es también una especie de arte-objeto creado por la misma Susana Zabaleta, inicia con un relato sobre la relación de la artista con ese gesto tan humano y a la vez tan ajeno a muchos, llamado “abrazo”.
También cuenta con un registro de los eventos que ha organizado la artista en los que abraza a quien lo desee. Obviamente, sus convocatorias han tenido gran éxito, como se registra en las conmovedoras imágenes del libro y en los testimonios que han dejado sus asistentes, donde muchos demuestran un enorme agradecimiento por haber sido receptores de la paz y el cariño que Susana ha aprendido a transmitir con sus abrazos.
Grandes amigos de la artista participan en sus páginas con ensayos relacionados con el tema, entre ellos Juan Villoro, Adela Micha, Luz María Zetina, Javier Solórzano, Regina Orozco y el infaltable Armando Manzanero, su amigo entrañable.
A propósito de este libro, le preguntamos a Susana Zabaleta:
Imaginamos que un abrazo es una de tus formas favoritas de contacto físico, ¿cierto?
Sí, pero no lo fue durante mucho tiempo. Yo no fui una niña ni una adolescente abrazada. En mi familia, que somos de Monclova, dar abrazos era como un signo de debilidad; si te acercabas, te decían “hazte para allá” o “quítate” (risas). Somos secos. Recuerdo una vez que un sobrino, chiquito, llegó corriendo y le dijo a mi hermana “¡mamá, mamá!”, “¿qué pasó, Jorge?”, “¡el abuelo me habló, el abuelo me habló!”, “¿y qué te dijo?”, “hazte para allá, cabrón” (risas). ¡El niño se sintió feliz porque el abuelo le había hablado!
Fue cuando el amor de mi vida se fue que yo empecé a dar abrazos y fui encontrando el por qué de los abrazos.
En mi casa fue muy duro crecer, no fuimos apapachadores ni abrazadores, entonces yo nunca me dejé abrazar, siempre relacioné el abrazo con el sexo y no es así. Tú puedes recibir el abrazo de un hombre sin pensar que es sexual, tú puedes recibir el abrazo de una amiga sin pensar que es sexual, pero a mí me costó mucho trabajo empezar a dar abrazos. Fue curiosamente cuando el amor de mi vida se fue que yo empecé a dar abrazos y fui encontrando el por qué de los abrazos, por eso ahora, en esta pandemia, me di a la tarea de terminar el libro. Fui muy latosa en el proceso porque tenía que tener el papel perfecto, el diseño perfecto, las fotos perfectas, el color perfecto, porque yo quería que el libro tuviera un negro-negro, no velado, y una textura suave que es como de abrazo, pues eso quería: mandarle un abrazo a la gente por medio de un libro, entonces ahí está y esta experiencia a mí me ayudó de por vida.