En las películas y en la literatura, vemos con mucha frecuencia los posibles usos de la criogenización, un concepto que también se ha investigado en la vida real, principalmente con el objetivo de regresar a la vida a personas que acaban de morir, para buscar la cura a sus enfermedades y preservar sus cuerpos para la posteridad.
La idea de la criónica está en congelar los cuerpos declarados legalmente muertos y mantenerlos en un estado de preservación por, aparentemente, tiempo indefinido, utilizando los conceptos de la criogenia, que es la suma de técnicas derivadas de los resultados de reducir la temperatura del nitrógeno hasta que este llega a un estado de ebullición (nitrógeno líquido), que se da a partir de los -195.8 C.
/ Maarten Wouters/Getty Images
Este proceso ha dado buenos resultados en organismos pequeños, como óvulos, esperma, tejido (como venas) e, incluso, insectos, sin embargo, el efecto en el cuerpo humano ha sido un misterio que se ha mantenido en el campo teórico, con hipótesis muy contrastantes entre sí. Esto se traduce en que, a pesar de que existen compañías especializadas en criogenización, la idea de que las personas que se someten a este tratamiento sobrevivan es completamente incierta.
El someter al cuerpo humano a criónica no es tarea fácil, pues si se realiza sin ciertos procedimientos previos, el agua corporal puede generar cristales al congelarse, que pueden dañar severamente al tejido de nuestros órganos vitales, haciéndolos inservibles. La solución a este efecto se le conoce como vitrificación, que consta en sustituir el agua del cuerpo por sustancias químicas anticongelantes.
A la fecha se desconoce si el cuerpo tiene la habilidad de tolerar las altas dosis de estos químicos, especialmente porque nuestras enzimas podrían romperse y provocar un shock en el cuerpo con resultados mortales. Incluso, es incierto si los órganos del cuerpo de pacientes que están en estado de criogenización ya sufrieron algún tipo de daño.
Estos no pueden ser descongelados y aún no existe una forma de monitorear el estado de los cuerpos, por lo que no hay prueba alguna de que la vitrificación realmente funcione en la actualidad. Aunque órganos solos han podido sobrevivir ambos procesos, resulta más complicado monitorearlos en un cuerpo humano completo.
Existen otros factores que van más allá del proceso de criónica, como las condiciones en las que fueron sometidos a dicha técnica, especialmente si padecían alguna enfermedad que haya deteriorado el cuerpo, lo que podría resultar en otro peligro al momento de reanimarlo, sumado a los efectos inevitables del avance de la edad.
Otro gran reto en el tema de la criogenización está en el esperado proceso de revivir al paciente como tal, pues a la fecha no existe un método seguro para realizar el cambio de temperatura sin dañar el cuerpo o, incluso, terminar con la vida del paciente. Algunos investigadores ponen su esperanza en los avances de la ciencia, especialmente en la nanotecnología, sin embargo, solo nos queda esperar.
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